Con el sello misionero

martes 06 de octubre de 2020 | 5:00hs.
Con el sello misionero
Con el sello misionero
Diego Vain

Por Diego Vain deportes@elterritorio.com.ar

Un estadio colmado, un rival de categoría, una presentación con victoria y un debut que invitó a soñar. Que marcó un antes y un después en la historia del deporte misionero. Hace 25 años Luz y Fuerza jugó su primer partido como local en Posadas ante Ferro, la Liga Nacional desembarcó en la Tierra Colorada y para Mauricio Hedman esa no fue una noche más.

El obereño venía jugando en la elite del básquet argentino y cuando se dio la chance de hacerlo en Misiones no dudó. Después, los arreglos de los que nada tienen que ver los jugadores lo alejaron de su tierra natal y nunca más vistió la camiseta de un club misionero.

En el inicio de la Liga Nacional para el Eléctrico en esa temporada, en la victoria ante Estudiantes en Bahía Blanca por 112-97, Hedman se convirtió en el primer misionero en jugar con un equipo de la Tierra Colorada en la máxima categoría de Argentina. Un par de semanas después, el obereño se lució ante su gente, ante su familia y cumplió su sueño de jugar en Misiones.

“La decisión de ir a Luz y Fuerza fue por jugar en Misiones, para estar cerca de mis viejos, de mi familia. Fue más sentimental que otra cosa la decisión. Yo jugué entre el 85 y el 87 en Racing (de Posadas) y después fui reclutado por Sport Club Cañadense y no volví más. Yo quería jugar en Misiones, era algo pendiente y apareció la oferta de Luz y Fuerza y no lo pensé mucho. Me tiraba la Tierra Colorada”, recordó el obereño, quien hoy vive en la ciudad santafesina.

Después de varias temporadas jugando en la Liga Nacional, de haber pasado por la selección argentina, Hedman decidió que era momento de asentarse a la ciudad a la que llegó en los 80 con la ilusión de ser basquetbolista, cuando lo llamaron para conformar un equipo que pasaría a la historia, bajo la tutela del mítico León Najnudel.

Pero nada se compara con las noches que vivió Hedman en el polideportivo El Zaimán. “Jugábamos con cinco mil personas todos los partidos en El Zaimán. Era una locura”, graficó el hoy entrenador.

“Lo de Luz y Fuerza fue una revolución. Te gritaban cosas por la calle. Yo nunca vi al Zaimán lleno como en esa época. Mi papá se venía con los amigos de Ituzaingó, había carteles de Oberá, de Iguazú, de Puerto Rico. Creo que fue un año muy representativo de la provincia. Se armaban autos para venir a ver los partidos y tengo muy gratos recuerdos. Quizás el final empañó un poco todo”, contó.

Es que Luz y Fuerza, fiel a ese estilo que tuvo en los 90 fue rápido. Llegó en pocos años a la Liga Nacional, empezó la temporada con cinco victorias de manera consecutiva y luego se puso más a tono a lo que un recién ascendido podía ofrecer.

“Normalmente cuando un equipo asciende hay un proceso de cambio y de expectativas. Luz y Fuerza había perdido finales, pero si haces un repaso del equipo campeón (en el TNA) no quedaron muchos y, de los jugadores que llegamos, muchos éramos suplentes y alternábamos titularidad. No era un equipo de grandes nombres y estábamos preparados para no descender y para intentar pelear arriba, pero con Jerome Mincy y Herb Blunt empezamos a jugar bien y cuando empezás creer que podes jugar bien el techo es el cielo. Le ganamos a todos y fuimos la revelación en ese momento”, analizó Hedman, pero explicó el momento en el que cambió el rumbo del equipo.

“Arrancamos bien, Jerome Mincy era una bestia y se fue haciendo una buena liga. Después vino la lesión de Mincy para la segunda parte y al no tener a nuestra figura principal nos tuvimos que acomodar de otra manera”, se lamentó el obereño.

“Quedamos novenos y fue bueno. Si hubiese sido al revés, de menor a mayor, el noveno puesto era un éxito total. Nosotros sorprendimos de entrada, hasta estuvimos primeros en un momento, pero después bajamos. Nuestra clave era Jerome Mincy, que después Boca se lo llevó y salió campeón”, agregó.

Las dos caras
Luz y Fuerza provocó una irrupción en Misiones, pero sobre todo en Posadas. Llegar a la Liga Nacional y competir mano a mano con históricos como Atenas, Ferro y Peñarol era un lujo para el deporte de la provincia en ese momento.

“Había una fiebre por Luz y Fuerza. Al haber salido campeones ese año, en Posadas se hablaba de básquet. Era lindo. Vivir ese año fue hermoso. Para un deportista, sobre todo en un lugar en el que el básquet no es el primer deporte, fue muy lindo. Yo hablaba con ex compañeros que venían a jugar y no podían creer la cantidad de gente que había en la cancha. No era normal que un equipo llevara cinco mil personas por partido”, recordó Hedman.

Pero durante todo ese año el Eléctrico vivió una realidad complicada. Estaba en lo más alto del deporte a nivel nacional, aunque la economía siempre era un problema.

“Lamentablemente lo económico no siguió. Nosotros veíamos que la cancha estaba llena, pero cuando llegaba fin de mes cobrábamos sólo un 20 o 30 por ciento. Como jugadores no sabemos cómo fueron los manejos. No sé qué pasó, pero la terminaron regalando a la plaza”, aseguró el obereño y confesó cuál fue la decisión del equipo.

“Yo me fui a un departamento y dormía en el piso. Estábamos hablando de la Liga Nacional, porque si jugás un torneo menor te adaptás. El pacto interno en el grupo era dejar al equipo en la A para poder cobrar. Esa era la garantía. Pensamos que iban a pagar...”, pero eso no sucedió, al menos con varios jugadores.

La plaza de Luz y Fuerza nunca se vendió, pasó a manos de la Asociación de Clubes y luego a Estudiantes de Olavarría. A Misiones le costó, a nivel deportivo, un largo tiempo volver a soñar con llegar a la elite. Recién ahora, con OTC, la Tierra Colorada volverá a la Liga Nacional.

“A mí me dolió lo de la plaza como misionero. Yo sé lo que cuesta llegar. OTC recién ahora pudo llegar, pero ahora viene la otra etapa que es mantenerse y eso lleva un esfuerzo y mucha inteligencia”, avisó Hedman.

“Hay que saber manejar las expectativas, sobre todo de la gente. Hay que conseguir un equilibrio entre la expectativa de la gente, de los jugadores y hasta del periodismo con la realidad. Va a ser larga la temporada y siempre tenés buenas, malas, lesiones y tiene que haber un conjunto para que funcione bien”, expresó en referencia a lo que será lo que se viene para el Celeste.

Hedman estuvo cerca de jugar en OTC la Liga B en 2007, pero “no se dio”.

Pasado y futuro
Mauricio Hedman tuvo años de experiencia en la Liga Nacional y jugó hasta los 41 años, por eso a la hora de entender lo que cuesta llegar a la elite tiene buenos fundamentos para analizar lo que puede ser el inicio de OTC en la A.

“Hay que lograr que la gente vaya, que disfrute y que, si le toca perder, se vaya con la menor frustración posible. Que entienda que va a ver a Atenas, por ejemplo, y que todo el proceso (de OTC) tomó casi 20 años y que hace 25 años no hay Liga Nacional en Misiones. En su momento, como Luz y Fuerza lo logró en cuatro o cinco años parecía fácil, pero no lo es y cada vez es más complicado”, aseguró.

“Hoy no te alcanza el dinero solamente. Hay que tener una perspectiva a futuro, que no se hizo con Luz y Fuerza en ese momento, y hay que reclutar chicos. Hacer que el básquet sea deporte en las escuelas. Con nosotros (Luz y Fuerza) muchos chicos empezaron a jugar al básquet, pero quedó ahí. Yo me tuve que ir, quise volver, pude volver y duró un año. Mira la ironía”, analizó Hedman en referencia a su carrera.

“Ojalá que OTC revuelva el caldo. Creo que tiene la oportunidad para hacer algo que se intentó con Luz y Fuerza, de llevar jugadores de la provincia, pero tenes un proceso para sacar jugadores de las formativas de entre 5 y 10 años”, explicó y agregó que es el momento para formar entrenadores.

“Yo soy hijo de la Liga Nacional, hijo León Najnudel, y él tenía una máxima que era: cuanto mayor es la base de la pirámide, mejor será la punta”. Así resumió a su idea para potenciar al deporte. Más jugadores, más entrenadores llevarán a tener torneos más competitivos y, por ende, mejores equipos.

“En Misiones hay que analizar lo que pasó con las formativas. Muchos clubes se fueron quedando sin chicos y otros cayeron en los que estaban, que ya tenían a sus chicos. Entonces se alejaron del deporte. Hay que ir a buscarlos, porque si no tenés una base importante, como decía León, no vas a poder apuntar más arriba. Ojalá OTC pueda explotar el básquet en toda la provincia y que haya un movimiento interno para que la llama prenda en Posadas, en Apóstoles…”, cerró el obereño, que ese 6 de octubre de 1995 y con sus 7 puntos, ayudó a la victoria de Luz y Fuerza 92-86 sobre Ferro, en el día que la Liga Nacional llegó a Misiones.

Ginóbili, Magnano y la Generación Dorada

En la temporada 1991/92, Mauricio Hedman fue elegido como el jugador revelación de la Liga Nacional de Básquet. El misionero era parte de Sport Club Cañadense y fue el segundo jugador de ese equipo en conseguir ese galardón. El primero, un par de años antes, fue un tal Alejandro Montecchia.

Entre esa clase de jugadores y entrenadores de la clase de Sergio Hernández aprendió el misionero, que en la Tierra Colorada tuvo a Finito Gehrmann como padrino.

Después de su paso por Luz y Fuerza, Hedman se mudó a Bahía Blanca para jugar en Estudiantes y compartió equipo con Emanuel Ginóbili, quien regresó de su paso por Andino de La Rioja, y ya en ese momento demostraba que estaba para más.

“Yo lo que veía en Manu era que tenía una computadora en la cabeza. Hablaba, respiraba y vivía por el básquet. No le podías hablar de otra cosa con 18 años”, recordó Hedman.

“Cuando estábamos en Estudiantes llegó Daniel Rodríguez y nos dejó ‘jugar libres’. Corríamos y tirábamos. Manu y Pancho Jasen tenían 20 años. Era un equipo liviano y de repente empezamos a ganar y había una clave de Manu, que demostraba lo que era. En un entrenamiento intentaba algo. En el partido iba, lo intentaba y lo hacía y eso es muy difícil. Tenía una cabeza única, tenía una computadora”, contó el misionero.

Si ya en ese momento Ginóbili se destacaba era porque, fuera de la cancha, también se distinguía de sus compañeros. “Nosotros jugábamos viernes y domingos la Liga. A veces, cuando terminaban los partidos, íbamos a una pizzería, comíamos algo y Pancho Jasen le decía a Manu ‘vamos a salir’. Y Manu le respondía ‘no, porque mañana a las 10 me voy a tirar porque hoy erré cinco triples’. Tenía 20 años y eso no lo hacía cualquier juvenil”, aseguró Hedman.

“No tenía otra cosa que no sea básquet en la cabeza. Íbamos en el colectivo y no hablaba, estaba sentado nomas, cuando la charla era de básquet se prendía. Era como si estuviese en pausa”, comentó con gracia Hedman.

Pero además de compartir los primeros años de carrera profesional de Ginóbili, el obereño estuvo cerca de varios personajes de la Generación Dorada: “Tuve la suerte de jugar con varios buenos. De los del 2004 estuve con Magnano, con Hugo Sconochini, el Puma Montecchia, Walter Hermann, Manu Ginóbili y en la primera preselección a la que fui me tocó compartir pieza con Fabricio Oberto”.