“Siempre están vivas nuestras costumbres: en la comida, habla o música”

Priscila desborda amor por su cultura ucraniana. Se nota en el tono de su voz y en cada aspecto que resalta de esta ascendencia que trae por parte de sus bisabuelos maternos. Oriunda de Alem, hoy vive en Posadas trabajando como maestra integradora, pero se graduó como licenciada en Psicopedagogía en Oberá.

Según explicó la carrera que eligió se debe a que siente una fuerte vocación por ayudar y el servicio lo aprendió por su madre, también docente. En su casa se mantienen muchas costumbres ucranianas tanto consciente como inconscientemente, según adujo. Se define como amante del arte y la labor artesanal de la cerámica y el bordado la mantienen activa y en contacto con su herencia inmigrante.

En relación a qué caracteriza a los ucranianos, rescató que más allá del momento tan tenso que está viviendo el país y todas las guerras que supo sortear en su historia, la cultura ucraniana en sí brilla en colores vibrantes y en alegría. Hasta las típicas camisas bordadas ucranianas (vyshyvanka) tienen su día, el tercer jueves de mayo, detalló Priscila dando cuenta de la necesidad de celebración que carga su pueblo.

“Yo siempre digo: vos más conocés la cultura ucraniana y más te enamorás”, lanzó la entusiasta joven. En esa línea resaltó la atención al detalle que define a los ucranianos, en este caso ejemplificado en los bordados. Cada camisa contiene símbolos bordados que buscan decir distintas cosas y que se determinan especialmente para cada persona. Así, enumeró que es común que los niños elijan animales, mientras los adultos símbolos más relacionados al sol, la tierra, los dioses, teniendo en cuenta que estas camisas no sólo visten sino que son vistas como protección contra malos augurios.

De igual modo, las fiestas típicas se reciben con gran algarabía en su hogar, con costumbres que lejos de perderse en el tiempo parecen cobrar un sentido profundo de pertenencia que se combina a la perfección con el hecho de ser misioneros. “Mantenemos muchas costumbres y sobre todo en las comidas, comemos varenike como algo súper natural y cotidiano. También hasta en la elección de la ropa con bordados se nota la sangre ucraniana”, explicó y añadió que sigue aprendiendo mucho sobre esta cultura ahora que es su representante.

“Siempre están vivas nuestras costumbres, ya sea en la comida, la ropa, el habla o la música”, subrayó y mostró su fascinación en cómo esta influencia ucraniana se ve también en la música misionera de manera increíble. Con ese ánimo, Priscila invitó a todos a participar de la fiesta y descubrir el amor que quienes la hacen detentan por sus raíces, sus culturas, sus comidas, sus colores. “Que vengan a disfrutar de la diversidad, a ver todo lo que ofrece el Parque de Naciones, que se asombren con los shows, las ferias y en especial del amor que hay detrás de cada colectividad”.