Pinceladas de historia

Orígenes del comercio exterior rioplatense

domingo 24 de septiembre de 2023 | 6:00hs.

Desde el arribo de los españoles al territorio en el primer cuarto del siglo XVI y hasta mediados del siglo XVIII, gran parte del litoral rioplatense siguió ocupado por grupos nómades, como charrúas, yaros y bohanes que impedían la expansión de las fronteras interiores de las ciudades fundadas por los ibéricos. Una violenta acción militar contra éstos, ordenada por el gobernador de Buenos Aires Andonaegui en 1760, alentada por el impulso exportador de carnes saladas y cueros desde los puertos de Montevideo y Buenos Aires, posibilitó el poblamiento y la ocupación del espacio de esas fértiles tierras a través de estancias ganaderas.  Esas unidades productivas posibilitaron un explosivo crecimiento de las ciudades del Plata y el litoral riograndense.

Pero ese proceso de poblamiento no estuvo exento de conflictos interjurisdiccionales o entre los mismos particulares, o aún, entre éstos y las autoridades oficiales. En los últimos años de la administración hispánica, los despachos oficiales se hallaban atestados de expedientes y causas motivados por querellas sobre cuestiones de tierras, en el mismo espacio que se encontraba libre de ocupación efectiva hacia 1760.

Un informe de la época del virrey de Loreto, el 4 de agosto de 1785, es muy significativo para entender la conflictiva situación por el dominio de la tierra en esos tiempos. Dice allí:

 

“Antes eran mirados los ganados con el mayor desprecio y abandono, sobrando los cueros producidos por los mataderos para el consumo de la carga de uno o dos buques que cuando más salían al año de estos puertos y por consiguiente cuidaban muy poco o nada los hacendados de sus respectivas estancias y miraban con muy superficial atención lo que ahora aprecian y disputan con tanto empeño. Dejó de ser olvidada esta parte de la América…”

 

Este testimonio muestra cabalmente la transformación económica que se vivía en el Plata a partir de la valorización de la actividad ganadera, gestada principalmente por el rey Carlos III, reconocido por la trascendencia de sus obras. En las épocas de su reinado, el Plata fue reforzado militarmente con la intención de defender la región de los embates de ingleses y lusitanos; se abrió el comercio con ultramar y se colonizaron las tierras patagónicas. La coronación de esta política de “redescubrimiento” de esta parte de la América española, fue la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776. A partir de allí, el territorio rioplatense se abrió al mundo. 

La creación del virreinato y sobre todo la habilitación de los puertos de Montevideo y Buenos Aires al comercio exterior en 1778, trajeron inmediatos resultados, tanto en lo económico como en lo social. Los artículos introducidos llegaron hasta el Cuyo y el Alto Perú y de allí se extrajo fundamentalmente la plata, iniciándose un circuito comercial entre estas regiones y Buenos Aires, que promovieron un explosivo crecimiento demográfico de la región.

En el aspecto económico, a modo de ejemplo, entre 1772 y 1776, entraron a Montevideo y Buenos Aires sólo 35 embarcaciones. En 1796, llegaron 77. La exportación de cueros, que antes de 1778 era de 150.000 unidades anuales, entre 1779 y 1795 sumó 13.000.000. Un comerciante ligado al puerto de Montevideo narraba asombrado en 1781, que en un solo día, salieron registrados de ese puerto 432.000 cueros en un convoy de 25 embarcaciones.

Las nuevas medidas económicas habían sido singularmente favorables para las regiones ganaderas, como para los principales puertos, en desmedro de las regiones del interior del Virreinato, productoras de artesanías y vinos. La apetencia por los cueros, por las nuevas condiciones de la industria europea, permitió un interés desconocido hasta entonces por la actividad ganadera.

En medio siglo (1760-1810) la población se cuadruplicó y las estancias ganaderas crecieron explosivamente. La Banda Oriental se multiplicó más de diez veces y Entre Ríos casi veinte veces. Corrientes, en su zona rural, quintuplicó su población. Las Misiones de guaraníes, mientras tanto, y como consecuencia inmediata de la expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús, se hallaban en un franco proceso de decadencia.

Esa explosión demográfica en el litoral tuvo su origen en las migraciones internas. Y básicamente fue la población guaraní de las Misiones la que aportó el mayor número de nuevos habitantes a la floreciente sociedad virreinal, al mismo tiempo que los antiguos poblados jesuíticos se iban deshabitando. Su población se dispersó hacia las campañas litorales, donde prosperaba la actividad ganadera, produciendo, en lo social, un extraordinario fenómeno de mestizaje de su población especialmente rural.

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