Quedarse en casa, cambiar el mundo

jueves 19 de marzo de 2020 | 5:00hs.
Quedarse en casa,  cambiar el mundo
Quedarse en casa, cambiar el mundo
Agustina Rella

Por Agustina Rella sociedad@elterritorio.com.ar

El único antídoto comprobado contra el avance de una enfermedad todavía desconocida, provocada por el ‘nuevo’ virus Covid-19, es cambiar nuestra rutina. Quedarnos en casa lo más que podemos para evitar el constante contacto con otros y extremar la limpieza. Si bien aún no hay vacuna, ni siquiera datos certeros de la cantidad real de afectados, la responsabilidad social funciona como un freno ya verificado en países que nos anteceden en la epidemia.
De este modo, el hogar, convertido en búnker, puede funcionar como origen de oportunidades, ideas, diálogo o bien como un caldo de frustación, peleas y angustia. No sólo está en jaque la salud física, sino también la psiquis.
Por eso, mantener una visión optimista y responsable, es clave.
“A todos nos genera incertidumbre esta situación de emergencia sanitaria. Hay un encierro obligatorio, pero no es lo mismo pensar en positivo que en negativo. Hay que apoyarse en la familia y los amigos, seguir los hábitos de higiene y acudir a fuentes de información contrastadas”, resumió Valeria Velázquez, licenciada en Psicología.
También en el diálogo con los niños, destacó que es imperioso transmitir calma y recordar que “esta es una situación temporal y que de todos depende que pase. Todos debemos poner nuestro granito de arena para que la situación se supere más rápidamente”.
“Si yo considero que quedarme en casa es algo tonto, aburrido, es muy diferente a pensar que va a servir a controlar la pandemia, para que la gente que lo necesite pueda ser bien atendida y básicamente para salvar vidas. Es un acto solidario y a todos nos hace bien ser solidarios, no hay que tomarlo con liviandad”, instó la psicóloga.
En esta línea, al estar todo el día en casa, cambian las costumbres, las expectativas y el ánimo, por lo que es crucial reorganizarse y aprovechar el tiempo. “Comidas, sueño, trabajo, ejercicio, van a tener que ser más planificados”, entendió Velázquez. “No tomarlo como tiempo de vacaciones o que se desmorone todo, sino darle una estructura a esto que nos saca de eje”, remarcó. De esta manera, los itinerarios tienen que estar hablados en familia, para que tanto padres como niños y adolescentes, puedan continuar sus tareas laborales y de estudio y  mantener espacios propios de recreación y demás.
A su vez este confinamiento, “crea oportunidades para compartir con nuestra familia, con nuestros hijos como cotidianamente no podemos”, estimó Velázquez, al tiempo que recomendó: dejarse fluir, abrir espacios de reflexión, expresar las emociones y hasta ponernos en contacto con aquellos con los que hace mucho no lo hacemos. 

Un nuevo orden
El narcisismo, la creencia de omnipotencia son puestos de lado, la ciencia y la tecnología están a prueba y, una vez más, la naturaleza pone en jaque al ser humano. Un simple estornudo puede desbaratarnos y la estructura sanitaria depende de la responsabilidad social, de la solidaridad, el autocontrol, de contenernos y aguantarnos la limitación. Obviamente la creatividad  se agudiza y las actividades cotidianas, desde lavarse las manos, hasta el trabajo y el entretenimiento, se reinventan.
“Esto que está sucediendo, nos va a servir para demostrar que es falso el postulado que los problemas son personales. Son colectivos porque todos somos interdependientes”, expuso la psicóloga, dando cuenta que tomar conciencia de que solos somos vulnerables y unidos poderosos, nos da la posibilidad de cambiar el mundo. 
Así, atendiendo a que las nuevas generaciones son más conscientes del cuidado del ambiente, Velázquez resaltó casos como el de Venecia. Allí, con la población en cuarentena, los canales tienen agua cada día más cristalina, peces, patos y hasta cisnes nadando inusualmente.
“Al ver estas formas en las que resucitó el planeta, nos damos cuenta de que es posible un mundo distinto”, concluyó la especialista en psicología. 

Buscar concesiones y pedir ayuda ante situaciones violentas

 “Todos fuimos sacados de nuestra rutina, de nuestro ritmo habitual y en lo que respecta a lo social, fuimos confinados. Perdimos esa vía de escape que teníamos”, arrancó detallando la psicóloga Valeria Velázquez. Además del miedo a la enfermedad, se cancelan proyectos vitales y también hay incertidumbre económica. En ese marco, la especialista entendió que la idea de familia hoy fue cambiando y así como muchas actividades se reproducen fuera del hogar, adentro “no es todo color de rosa”. “Entonces hay que buscar maneras de resolver, ponernos de acuerdo y que cada uno pueda tener su espacio, tanto los padres, los niños y la pareja”, destacó. Del mismo modo, resaltó la importancia de mantener  la serenidad, “evitando la rumiación mental con pensamientos negativos porque eso hace que se suba la sintomatología, se genere mayor ansiedad, pánico...”. 
Por otro lado, hay situaciones que lejos de ser ideales, pueden tornarse peligrosas. “Todo esto acarrea que afloren tensiones, como una olla presión. Van a ver momentos difíciles a nivel emocional, que es normal y no tenemos espacio de fuga. Pero hay personas que tienen más dificultades, que son violentas y no pueden contenerse por eso hay que tener una alerta”, juzgó la especialista al tiempo que recordó que las líneas de ayuda con sus respectivos mecanismos están activadas.
“Las personas agresivas no se relajan en entornos cerrados, hay relaciones que ya venían mal y todo esto lo extrema”, insistió y solicitó que tanto vecinos, familiares, denuncien si ven o escuchan alguna situación de violencia. Es una alerta, tenemos que estar atentos y no dar vía libre a los violentos”, concluyó. 
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