Luna

domingo 09 de abril de 2023 | 3:17hs.
Luna
Luna

Cuando volvimos a vernos, Luna estaba rara, un poco distinta. La invité a mi cumpleaños, pero no fue. Pensé, entonces, en invitarla a mi casa, una noche de chicas, alguna serie y mucha comida chatarra. Luna aceptó. 

La esperé en la parada de colectivos de la calle Junín, la del kiosquito, la que todo posadeño conoce. Miramos una serie y nos contamos todo lo que cada una se había perdido de la otra. Me felicitó y se puso contenta cuando le mencioné que, hacía dos meses, empecé terapia. Luna fue mi mejor amiga, y me puso muy feliz volver a verla. 

Ya eran las cinco y cuarto de la mañana, se me cerraban los ojos, pero ella hablaba y hablaba, como si el tiempo no pasara. Mi clase de inglés comenzaba a las diez, así que le dije que quería dormir un par de horitas. 

Una de las cosas que le conté a Luna fue que mi miedo a la oscuridad seguía, como cuando tenía cinco años, a lo que ella respondió, entre risas, que ya estaba grandecita para dormir con la luz encendida. El cansancio me ganó, me hice un rollito con la manta y cerré muy fuerte los ojos. 

Pero me sentí una inútil, no podía. Volví a encender la luz y ahí estaba, mi finada amiga seguía manifestándose con la luz encendida. 

Marianella Marchak 

La autora reside en Posadas, es estudiante de la licenciatura en Letras de la Universidad Nacional de Misiones.

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