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Oberá: la querella pidió prisión perpetua para tres policías acusados de matar a Hugo Wasyluk

La acusación pesa sobre el ex sargento Pedro De Mattos (48), el ex cabo Carlos Antonio Gómez (33) y el ex agente Ricardo Javier Rodríguez (37), acusados tortura seguida de muerte.
lunes 06 de diciembre de 2021 | 10:46hs.
Policiales
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Rafael Pereyra Pigerl y María Vannela Vignolles, querellantes en representación de Bárbara Chitouski y Lucas Wasyluk, la madre y el hijo de Hugo Miguel Wasyluk (38), cuyo cadáver fue hallado en una de las celdas de la Seccional Primera de Oberá en abril de 2011, pidieron hoy prisión perpetua para tres de los trece imputados que tiene el caso.

La acusación pesa sobre el ex sargento Pedro De Mattos (48), el ex cabo Carlos Antonio Gómez (33) y el ex agente Ricardo Javier Rodríguez (37), acusados tortura seguida de muerte.  

A su vez, los letrados solicitaron al Tribunal penas de 15  y 10 años de prisión para el oficial subayudante Jorge Antonio Heijo y el suboficial mayor Wilson Ricardo González, respectivamente, quienes están imputados por omisión de denuncia e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

En el caso de Miguel Ángel Espíndola quien era jefe de la Seccional Primera, los querellantes pidieron una pena de 5 años de prisión, mientras que para su personal a cargo se solicitó 2 años. Se trata de Carlos Ariel Lentini, Roxana Andrea Harasimezuk, Alejandro Fabián Núñez, Luis Alberto Silva y Gustavo Javier Fontana.

Esta acusación no alcanzó a Hugo Ariel Basaraba, considerando que le asiste el beneficio de la duda.

Para el médico policial José Orlando Morales, quien  está acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público ya que no revisó a la víctima como correspondía, Pigerl y María Vannela Vignolles solicitaron inhabilitación de por vida y una multa económica. 

Como viene desarrollando este medio, al momento del hecho los imputados se desempeñaban en la Comisaría de Villa Bonita y la Seccional Primera de Oberá. Todos llegaron al debate en libertad, aunque ahora se solicitó que los imputados que se desempeñaban en Villa Bonita sean detenidos.

Para hoy también se esperan el alegato de Héctor Rubén Sánchez y Luciano Wall, quienes actúan como actores civiles, también en representación de los deudos. 

De todos los imputados, sólo Morales se abstuvo de declarar ante el Tribunal presidido por Francisco Aguirre, quien es secundado por José Pablo Rivero y Jorge Villalba.

El último jueves el perito forense Horacio Marín detalló las lesiones derivaron en el deceso de la víctima y explicó que no tuvo posibilidad de defenderse y estaba esposado cuando lo sometieron a una brutal golpiza.

También declaró el médico Lein Hung Kuo, quien atendió a Wasyluk el mismo 25 de abril por la tarde, corroborando que no presentaba lesiones antes de su detención en horas de la noche.

“Dos sesiones de tortura”

La querella cuenta con el asesoramiento del perito médico Hugo Mitoire, quien determinó que “está muy claro y probado que en la comisaría de Villa Bonita fue apaleado con cahiporras, tonfas, patadas y puñetazos, para luego ser aplastado sentándose y saltando sobre él -dejando la huella indeleble del entablillado del piso de la camioneta-, y así, comprimiendo al extremo su tórax y abdomen contra el piso de la camioneta”.

“Tal como lo señala la autopsia, se lo hizo sentar luego -siempre esposado- y se lo hiperflexionó de una manera extrema: haciendo tocar su cabeza casi contra el piso entre sus dos piernas. Además de todos los traumatismos ya sufridos, esto, la hiperflexión, repercutió de manera decisiva en sus órganos internos, afectando la vitalidad de sus intestinos, toda vez que la posición forzada e inhumana a la que lo sometieron”, agregó.

Según Mitoire, en la Seccional Primera se produjo “una segunda sesión de tortura, esta, más prolongada, sin golpes ni apremios, pero continua, progresiva e inexorablemente fatal”.

“En esta segunda dependencia, la víctima comenzó a agonizar desde su ingreso, porque ya tenía sus vísceras internas destrozadas, con el intestino paralizado y hemorragias severas, además de los golpes en todas partes del cuerpo. Esta segunda sesión de tortura, se prolongó por alrededor de unas 27 horas, exactamente hasta el instante de su muerte, porque sintiéndose mal y descompuesto, pedía que lo atendieran (…) Sin embargo, los agentes y superiores de guardia o a cargo, ignoraban o lo desmerecían, otros lo minimizaban”.

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