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Un caso extremo que derivó en traumas y secuelas de por vida

domingo 16 de junio de 2019 | 6:00hs.
Andrea vive en Cruce Caballero, alejada de la zona de urbana, y logró rehacer su vida.
Andrea Cáseres (37) reside actualmente en Cruce Caballero, donde logró rehacer su vida.
En su rostro es posible observar, no sólo por sus cicatrices, sino también por su mirada que aún guarda momentos de inmensa tristeza, el dolor que sufrió consecuencia de haber convivido durante más de quince años con un hombre alcohólico y violento, que la golpeaba permanentemente dejando secuelas irreversibles en su salud.
Andrea conoció a su pesadilla cuando ni siquiera había cumplido 17 años y al poco tiempo comenzó a convivir con él. En los primeros meses la relación marchaban bien, pero con el tiempo todo comenzó a cambiar.
El hombre, en estado de ebriedad, ejercía todo tipo de violencia sobre ella, la cual con los años la trasladó incluso hacia los seis hijos que tuvieron.
Las agresiones eran tal que a consecuencia de los golpes que recibió estando embarazada Andrea sufrió tres abortos espontáneos.
Con la promesa en algunas oportunidades de que no la volvería a golpear, pero sobre todo por las amenazas, la mujer -atemorizada con que algo le sucediera a sus hijos- demoró en hacer la primera denuncia y separarse, hasta que los golpes eran tantos que fue su hijo mayor quien salió a buscar ayuda.
“Todos los años que estuve con él fui golpeada. No podía salir de eso porque decía que me mataría, me corría de la casa. Varias veces la Policía me acudió porque andaba corriendo por el pueblo sin tener donde ir. El grado de violencia sólo aumentaba, me golpeaba con lo que tenía, principalmente en la cabeza”, recordó Andrea en diálogo con El Territorio.
La violencia era ejercida a fuerza de puños, patadas, con palos y cintos. A consecuencia de esto, la víctima fue sometida quirúrgicamente en cinco oportunidades debido a que se le formó un tumor en la cabeza que casi la deja al borde la muerte. De las operaciones no se recuperó perfectamente, ya que siente dolores muy fuertes y no puede exponerse al sol debido a que corre el riesgo de que ese tumor vuelva a formarse.
Según detalló la entrevistada, la mayoría de las veces el violento primero la atacaba a ella hasta dejarla totalmente indefensa y así continuar con sus hijos.
En una oportunidad, la víctima fue su hija menor, que entonces tenía tan sólo diez meses, a quien el hombre golpeó casi hasta la muerte. “Él arrojó a mi hija chiquita de la cama al piso y ella se quedó casi muerta. Me dolía en el alma pero yo no podía hacer nada porque estaba tirada en el piso de tantos golpes y ahí me di cuenta que no daba para más, que si me mataba no importaba, pero ya no podía seguir más viendo que mis hijos también sufrían tanto”, recordó.
La pareja vivía en una chacra y su vivienda fue incendiada antes de que se separaran. En tres oportunidades ella se refugió en el monte, donde una vez incluso se perdió en la espesura de la selva y recién pudo ser rescatada mediante ayuda de la Policía.
Según contó, el momento de la separación fue muy difícil, ya que el agresor no aceptó la decisión e intento matarla con un machete. En esa instancia, ella se adentró en el monte y allí permaneció por más de doce horas, hasta que logró llegar a la ciudad y pedir ayuda. Con asistencia policial, realizó denuncia y el sujeto finalmente fue detenido.
En la comisaría, el hombre identificado como Oscar P., se defendía argumentando que la mujer estaba loca. En varias oportunidades, tras recobrar la su libertad, su único fin fue encontrar a Andrea para volver a agredirla.
Hace poco tiempo, el 3 de marzo de este año, el hombre salió de la cárcel pero no buscó a Cáseres, sino que torturó y amenazó a una de sus hijas sin respetar la prohibición de acercamiento que recaía sobre él.
Ante este hecho, nuevamente quedó tras las rejas. “Mi tranquilidad es que él esté preso, porque siempre busca a alguno de nosotros. Esta vez golpeó a mi hija y amenazó con prender fuego la casa y hacerle daño a mi hijo mayor si ella contaba algo”, señaló Andrea.
La separación significó un gran esfuerzo para la mujer debido a que tuvo que comenzar desde cero, alquilando y sobreviviendo con muy poco junto a sus hijos, que son su motor, valentía y fortaleza.
“No teníamos prácticamente nada, porque él había fundido con la bebida, pero recibí mucha ayuda, los vecinos me asistieron mucho y el psicólogo Saúl Aquino me visitaba y eso me significó bastante. Me ayudó a superar ese trauma, esos años de sufrimiento. Hoy estamos contentos, mi nueva pareja los trata muy bien a ellos y eso es lo principal para mí”, agregó.
Hace dos años la mujer conoció a una persona, José Luis, con la cual logró rehacer su vida. Ahora, asegura, lleva una vida normal y feliz. Fruto de esta nueva relación, se encuentra en el séptimo mes de gestación y de a poco logra borrar los años que parecían ser eternos.
El hecho de haber superado la dramática relación es lo que motivo a Cáseres a contar su historia para animar a otras mujeres a que no tengan miedo y pidan ayuda. “Un hombre que golpea una vez, difícilmente deja de hacerlo. Las promesas y amenazas deben ser ignoradas, no se cumplen. Hay que salir a tiempo y pedir ayuda”, culminó.
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