Crítican considerar la “explotación sexual” como trabajo

El abolicionismo y su lucha por salvar a las mujeres empobrecidas

Delia Escudilla (63) se considera una sobreviviente del sistema prostituyente y cuenta su lucha por terminar con la prostitución
domingo 24 de abril de 2022 | 6:05hs.
El abolicionismo y su lucha por salvar a las mujeres empobrecidas
El abolicionismo y su lucha por salvar a las mujeres empobrecidas

“Una cuando entra a la habitación con el putero se despersonaliza, se rompe en dos, se desdobla, se quiebra en dos su cuerpo. Después tenés que juntar esos pedazos para poder seguir sobreviviendo porque al rato va venir otro, va venir otro que va ser más bruto, más violento, más sucio”.

De esa manera, sin pelos en la lengua y consciente de que cada palabra que enhebra representa una vivencia a flor de piel, Delia Escudilla (63) describe por qué se considera una sobreviviente del sistema prostituyente.Durante siete años se paró en una esquina en Buenos Aires para poder darles de comer a sus tres hijos.

A ese lugar llegó a finales del 2000, arrastrada por el contexto de emergencia social, política y económica en el que se sumergía el país y tras quedar sin empleo. Prácticamente en la calle.

Pero, según ella, la educación, el feminismo y el abolicionismo se cruzaron en un momento clave y salvaron su vida.

Por ello, desde ese momento y hasta el último día de su vida se autodefine como una luchadora contra la reglamentación de la prostitución en la Argentina.

Desde hace un tiempo, esta activista chaqueña está asentada en Ezeiza, Buenos Aires, lugar desde donde impulsa el constante debate contra la prostitución y desde donde conforma distintos espacios conformado por otras tantas sobrevivientes de la calle con quien comparte vivencia y secuelas de un sistema opresor contra la mujer.

“Yo fui arrastrada a la prostitución como lo hacen miles y miles de mujeres empobrecidas en toda el país, incluyendo Misiones”, señaló Delia sobre aquel momento en el que admitió sentirse sin nada, en la que consideró un total situación alienante.

Narró que, como en casi todos los casos, existió ese alguien que la invitó a sumergirse en ese mundo con total naturalidad.“La necesidad pudo más y llegué a la esquina, como llegan muchas mujeres, con miedo, vergüenza. Era joven y no tenía el cuerpo tan deteriorado como lo tengo ahora. Si bien he tenido un marido que me golpeaba y todo lo demás, no estaba tan rota como estoy ahora psíquica, física y emocionalmente como son las secuelas que te deja la prostitución. Me quedé años en esa esquina, pero hay compañeras que se quedan más, hasta 20, 30 o 35 años incluso”, remarcó la entrevistada.

A diferencia de otras realidades tan crueles como la suya, Delia dijo que en su caso nunca fue traficada y que siempre trabajó en la vía pública. O más bien es un campo de concentración, citando a su compañera Sonia Sánchez.

Puntualizó que “un día de violación es suficiente para que te rompa la vida por el resto de tu existencia”.

Un quiebre en su vida
En medio de sus años en la calle, un día llegó a sus manos un folleto de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), en el que comenzó a escuchar la palabra trabajadora sexual y obrera del sexo, como desde ese espacio llamaban a todas aquellas mujeres que ejercían la prostitución en las calles porteñas.

En ese punto, cuestionó la esencia de ese espacio desde donde “se pone ficha de trabajadora sexual y a la mujer le dan una suerte de empoderamiento, en el que no tengo que avergonzarme, en el que no soy una prostituta sino una trabajadora sexual”.

Si bien admitió que durante un tiempo acudió a las charlas de esa asociación, un día entendió que debía salir de ese espacio y que “tres años después, con un cáncer de útero y varios problemas psíquicos y físicos, pude dejar la calle”.

Añadió: “Yo estaba estudiando para psicóloga social, eso me hizo mucho bien, abriéndome la cabeza, y al año de dejar la calle me encuentro con mis ex compañeras que ya eran abolicionistas y que comenzaron a formar colectivos abolicionistas”.Resaltó que se considera una sobreviviente, ya que en la calle pasan un montón de cosas y sabe que hay un montón de compañeras que no lo han logrado. “Eso no lo dice Ammar”, señaló.

Confió que en la actualidad la problemática de la prostitución en la Argentina se agravó muchísimo en los últimos ocho años. Recordó que hace un tiempo, en el marco de la presentación de su libro Violación Consentida, viajó a Neuquén y constató que esa parte del Sur argentino está lleno de prostíbulos. Sitios en donde niñas y jovencitas empobrecidas son llevadas bajo engaños para ser explotadas.

“Es un emergente social la prostitución, porque esto nace a raíz de la pobreza, de las diferentes organizaciones que lucran con esto, organizaciones para captar, secuestrar y llevar a las niñas mujeres. Creo que hasta los 23 años las llevan a los prostíbulos, después las llevan a las esquinas porque en un prostíbulo las necesitan un poquito más jovencitas. Hay una necesidad real, una pobreza real que nadie la puede negar, entonces las mujeres son engañadas”, puntualizó.

Sobre la postura que defienden desde Ammar, cuestionó fuertemente decir que la prostitución es un trabajo más.

“Ponele que en unos años vos tenés una hija y digo que la prostitución es un trabajo, entonces no la prepares para que estudie, preparala para puta, si es un trabajo como cualquier otro. Preparala para pararse en una esquina y que sea cogida por diez, quince o dieciocho tipos como me pasaba a mí, y que en el día de mañana tu cuerpo se haya deteriorado, que no llegue ni siquiera los 65 años sana, que llegamos con HIV, con enfermedades autoinmunes, enfermedades psíquicas”, agregó.

Sostuvo que una mujer, cuando ingresa a la habitación con el putero (como se denomina en la calle a quien paga por sexo), no tiene autoridad sobre el otro. No existe el consenso, mucho menos hablar de calentura o de un acuerdo para hacer el amor, sino que “el tipo te va a violar sin tu consentimiento por el dinero que le cobrás, por tu necesidad. Sólo vos y tu puta realidad saben que pasa eso”.

Pedidos y reclamo
En otro punto de la charla, Delia comentó que en el último tiempo desde la Convocatoria Abolicionista Federal, que cuenta con distintas sedes en todo el país, se pidieron varios puntos que ya fueron enviados al Senado de la Nación.

Uno de ellos es el cese inmediato de las mujeres en las esquinas. Y remarcó que “primero está la educación, porque si la mujer es empobrecida, es analfabeta, van a ir a parar a las esquinas porque es un contexto de desigualdad social”.

Consideró que el debate que se está dando en la actualidad no puede terminar en un simple diálogo. Y que “este debate que las mujeres, travestis y niñas empobrecidas tengan que terminar en una esquina es un debate y una solución que le corresponde a un gobierno responsable que piense en las mujeres y en las futuras generaciones que son las niñas”.

“Mi lucha es por esas mujeres empobrecidas en las esquinas, vulneradas en todos sus derechos, hechas mierda. Estamos en una etapa de lucha, innegociable”.

Por último, envió un mensaje a las mujeres arrastradas a la prostitución en donde sostuvo que “cuando estén en la más absoluta oscuridad y no vean otra cosa que esa puerta, que cierren los ojos y miren al lado que puede haber otra puerta. Pero es una decisión absolutamente personal. Tiene que ser un corte neto, empezar a mirar otras posibilidades aunque sean chiquitas y que les permitan sobrevivir”.

 

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