De récord en récord

viernes 26 de abril de 2019 | 10:03hs.
Carlos Serenelli
Carlos Serenelli
Suben el riesgo país, el dólar, la inflación y la tasa de referencia que acelera la bicicleta financiera. Se desploman los bonos, la actividad económica y el consumo. Crecen la pobreza y el desempleo. Se hunden la clase media y las pymes. 
Con ese cuadro de situación está terminando su mandato Mauricio Macri. Las cifras están allí y hablan. Hablan de un país en el que no se ha encontrado el rumbo, de un economía que está cada vez más cerca de tocar fondo como en el 2001, de una profunda pérdida de credibilidad en el gobierno y de un relato del cambio que no se condice con esas cifras irrefutables, implacables y detrás de las cuales -o delante, mejor dicho- está el sufrimiento creciente de millones y millones de argentinos. Las voces críticas a la política económica de Macri -o a la falta de ella- se escuchan cada vez con más fuerza y llegan desde todos lados. Tanto que la némesis del macrismo, el kirchnerismo, adoptó en los últimos meses la estrategia de no hablar mucho, de no atacar. Y no por complacencia sino porque sobran voces apartidarias que describen el actual estado de cosas y señalan los múltiples errores. Una de esas voces que retumbó con fuerza ayer fue la del Financial Times, que destrozó con sus críticas a la actual política económica argentina. Y no habló del miedo al regreso al populismo o del libro de Cristina Kirchner sino de los errores que cometió y sigue cometiendo el gobierno nacional y de la pérdida de confianza incluso por parte del empresariado. Pero desde el macrismo siguen comentando la realidad como si fueran periodistas o analistas, tirando spots y piezas marketineras, intentando salvar el barco del naufragio sacando el agua con una cucharita y ratificando el rumbo con el argumento de que es por acá y no hay otro camino. Y así vamos, de promesa en promesa incumplida, desde lo del segundo semestre pasando por los brotes verdes y lo peor ya pasó hasta llegar a que en este abril/mayo mejorará todo con la liquidación de exportaciones por la gran cosecha y por los 60 millones que el FMI autorizó a vender para contener el dólar. Pero la realidad sigue allí, implacable, aplastando un relato que ya no hay por dónde sostenerlo.