“Está bien incautar una gran carga de estupefacientes, se felicita, pero hay que inculcar el valor de investigar e investigar hasta dar con toda la estructura detrás de esa carga de estupefacientes. Esos son los verdaderos golpes al narcotráfico”, apuntó en una oportunidad un pesquisa especializado en expedientes por infracción a Ley 27.737 de Estupefacientes.

Y en eso se están focalizando cada vez más los investigadores de campo y judiciales que intervienen en las causas, hilando fino a partir de las pistas y yendo de menor a mayor hasta lograr la desarticulación de las bandas, atrapando a la mayor cantidad de actores.

Esos procedimientos terminan dejando a la vista la multiplicidad de grupos que operan, como así también el rol de los sindicados líderes, cabecillas u organizadores -como refiere el encuadre legal- de estas empresas narcos.

Algunos mueven cargamentos imponentes, mientras otros quizás eligen dedicarse a la venta hormiga pero ambas modalidades conducen a un mismo camino: ganancias millonarias para sus bolsillos y severos daños para la sociedad.

El perfil de los sindicados “capos narcos” también puede ser variado. Desde los más violentos hasta más los silenciosos, desde los más excéntricos hasta los más modestos, pero todos ellos demuestran una capacidad para imponerse como el “jefe” al cual respetar y obedecer.

Sin ir más lejos, a mediados de julio la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) desbarató una banda interprovincial dedicada a la venta de cocaína y cuyo líder era un -hasta ahora- simple remisero con domicilio radicado en Posadas.

El hombre había sido detenido el 10 de febrero en Corrientes mientras regresaba de Buenos Aires en un automóvil cargado con 11,200 kilogramos del polvo blanco, pero tras su captura se detectó que desde su celda en la Unidad Penal 11 de Paso de los Libres continuaba dirigiendo en el negocio y eso derivó en la captura del resto del grupo meses más tarde.

Situación similar, pero con más extensión en el tiempo y con mayor trascendencia, se da con Pedro Amadeo “Pity” Arrúa (58), vinculado a hechos delictivos en la provincia desde mediados de la década de los 90 pero que recientemente recibió dos nuevas condenas a 13 años de prisión por seguir dirigiendo empresas narcos desde distintas cárceles de Entre Ríos. Como nada nunca pudo parar su accionar, en su último juicio la fiscalía se animó a pedir su “reclusión por tiempo indeterminado”, lo cual será resuelto más adelante.

Otros figuritas para el álbum de cabecillas narcos de la región podrían ser Thierry André “El Francés” Polus (63), denominado en su momento como El Rey de la Marihuana y hasta apuntado por crímenes por encargo; Pedro Norberto “El Comandante” Sánchez, vinculado a un asalto bancario en 1999 y condenado en 2013 por construir una escuela con activos provenientes del narcotráfico; o el mismo Néstor Fabián “El Negro” Rojas (44), más acá en el tiempo y con su historial aún fresco.

Esas historias del mundo narco estarán hoy en este informe de domingo, sumado a datos estadísticos y el aporte de investigadores judiciales que permiten entender cómo actúan los “capos narcos” y cómo se los atrapa.

Contexto, encuadre y complicaciones para investigar a un líder narco El Comandante, el capo narco que hizo una escuela para lavar dinero El polaco Polus, acusado de explotar la ruta narco de Misiones a Chile El narco por quien pidieron reclusión por tiempo indeterminado