Lapachos porteños

viernes 12 de octubre de 2018 | 5:00hs.
Florecieron en el valle, en el cerro, en el sendero, la ribera, monte adentro, en la vereda, en la plaza (en las estrellas misioneras). Los lapachos de Lentini dieron a su manera campana de largada, con sus capullos han espantado a las heladas, como se ha espantado al Karaí con el yopará de octubre.
No suele encontrárselos en Buenos Aires (Parque Saavedra, Jardín Botánico, Armenia y Costa Rica; Anchorena y Córdoba, plaza Italia…). Hay un lapacho en una ochava aristocrática de Palermo Chico, tras una verja de palacete, fue plantado por el paisajista Ezcurra, y cada año anuncia a los porteños el inminente arribo de la primavera. Sus ramilletes, de un rosado/violáceo tan intenso, no dejan dudas: es un lapacho negro.
Y como el nuestro, el Lapacho de Ezcurra tuvo su Lentini: Félix Luna.
En setiembre del 2001 (ti ricorda, lettor mio: plena crisis) le inspiró una cita afortunada: “Hasta la semana pasada estaba mustio y melancólico, parecía eternamente muerto. Pero el lapacho que plantó Martín Ezcurra en la avenida F. Alcorta y Mariscal R. Castilla, ha empezado a florecer. Pronto, el colorido de las campanillas iluminará el lugar. Celebremos estos brotes de la vida y hagámoslo imaginando que es una metáfora del país”.
Paradójicamente hay otro en el barrio de Flores: en una plaza, sereno triángulo proletario, de calesita y banco blanco, delimitado por Directorio, Varela y el pasaje Italia. Puede que su escasa fama se deba a la modestia del barrio o a su gesto: aunque luce su abundante floración rosada, no da semillas; como si se hubiera empeñado en no dejar descendencia que opaque su solitario protagonismo legendario.
Así, andaba yo cazando lapachos entre las copas bajo la llovizna, y una muchacha me preguntó: “¡Qué bellas flores! ¿Qué árbol es?” Le contesté como corresponde a un lapachero: “Ya no caerán más heladas, que está el lapacho encendido, y en su guitarra de sangre, gimen los vientos vencidos, y ya cantan los zorzales”.