El Cepromu, contención y espacio de mujeres con dolorosas historias

domingo 16 de junio de 2019 | 6:00hs.
Vanesa y Mercedes son madres y víctimas de historias de violencia que atravesaron sus vidas.
Vanesa y Mercedes son madres y víctimas de historias de violencia que atravesaron sus vidas.
El Centro Provincial de la Mujer (Cepromu) en Eldorado está a cargo de la directora Miriam Blas y es único en la zona Norte de Misiones.
El espacio está ubicado en el predio del ex hospital zona oeste, en el kilómetro 2 de la localidad, y cuenta con tres psicólogos que están tanto en turno mañana como tarde, además de psicopedagogos y personas idóneas en temas relacionados a la violencia de género.
Si bien su atención es ambulatoria, en la actualidad cuentan con un total de 1.608 pacientes con problemáticas de violencia de género y familiar.
“Asistimos a personas de todas las edades porque hacemos una cobertura familiar. La persona adulta, o a veces hay niños, ingresan y, depende de cada caso, no sólo se trabaja en cuestiones de violencia de género, se trabaja ante la víctima y el victimario para que reciban tratamiento”, explicó respecto del funcionamiento del lugar Paulina Kaczalha.
El centro de protección de la mujer no cuenta con un espacio, una casa o un edificio donde se puedan resguardar las víctimas. Años atrás se habilitó una casa de la mujer municipal, pero no prosperó debido a la falta de recursos.
“La doctora Miriam Blas trata de resguardar la integridad de la víctima. Por ello el lugar donde se las resguarda por una cuestión de seguridad es secreto, ya que el lugar que se había inaugurado era muy visible y de fácil acceso para quien quisiese lastimar a alguno de los habitantes del hogar”, añadió Kaczalha.

Historia de víctimas: Vanesa
Una de las mujeres que en su momento acudió y recibió asistencia en el Cepromu es Vanesa Pucheta, quien es madre de dos hijos varones.
Vanesa recordó que por ese entonces uno de sus hijos tenía seis años y acudió al Cepromu para que el niño se atendiera con una psicopedagoga, pero allí también supo encontrar refugio para el drama que ella atravesaba.
Es que la mujer había sufrido violencia física y mental por parte de sus dos últimas parejas. En diálogo con El Territorio, Vanesa contó cómo fueron esos momentos: “Recuerdo que ya la relación no marchaba muy bien. La primera vez que me pegó, mi hijo tenía cuatro días de nacido. Le perdoné porque no sabía que volvería a pasar, uno tiene la esperanza de que sólo haya sido un error, pero no”.
Y continuó: “Cuanto mi hijo tenía nueve meses me dio tal palizada que quedé tirada. Si me preguntan qué lo llevó a hacerme eso, con una mano en el corazón, no lo sé. Esa violencia hizo clic en mí y decidí separarme porque ya había pasado lo mismo con otra persona violenta y por mis hijos me separé”.
La mujer recuerda haber hecho una denuncia penal contra su ex pareja, aunque “nunca tuvo una exclusión de hogar. No sé qué pasó. En ese entonces nosotros no teníamos derechos”.
A partir de ahí, Vanesa señaló que después regresó al Cepromu pero ya no por su hijo, sino para pedir ayuda para ella.
“Cuando llegué me recibió Paulina con mucha empatía. Se preocupó por mí y mi familia, me sentí protegida. De ahí en más asistí a las reuniones que realizaba el centro durante casi seis años. Allí compartíamos charlas con otras mujeres que habían pasado cosas peores que yo. Ahí aprendí a valorarme como mujer, a saber que somos valiosas y entendí que lo mío también era grave, en menor proporción pero grave al fin. Eso debemos entender las mujeres, que nadie nos debe trata mal de ninguna forma”, agregó y recomendó.
Vanesa narró que durante el acompañamiento recibido volvió a formar una pareja y se dio cuenta que aún traía secuelas de lo vivido.
Esta vez, en su afán de que no la vuelvan a lastimar perdió el equilibro en cuánto a la persona amada y ella se transformó en la violenta.
“Yo no me daba cuenta que trataba mal a mi pareja. Yo me había convertido en violenta y eso estaba mal. Tenía a alguien que me quería cuidar, amar y yo sólo pensaba en defenderme. He llegado a dar un golpe sólo porque me miraba mal. Gracias a Dios con el psicólogo entendí que eso no era correcto y aprendí a manejar mis emociones para bien”.
En la actualidad, los malos años han pasado para Vanesa. Hoy se dedica a recibir y hacer reuniones con muchas mujeres brindando ayuda psicológica y económica a quienes lo necesitan. También da albergue en su hogar.

Historia de víctimas: Mercedes
Otra víctima de violencia que charló con El Territorio fue Mercedes Bubans (49), quien tiene tres hijos mayores y una niña de 8 años.
La mujer sufrió agresiones de parte de su esposo, quien últimamente sólo se dedicaba a beber y maltratarla, al punto de llegar a golpearla varias veces durante su último embarazo.
“Tengo el lado izquierdo de mi cara rota por dentro a raíz de una piña que me dio en la cara un día. Ese día, recuerdo, me desmayé y a lo lejos escuchaba cómo lloraba mi nena, digo a lo lejos porque quedé tirada en el suelo, desorientada y mi hija estaba sentadita al lado mío”, narró.
Hace poco, la pequeña hija de Mercedes fue diagnosticada con epilepsia. “De parte de mi familia y la de su papá no hay antecedentes de esta enfermedad. La doctora me dijo que puede ser por los golpes que sufrió durante el embarazo”, señaló, mientras miraba al cielo como buscando ayuda.
Mercedes también asistió al Cepromu durante un largo tiempo y allí fue contenida por el grupo de profesionales.
Ahora, no sólo la enfermedad de su hija la acongoja, sino también el temor, ya que tiempo atrás recibió amenazas de parte de su ex pareja. “Me las vas a pagar todas, vos y tu hija ya van a ver”, es el mensaje que la atormenta todas las noches.


El recuerdo de Paulina Portillo

Mercedes y Vanesa no sólo comparten la ciudad, el barrio y los amigos, sino que ambas tienen presentes un recuerdo muy doloroso. Es que hace poco más de dos años estuvieron asistiendo a reuniones junto a Paulina Portillo (27), la joven madre de tres hijos asesinada a machetazos por su concubino, en abril de 2017. “Era una mujer súper sometida, de mirada baja todo el tiempo, buena madre, pero muy sufrida”, recordó Mercedes.
Vanesa, en tanto, señaló que Maximino Barúa, el concubino de Paulina y principal acusado del femicidio, era un tipo “malo”.
“Nosotros advertimos en una reunión que esto pasaría y pasó, llegó el día que Mercedes me mandó un mensaje diciendo que Maxi estaba matando a su mujer. Se escuchaban gritos y de repente nada”, señaló. “Yo tiré piedras en la casa, otros vecinos silbaban y los que podían haber ayudado se escondieron. Él salió y me amenazó diciendo que ‘vos no me vas a decir si yo puedo o no matar a mi familia’. Saltó un portón y se le cayó un puñal y la funda de un machete. Estábamos todos muy asustados. Llamamos a la Policía y junto con dos policías entramos a la casa. Vanesa sacó a los niños y yo escuché que la nena dijo ‘tía, mi papá mató a mi mamá’. Eso fue doloroso, triste”, fue el desgarrador recuerdo que en Mercedes todavía persiste a pesar del paso del tiempo.