Rupit i Pruït, el pueblo medieval más destacado de España

Recientemente reconocido por la OMT como uno de los pueblos más bonitos del mundo, este lugar ofrece una experiencia auténtica y enriquecedora para quienes buscan historia y naturaleza combinadas. Explorar lleva poco tiempo, pero el encanto histórico invita a una visita detallada
domingo 05 de mayo de 2024 | 1:00hs.

En medio de la provincia de Barcelona, como un diamante escondido en el esplendor natural del Collsacabra, se encuentra el encantador pueblo medieval de Rupit i Pruït. Este lugar pintoresco está entre bosques frondosos y ríos serpenteantes, creando una atmósfera que transporta a sus visitantes a épocas pasadas, donde la historia y la naturaleza se fusionan en un escenario de belleza incomparable.

Rupit i Pruït es mucho más que un simple pueblo medieval; es un tesoro cultural que ha capturado la atención no sólo de los turistas que lo visitan, sino también de la Organización Mundial del Turismo (OMT), entidad de las Naciones Unidas comprometida con la promoción de un turismo responsable, sostenible y accesible. La reciente inclusión de Rupit i Pruït en la lista de los pueblos más bonitos del mundo por parte de la OMT es un testimonio de su valor histórico y su capacidad para cautivar a quienes buscan experiencias auténticas y enriquecedoras.

Desde Barcelona hacia la historia

Para aquellos que desean explorar este tesoro medieval desde Barcelona, existen varias rutas y opciones de viaje que permiten acceder a Rupit i Pruït de manera cómoda y fascinante. Si se opta por el uso de vehículos particulares, el trayecto desde el centro de la ciudad hasta el pueblo es una experiencia en sí misma, con un recorrido aproximado de 1 hora y 40 minutos por las carreteras C-17 y C-153. Durante este viaje, los paisajes cambiantes ofrecen una muestra del esplendor natural de la región, preparando el escenario para la magia que aguarda en Rupit i Pruït.

Desde Barcelona existen varias rutas y opciones de viaje.

Otra alternativa popular es unirse a una excursión organizada desde Barcelona hacia Rupit i Pruït. Estas excursiones no solo facilitan el acceso al pueblo, sino que también ofrecen una experiencia guiada en la que se pueden descubrir los aspectos más fascinantes de su historia y arquitectura medieval.

Por otro lado, aquellos que prefieran una ruta más escénica y relajada pueden optar por viajar desde Girona hacia Rupit i Pruït. La vía que conecta Olot con Vic brinda una oportunidad única para disfrutar de paisajes montañosos impresionantes antes de llegar al destino final. Después de acceder a la C-153 desde Girona, el trayecto por la carretera de montaña revela panoramas pintorescos y una atmósfera que invita a la contemplación y el asombro.

Dos en uno

Puede sonar extraño, pero la historia está llena de matrimonios y divorcios entre localidades. De hecho, el pasado mes de febrero se celebró una de estas bodas que unen a comunidades de vecinos para dar lugar a un solo municipio. La pareja está formada por dos localidades de Extremadura, Don Benito y Villanueva de la Serena, separados entre sí por una carretera de apenas cuatro kilómetros. Gracias a dicho acuerdo, aprobado por sus habitantes en un referéndum, ahora es la tercera ciudad más grande de Badajoz.

Algo parecido ocurrió con Rupit i Pruit, que después de años de independencia, se convirtieron en un pueblo que ahora tiene dos núcleos. El primero es el que sería el representante de ‘lo medieval’ y el que atrae a más visitantes. El segundo, que se encuentra al norte, está conformado por masías también históricas, cuando la riqueza estaba determinada por la tierra. Situado en la zona de Collsacabra, en la comarca de Osona, es el penúltimo pueblo de la provincia de Barcelona antes de llegar a La Garrotxa, ya en Girona.

Puente que cuelga sobre una riera y que dirige hacia el pueblo.

Recorrer Rupit no lleva demasiado tiempo por su extensión, aunque es posible que la visita se alargue si se decide disfrutar con detalle de su atractivo. Además, más allá de su casco histórico, a su alrededor hay muchos lugares que visitar para conocer su historia y los tesoros que ofrece la naturaleza de la zona.

Paseo tranquilo

El paseo empieza con una prueba emocionante para muchos aunque quizá un poco estresante para otros. Se trata del paso por el puente que cuelga sobre una riera y que dirige hacia las calles del pueblo medieval. Algunas de estas pasarelas repartidas por la geografía de la Península llevan el adjetivo ‘colgante’ como medio adorno, pero el de Rupit es auténtico. Tanto, que no se recomienda que lo usen más de diez personas a la vez.

Aunque los orígenes de Rupit datan del siglo XII aproximadamente, el puente no se construyó hasta 1945 (que sea más o menos reciente puede calmar los nervios de los miedosos. O no). Una vez se llega al otro lado, empieza el conjunto de callejuelas cercadas por caserones de piedra y balcones de madera que transportan a siglos muy lejanos. Algunas tienen un grabado en su fachada que indica la fecha de construcción, que puede ser del siglo XVII, por ejemplo.

Como en muchas otras localidades históricas, los nombres de las calles o de las casas responden a la actividad que se desarrollaba en ella. El ejemplo más común es el de la calle Fossar, una cuesta donde antes estaba el cementerio. El paseo también dirige a dos plazas: la Mayor y la de Cavallers.

El núcleo urbano de Pruit (cuyo origen data del siglo X, cuando pertenecía a los vizcondes de Osona) es mucho más pequeño que el de Rupit –que, recordemos, tampoco es enorme– solo tiene una iglesia, dedicada a San Andrés, y una plaza. Aún así, es un rincón coqueto.

No es el único templo religioso del municipio unificado, por supuesto. La iglesia parroquial es la de San Miguel de Rupit, aunque hasta el siglo XIX, ese papel le correspondió a la de San Juan de Fábregas. Se erigió en el siglo XII, aunque con el paso de los años ha sufrido diversas modificaciones. Dentro está el retablo de San Esteban, que hasta 1828 estuvo en la iglesia que lleva su nombre y que está situada en Olot.

La mencionada iglesia San Juan de Fábregas, de origen románico, es un monumento protegido que se encuentra al sur de Rupit. Se construyó en el siglo X y se reformó en el año en el que se unió con Pruit. A su lado están los restos del que fue el castillo de Fàbregues. Se puede llegar al conjunto caminando aunque se encuentra un poco lejos del núcleo del pueblo, pero son menos de cinco kilómetros. Cabe destacar que ya que está a 800 metros encima del nivel del mar, desde allí se puede observar la comarca desde una buena posición.

La ermita de Santa Magdalena, al lado de Rupit, también es recomendable para tener unas vistas memorables aunque para esto nada mejor que el mirador del castell de l’Emvestida, aunque llegar a él es un poco más complicado. De hecho, la subida al propio castillo es bastante inclinada y aquellas personas que tengan vértigo pueden pasarlo un poco mal.

Entre los parajes naturales más destacados de la zona destaca el salto de agua del Sallent, que ostenta el título de ‘mayor de Cataluña’ con una caída de más de 100 metros. Para llegar a él hay que hacer una ruta de unos seis kilómetros pero que no es complicada: solo hay que llevar un calzado adecuado y enterarse de la afluencia de gente antes de emprenderla ya que, depende de la época del año, puede estar un poco saturada.

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