Exigencias del mercado mundial obligaron a mejorar la calidad del té

domingo 20 de enero de 2019 | 6:00hs.
Okulovich hijo, Andueza, Okulovich padre, Acosta y Urrutia hijo, en entrevista con El Territorio.
Okulovich hijo, Andueza, Okulovich padre, Acosta y Urrutia hijo, en entrevista con El Territorio.
Daniel Villamea

Por Daniel Villamea Corresponsalía Oberá

La cuadrilla avanza despacio entre los líneos de té, el calor sofoca y empapa las camisas en sudor. Trabajo, esfuerzo, dedicación. Componentes indispensables para satisfacer a un mercado mundial cada vez más exigente y competitivo.
Pero no todo es volumen y, así como los cuadrilleros trajinan las plantaciones quitando los yuyos a mano, lo que deriva en un producto de mejor calidad, los elaboradores se adaptan e invierten para cumplir con los estándares de calidad internacional.
La provincia de Misiones produce el 95 por ciento del té argentino, mientras que el 5 por ciento restante corresponde a Corrientes.
Según datos de la Cámara de Elaboradores de Té Argentino (Ceta), el año pasado se exportaron 76 millones de kilos (92 por ciento de la producción total), lo que se tradujo en un ingreso de 95 millones de dólares.
Desde hace alrededor de quince años la exportación se mantiene estable y Estados Unidos es el principal destino del té argentino, que constituye el 6 por ciento de la producción mundial.
Los teales prosperan al pulso de la lluvia y el sol, por ello la humedad de Misiones genera el clima ideal para su desarrollo. Precisamente, por la abundancia de precipitaciones este año se aguarda una gran cosecha.
Como contrapartida, se registra una baja del 20 por ciento del precio en dólares y de los volúmenes de compra, según comentó Carlos Okulovich (padre), socio gerente de Don Basilio SRL y presidente de la Ceta.
Don Basilio, Casa Fuentes -de capital internacional-, El Vasco y Las Treinta SA, de la familia Urrutia, son las principales cuatro empresas del sector y aglutinan alrededor del 70 por ciento de la producción de té argentino.

Los cuatro grandes
Por primera vez, representantes de tres de las cuatro empresas tealeras más importantes se reunieron para brindar una entrevista periodística en conjunto y contar su verdad sobre la situación actual del sector. “Nosotros nunca hablamos, pero ligamos todos los palazos. El Gobierno no nos atiende y siempre somos los cuatro malos de la película, pero entre las cuatro empresas generamos más de mil puestos de trabajo directo que genera la industria del té en Misiones”, subrayó Okulovich en la charla con El Territorio.
La referencia a los “malos de la película” obedece al permanente reclamo del precio de la materia prima que hacen desde un sector de la producción.
En la entrevista también participaron Carlos Okulovich hijo, Claudio Andueza de Casa Fuentes, Enrique Urrutia hijo y Fernando Acosta, apoderado legal de la Ceta.
A instancias de Carlos Okulovich (p) también fue invitado Crispín Beitía, de El Vasco, quien no pudo asistir por un inconveniente de último momento.
Las cuatro empresas manejan volúmenes de producción muy similares, con una leve superioridad de Casa Fuentes, que predomina desde hace 30 años.
Sobre el mercado actual, Andueza mencionó que “está estable, pero no sabemos si seguirá así. Pero si cambia, cambiará para abajo”.
“Desde hace quince o 20 años Estados Unidos es nuestro principal mercado y el segundo es Chile. El tema es que Estados Unidos se complicó por el movimiento de una empresa internacional (Nestlé) que decidió salir del país y, el producto que hacía allá, empezó a elaborar en la India, con lo cual bajó sensiblemente el volumen que nos compraba. Eso afectó muy fuerte a toda la industria”, agregó.

Mayores exigencias
En ese contexto, tal como describió el representante de Casa Fuentes, los elaboradores “nos encontramos en la disyuntiva de tener que encontrar nuevos mercados para suplir ese déficit. De manera que probablemente el volumen actual disminuya y por ello todos estamos buscando nuevos mercados, pero está difícil”, reconoció.
Andueza explicó que para llegar a nuevos mercados se debe apuntar a una mejor calidad del producto que tradicionalmente se exporta, lo que los llevaría a competir con potencias como la India, lo que a su vez implicaría cambiar los estándares de producción.
En ese punto chocan contra una competencia que dispone de un menor costo de mano de obra, al tiempo que se extreman las exigencias para ingresar al mercado europeo, por ejemplo.
“Un yuyito que haya en la planta te salta en el examen de calidad. Por eso, en nuestras propias plantaciones tenemos gente para limpiar a mano. Hoy se usa más personal que en la tarefa para la limpieza previa a la cosecha, lo que hace apenas dos años no era tan necesario porque los controles internacionales no eran tan exigentes”, detalló Okulovich (h).
Asimismo, subrayaron la importancia de que los productores también se adaptan a las nuevas exigencias del mercado internacional. De lo contrario quedarán afuera.
Por su parte, Urrutia graficó que “diez años atrás no se gastaba tanto en limpieza y análisis. Hoy cada cliente pide su análisis. Algunos se hacen localmente, otros dentro del país y algunos en el exterior, Estados Unidos o Europa”.
“Esto demuestra con qué responsabilidad estamos peleando para poder vender té al mercado de la Unión Europea, por ejemplo. Y un dato más: para analizar cada lote gastamos 150 dólares”, agregó Okulovich (p).

Reclamo y realidad
Ante este panorama, insistieron con que la industria se está adaptando al cambio para acceder a nuevos mercados y los productores también tienen que adaptarse.
“Pero es difícil cambiar un modelo de trabajo de 20 años. Eso nos está costando”, remarcó Andueza.
En tal sentido, precisaron que hoy chocan con productores que no invierten en sus producciones y cosechan con malezas, por lo cual el producto llega a la fábrica y es rechazado porque no hay mercado para esa materia prima.
“Y esos son los que después salen a cortar una ruta y tiran el té”, graficó Okulovich (p), y agregó: “Pero el productor que trabaja ordenado no tiene problemas. La actividad funciona bien, dentro de los parámetros. Pero están aquellos que heredaron la chacrita del abuelo y no se adaptaron a los nuevos tiempos”.
Por su lado, Okulovih (h) reflexionó que “las pálidas que hay en el sector vienen de un grupo muy reducido que tiene mucha prensa. Pero en su gran mayoría, los productores se fueron acomodando a los nuevos requerimientos del mercado”.
Asimismo, Urrutia subrayó que “no son nuestros productores los que reclaman y cortan rutas. Reclaman aquellos a los que no les recibimos el producto por falta de calidad”.
Sobre el estándar del té argentino de exportación, precisaron que es apto para mezclas. “Somos el 6 por ciento de la producción mundial y nuestro té se va mezclando en diferentes blends. Por eso no somos formadores de precios. A nosotros nos ponen los precios. Si no quieren, un año no compran té argentino y no pasa nada”, reconocieron.

El precio
Actualmente, el kilo de brote de té tiene un precio de 3.15 pesos, en los elaboradores reconocieron que el precio oficial es imposible de cumplir y se paga un promedio de 2.70 pesos.
“Los cuatro grandes siempre fuimos los que nos arrimamos más al precio oficial y somos los más castigados. Pero después están los que compran el té que nosotros rechazamos y pagan un peso. De eso nadie habla”, remarcó Okulovich (p).
En tanto, Urrutia hizo hincapié en los costos de producción y financiamiento. “Lo que se hace en septiembre, octubre, noviembre y diciembre, te empiezan a comprar en diciembre, o sea que tenés que pagar al productor, la mano de obra y capaz ahora estamos embarcando té que hicimos hace más un año. Pero eso, para tener té en el depósito tenés que tomar crédito”, indicó.
Si bien los teales de provincia tienen una antigüedad promedio de 40 y 50 años, los productores que se adecuaron a los requerimientos del mercado deben sortear procesos de certificación que requieren prácticas y capacitación, entre otros requisitos.
Actualmente, la cosecha de té es una de las más mecanizadas del mundo, ya que con un solo operario se puede cosechar cinco hectáreas por día; pero al mismo tiempo, el nuevo estándar mundial generó el requerimiento de la limpieza a mano y más fuentes de trabajo.

“No somos formadores de precios”
Fernando Acosta, por su parte, remarcó que más allá de las imposiciones, la producción argentina “no mueve al mercado internacional y, por lo tanto, no somos formadores de precio. Esto es muy importante, porque mediáticamente aparecemos como el sector que siempre gana y no es así”.
“El mercado internacional nos impone el precio y nosotros tenemos que ajustar para adentro. Somos un sector más de la cadena de comercialización a nivel mundial”, agregó.
Además, reclamó mayor predisposición por parte del gobierno para atender los reclamos del sector, que incluye a 22 elaboradores asociados a la Ceta.
“La ley de la Coproté (Comisión Provincial de Té) establece que se debe atender todas estas cuestiones: el precio y la situación del mercado internacional, pero nunca somos escuchados ni tenidos en cuenta por el gobierno a la hora de fijar el precio. Y justamente ese precio que surge de estas pautas es lo que la ley establece como el precio justo. Pero el precio justo no es sólo el que atiende el costo del colono”, indicó.
Para Acosta, la actitud del gobierno con relación al té constituye “una gran contradicción”, puesto que si “reconoce que entre el 90 y el 95 por ciento de la producción se exporta, también debería reconocer que el mercado mundial manda y por eso no somos formadores de precios. Es una cosa muy sencilla, de lógica pura, pero pocos conocen esta situación”.
Por ello, reclamó que se haga un análisis global de la situación y no sólo con la voz de algunos que dicen representar a determinados sectores.
“Por suerte, cuando se les explica de esta forma, la mayoría de los colonos que trabajan entienden la situación”, destacó.


El precio político

El apoderado legal de la Ceta, Carlos Okulovich (p), también ponderó que tres de las cuatro elaboradoras más importantes son empresas familiares, salvo Casa Fuentes, que también está invirtiendo mucho en la zona.
“Es decir que los cuatro grandes están con mucha expectativa, hacen inversiones y dan trabajo a mucha gente en forma directa e indirecta, como transportistas y la industria metalúrgica, que depende mucho de esta actividad. Por ello, el estado debería acompañar al sector elaborador, pero siempre nos fijan un precio que no es real. Es un precio político atendiendo al reclamo mediático de la gente. No es precio real ni que contempla una política a largo plazo para consolidar las inversiones”, apuntó.
Y agregó: “El precio que se fijó en la última campaña generó desconcierto porque no se cumplió con ninguna de las pautas. Cuando el ministro fijó el precio también se lo hicimos saber e hicimos las presentaciones correspondientes, pero nunca nos llamaron para ver qué problemas tenemos, cómo nos pueden apoyar”.
Por otra parte, anticipó que el próximo 31 de enero se realizará la Asamblea de la Ceta, oportunidad en que pretenden la modificación del estatuto para hacerlo más dinámico en función a las demandas actuales.