“Al principio cuesta, pero después pasa a ser normal”

domingo 27 de octubre de 2019 | 6:00hs.
Demian Kachuk hizo un click. Pasó de 	tener una vida poco saludable a competir en triatlones e ironmans.
Demian Kachuk hizo un click. Pasó de tener una vida poco saludable a competir en triatlones e ironmans.
Diego Vain

Por Diego Vain deportes@elterritorio.com.ar

“Yo vivía en un departamento de dos pisos, que sólo se subía por escalera. Llegó el día que me agité como que hubiese corrido dos maratones y además ver la ropa gigante que me tenía que comprar hicieron el click de ‘hasta acá llegamos’”.
Impacta y te deja pensando un rato largo. Sobre todo porque el hombre que pronunció la frase se está preparando para competir en un Ironman, una de las competencias más exigentes del deporte a nivel físico y mental.
Para Demian Kachuk el cambio fue rotundo. Hoy no imagina la vida sin el triatlón y sin su entrenamiento. Decidió hacer algo diferente y comprendió que el cambio era mucho más profundo que cambiar de hábitos. Tuvo que “aprender a comer” y a enfocar su mente en un objetivo claro: mantener ese estilo de vida.
“Cambié muchísimo. La forma de vida, del cuerpo, de sentirme en el día a día, la energía que tenía para trabajar y el estrés. Todas esas cosas que uno tiene regularmente”, contó Demian, quien a sus 36 años se prepara para ir a competir en Nueva Zelanda.
“Era una vida poco saludable con hamburguesas, coca cola, asados, cerveza. Fui cambiando de a poquito. Estaba en 98 kilos (hoy tiene 74), casi pisando las tres cifras y llegó el día que hice un click”, recordó. “Primero fui a la nutricionista para hacer bien el trabajo, porque no hay que mandarse solo y decir ‘dejo de comer esto o aquello’, sino hacer un control médico correcto con especialistas. Para no castigar tanto el cuerpo empecé con natación, una natación para adelgazar”, agregó.
Pero no era la primera vez que entrenaba y por eso tampoco fue tan complicado volver al ruedo. “Tenía una vida deportiva antes, ya había jugado en mi juventud en el club Atlético Concepción y había hecho artes marciales, pero después de una lesión en un fútbol con los muchachos dejé todo y empecé con el ejercicio de la cuchara. Ese fue el descontrol”, confesó entre risas.
“La natación vino bien, empecé a bajar de peso y mi hermano me dijo ‘ya que sabes correr de antes, que ahora aprendiste a nadar ¿por qué no haces triatlón?’. Empecé a buscar videos de corredores como Javier Noya, gente de Argentina y de Misiones. Me gustó. Cambié la natación por una deportiva, para buscar velocidad y no tanto para bajar de peso”, relató Demian.
Poco a poco se fue poniendo metas y también aparecieron las barreras a pasar. “En junio hice la primera carrera de 5 kilómetros y casi morí. Fueron los kilómetros más largos de la temporada”, bromeó.
Es que más allá de las ganas, muchas veces los retos hacen que las personas dejen de pelear por ese objetivo. Esa, claramente, no era la historia de Demian, quien continuó buscando mejores marcas y nuevos desafíos.
“Empecé a mejorar. En marzo (de 2018) corrí una buena carrera en el torneo misionero y ahí apunté a un Ironman, que se corrió en noviembre de 2018”, recordó y aclaro el por qué de su buen rendimiento a la hora de competir.
“Lo que me hizo llegar a esto fue siempre una buena dieta. No digo no comer, sino hacerlo balanceado con lo que recomienda la nutricionista que es la que sabe. De a poco fui ajustando cosas de acuerdo al rendimiento. Dependiendo de la carrera, si es más o menos explosiva, consumo diferentes cosas. Todo eso el cuerpo lo fue aprendiendo. Fue parte de este cambio. Al principio cuesta, pero después pasa a ser normal. Después querés comer 12 empanadas y no podés. Si vas a un asado es un pedacito de costilla, no como antes que comía medio costillar”, comentó Kachuk.
Para los que lo conocían de antes, Demian tuvo un cambio rotundo, al punto que le decían que estaba flaco y necesitaba comer: “Me decían te falta comer, pero en realidad lo que hacía era comer mejor. Cuesta llevar esa educación al día a día, por cuestiones de tiempo y trabajo”.
Un día de Demian está bien dividido entre su vida profesional, su familia y el entrenamiento. Apenas tiene un tiempo se va a la costanera a andar en bici o a correr o a la pileta a nadar un rato, pero desde el año que viene va a tener que diagramar muy bien su jornada.
“Se va a agrandar la familia y habrá que estar bien para poder seguir por este camino”, contó con alegría, quien durante los primeros días de noviembre se irá a Buenos Aires a buscar la plaza para el Mundial de Ironman 70,3 de Nueva Zelanda.
“El año pasado hice una marca de 5h32m y ahora voy por las 4h30m, bajar una hora y conseguir un puesto para el Mundial. Tendría que quedar dentro del top 20”, explicó Kachuk, al tiempo dejó entrever que le gustaría dedicarse al deporte de alto rendimiento, aunque sabe que para eso debe sacrificar muchas cosas de su vida cotidiana.
De no poder subir dos pisos por una escalera a competir en triatlón y prepararse para un Ironman, una competencia que lleva al cuerpo al límite. De comer mal y con poco control, a llevar una vida saludable y con objetivos claros. Ese es el ejemplo que sigue Demian Kachuk, quien entendió que el cambio viene de adentro.