Juicio por la muerte de Carmen Rosa, día seis

“Le bajé a la señora porque nunca tuve una sensación de alerta o peligro”

Los dos imputados por la muerte de la exdocente dieron ayer su versión de los hechos y no aceptaron responder preguntas del Tribunal o la fiscalía. El debate sigue el miércoles
sábado 19 de agosto de 2023 | 4:00hs.
“Le bajé a la señora porque nunca tuve una sensación de alerta o peligro”
“Le bajé a la señora porque nunca tuve una sensación de alerta o peligro”

En la sexta jornada del juicio por la muerte de Carmen Mirta Rosa (47), exdocente esquizofrénica que fue hallada sin vida al costado de una cancha del barrio Los Potrillos de Garupá hace 10 años, los imputados Gabriel Villalba (36) y Luis Albino Rotela (44) se sentaron en el banquillo para dar su versión de lo ocurrido.

Ambos dieron un relato sin titubeos, sin pausas ni pasos en falso sobre lo que -según ellos- pasó el día 14 de febrero del 2013. Al parecer lo tenían muy bien preparado, sobre todo Villalba, y tal vez por eso se negaron -como lo ampara su derecho- a responder preguntas de la Fiscalía o el Tribunal.

Los efectivos están acusados de “incumplimiento de los deberes de funcionario público y abandono de persona agravado por el resultado de muerte ideal”. Los dos negaron los hechos y señalaron que dejaron a la víctima sana y salva, pidieron perdón a la familia y mencionaron las consecuencias que tuvo el caso en sus vidas.

Villalba fue el primero en declarar, se sentó decidido y protocolar: “Quiero manifestarle al excelentísimo tribunal que voy a declarar todo lo que ocurrió ese día. No voy a ocultar nada, pero simplemente me voy a reservar el derecho de responder preguntas y voy a ir relatando los hechos con lo que hay en el expediente y comentar algunas cosas que pasaron en el debate”.

Contó que al momento del hecho tenía el rango de oficial ayudante y hacía unos cuatro meses se desempeñaba en la Comisaría Quinta de Garupá como oficial de servicio. Relató que el día del hecho había tenido una mañana tranquila, que solamente llegaron a la dependencia efectivos de la Brigada de Investigaciones a retirar un detenido luego de una entrevista con el jefe.

Luego, cerca del mediodía, fueron requeridos por un supuesto desorden. Salieron y no hallaron nada, por lo que se replegaron nuevamente. En esa instancia, siempre según su relato, se recostó porque tenía alergia. Estuvo un rato hasta que lo llamaron nuevamente porque un hombre en moto llegó a notificarle que Carmen Mirta Rosa había llegado a su casa.

En el domicilio estaba su esposa, Mariela Benítez, quien declaró el martes. La dueña del domicilio le contó que Carmen llegó al lugar con calor y pidió que se la lleven debido a que había intentado ingresar a la casa. “Yo mismo le dije a los policías si le podían llevar hasta la comisaría o al hospital hasta que vean quién es la familia y que la vayan a buscar. Y ellos le agarraron del brazo y le llevaron a la camioneta”, contó la testigo oportunamente.

El expolicía dijo que habló con Carmen y ella le dijo lo que se sabe: que era de San Javier y que su esposo e hijos vivían ahí. Relató que le preguntó a los dueños de casa si tenían algún inconveniente, pero ellos manifestaron que no había pasado nada. Sólo pidieron que se la lleven. Fue entonces cuando la subieron al patrullero, no sin antes pedir un cartón porque notaron que sus prendas estaban mojadas y con barro.

“La señora se subió a la camioneta, se cerró la puerta, salimos por Santo Pipó lento para ir dialogando con la señora. Ella me respondía tranquilamente”, introdujo. Entonces, aseguró que llegando a una colectora la víctima le dijo que en esa zona vivía una cuñada o hermana -no recordaba-. “¿Me puedo bajar?”, pidió Carmen según su relato, por lo que decidió dejarla ir.

“Le digo al chofer que pare y para, yo bajo, le abro la puerta y le vuelvo a preguntar: ‘¿Usted está bien, acá quién vive?’ Me menciona un familiar y le vuelvo a preguntar si estaba bien y me contesta ‘sí, yo me quiero bajar, quiero ir con mi familiar’.

Se baja la señora, se tira el cartón en el lugar, se cierra la puerta y nos retiramos a la comisaría”, amplió.

Más tarde, luego de pedir volver cronológicamente en el tiempo, señaló que camino a la base se cruzó con la gente de la Brigada de la Unidad Regional I, bajaron y los saludaron.

“Sin novedad”
A continuación contó que llegó a la comisaría e informó al cabo de cuarto de los datos que había relevado y que la comisión “fue sin novedad”, desligándose de lo que dejó asentado ese subalterno. Manifestó luego que la dependencia policial se destaca por tener hechos graves, por lo que consideró que ese hecho era algo menor.

“Para mí fue una comisión normal y al requerimiento de la señora lo más simple, o la solución más humana, la que más correcta me pareció en ese momento, fue bajarla en la colectora. Por eso cuando vuelvo le doy todos los datos al cabo de cuarto y cierro el informe con el ‘sin novedad’ porque no hubo ningún hecho grave o relevante”, se defendió. Luego admitió que debió haber hecho un reporte más completo o prestar atención de lo que se había registrado.

El imputado siguió con la cronología precisa de su jornada. Cerca de las 17 lo llamaron porque habían encontrado una persona sin vida. Expresó que vio que la mujer tenía las características de a quien había llevado y entonces solicitó los apoyos de rigor para este tipo de casos. Le informó a su jefe sobre la comisión de la mañana, pero éste simplemente dijo “vamos a esperar a ver qué dicen el juez y el médico”.

Villalba acató y explicó todas las labores que tiene que hacer una persona, llamado a otras dependencias, informar a los superiores, anotar sobre el procedimiento. “Seguí anotando, el jefe nunca me dio una respuesta, nunca nada”, prosiguió. Incluso describió algunas escenas que se ven en las fotografías tomadas por la prensa ese día: él detrás del juez Balor tomando nota.

Villalba no titubeó en ningún momento y en el único tramo que su voz cambió fue cuando relató los hechos de su detención, cuando lo esposaron y le notificaron que estaba detenido e incomunicado por un presunto homicidio agravado.

“Jamás en mi vida hubiera pensado que en un ‘sin novedad’ podrían terminar en una causa como esta o en una causa gravísima como fue al principio. Me sorprendió, no entendía nada. Lo mismo con las actuaciones, al informar al jefe seguí con las actuaciones de manera normal durante un mes, está todo ahí”, prosiguió.

En ese marco admitió que fue al velorio de la mujer a pedir un certificado de defunción, pero solamente para incorporarlo al expediente, sin otras intenciones.

“Las actuaciones están ahí, traté de ser lo más leal posible, de seguir lo que se me enseñó, lo que sabía. Le bajé a la señora porque nunca tuve una sensación de alerta o peligro porque nunca fue agresiva, no había violencia, la gente de la casa tampoco. No tenía denuncia, exposición. Nada. No vi ninguna lesión por lo que la solución que se me ocurrió en ese momento para no incurrir en ningún delito, la vi bien y la bajé”, concluyó.

Antes de sentarse en el banquillo, Villalba, parado, pidió perdón a la familia de la víctima, manifestando que jamás quiso lastimar a nadie y que entendía que querían tener respuestas. “Nosotros también queremos respuestas, que se pueda dilucidar lo que pasó”.

El turno de Rotela
Luego de un cuarto intermedio, el relato del imputado Rotela fue mucho más escueto. Expresó que ese día se desempeñaba como chofer y que fueron requeridos por la muerte de Carmen en la cancha de Los Potrillos, “detrás de Bomberos”. Entonces llegaron a la casa de Benítez, pero él no se bajó. Simplemente vio el diálogo y cómo la mujer subió al patrullero.

“Nos trasladamos a la comisaría y en un momento llegamos a la colectora y él -Villalba- me dice que detenga el móvil. En ese interín se baja el oficial, se baja la señora, dialogan al costado del vehículo y luego la señora se va, él se sube y nos dirigimos a la comisaría”. Al igual que su consorte, también relató que se cruzaron con el móvil de la Brigada.

Después, siempre de acuerdo a su relato, no intervino más. Fue a la escena donde hallaron a la mujer, pero no se bajó ni vio qué personas había en el lugar. Después le dieron órdenes de que vaya a buscar al juez Balor a una avenida para guiarlo el sitio, porque su señoría no conocía la zona.

Finalmente a las 19 llegó su relevo a la comisaría, dio aviso, se fue, hizo el cambio de guardia y se fue a su domicilio. “Estuve en el móvil, no sabría decirle quién estuvo, quién habló. No era mi función como personal policial en ese caso”, se defendió.

Al igual que Villalba, contó con detalles cómo fue su detención. “Hasta el día de hoy estoy esperando saber qué pasó, porque yo era simplemente el chofer de la guardia y nada más”, siguió.

Le pidió disculpas a la familia y también a la suya, dando detalles de los padecimientos que enfrentó ante semejante acusación, por la que estuvo detenido un año, le sacaron el sueldo y “tuve que mendigar” para sobrevivir. En la actualidad es chofer de un remís.

Los dos imputados llegaron al debate en libertad. Foto: Marcelo Rodríguez

 

El miércoles, los alegatos

La ronda de testimoniales finalizó ayer con las palabras de los acusados. El Tribunal Penal Dos de Posadas, compuesto por los jueces Gregorio Busse -presidente- , César Antonio Yaya y Fernando Verón determinó un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles, cuando se dará inicio a los alegatos de las partes.

Allí expondrán sus argumentos y pedidos.

En el Ministerio Público, como viene informando este medio, el fiscal Vladimir Glinka, mientras que los abogados de Villalba y Rotela son Mónica Olivera y José Luis Rey, respectivamente.

Luego los jueces podrían dar a conocer la sentencia y, tal vez, poner fin a un hecho marcado por la oscuridad y el letargo de la Justicia.

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