También tiene causas en Córdoba y Misiones

El narco por quien pidieron reclusión por tiempo indeterminado

El misionero Pity Arrúa (58) fue condenado en julio en Entre Ríos. La fiscalía pidió que se declare su “multirreincidencia”. Su carrera delictiva y los detalles de cómo dirigía desde la cárcel
domingo 08 de agosto de 2021 | 6:05hs.
Por Jorge Posdeley
El narco por quien pidieron reclusión por tiempo indeterminado
El narco por quien pidieron reclusión por tiempo indeterminado

“Toda la causa es así. Todo pertenece a Arrúa. En las tres horas de alegatos, se repitió 300 veces mi apellido”, se quejó el misionero Pedro Amadeo “Pity” Arrúa (58) al momento de brindar sus últimas palabras en el segundo juicio oral por delitos de narcotráfico que enfrentó en Entre Ríos en menos de dos años.

No es para menos, sus antecedentes son tantos que en el primer debate la Fiscalía solicitó que al misionero se lo condene a 15 años de prisión y que por su reincidencia se le aplique una pena única de 25 años de cárcel, mientras que en el segundo proceso fue aún más allá: pidió 16 años de cárcel y su reclusión por tiempo indeterminado debido a su “multi-reincidencia”.

El Tribunal Oral Federal (TOF) de Concepción del Uruguay decidió entonces aplicarle al hombre oriundo de Dos de Mayo una condena de 13 años de prisión y posponer la resolución unificatoria hasta que todos los fallos anteriores que se registran en su contra queden firmes.

En ambas causas, el implicado fue hallado “autor material y responsable del delito de organización y financiamiento de actividades de tráfico de estupefacientes agravado” y los procesos investigativos demostraron su capacidad operacional como para dirigir el negocio narco desde la cárcel y la facilidad para reinventarse si alguno de sus colaboradores caía en el camino.

Carrera delictiva
La vinculación de Arrúa en hechos delictivos no es nueva, ni mucho menos. Su nombre apareció por primera vez en las crónicas policiales misioneras a mediados de los 90 cuando fue acusado de un hecho de fraude.

Posteriormente también fue vinculado a un homicidio (luego sobreseído) y en 2009 hasta fue mencionado en el expediente que investigaba la ruta de la efedrina, lo cual incluso le valió un procedimiento en su chalet del barrio Alta Gracia de Posadas, donde lo hallaron escondido en un ropero y le incautaron un Mini Cooper.

Pero su especialización dentro del mundillo delictivo pareció haberla hecho en narcotráfico, delito por el cual recibió su primera condena en 2012 mediante un fallo dictado por la Justicia Federal cordobesa.

En aquella ocasión, Arrúa fue condenado a 8 años de prisión y fue alojado a una celda de la Colonia Penal 17 de Candelaria, desde donde continuó operando y le valió una nueva causa judicial que se tradujo en una otra sentencia en su contra por organizar el traslado de una tonelada de marihuana que terminó siendo interceptada en 2014.

Después de ello, el hombre fue trasladado a distintos penales de Entre Ríos, desde donde una y otra vez siguió dirigiendo actividades de narcotráfico y fueron esos expedientes los que ahora se resolvieron en dos juicios realizados por separado en Concepción del Uruguay.

Juicios en Entre Ríos
El material probatorio (testimonios de arrepentidos, de testigos, de investigadores y, principalmente, escuchas telefónicas) ventilado en ambos procesos permite dimensionar la capacidad operativa de Arrúa, cuya primera banda fue desbaratada en 2017 y rápidamente se rearmó con gente nueva que operó hasta septiembre en 2019.

Las investigaciones trazadas permitieron reconstruir que desde la cárcel, primero desde la Unidad Penal II de Gualeguaychú y luego desde la Unidad Penal IV de Concepción del Uruguay, Arrúa dirigía y coordinaba la compra y el traslado de cocaína desde Misiones hasta Corrientes y Entre Ríos, donde las dosis eran distribuidas a vendedores locales.

El nivel de atención que el misionero, a quien en las escuchas lo mencionaban como “el jefe” o “el viejo”, mantenía de las actividades era tal que él mismo se encargaba de llamar a las empresas de colectivos para conocer los horarios de salida y llegada de los micros para poder coordinar el viaje de las “mulas” que utilizaba para transportar la droga, como así se comunicaba con las casas de cambio para saber las cotizaciones vigentes.

Los investigadores además determinaron que una de las bases de la operación era el chalet semiabandonado de Arrúa en el barrio Alta Gracia de Posadas, lugar que fue epicentro de innumerable cantidad de allanamientos.

Allí pernoctaban las mulas, se ocultaba estupefaciente y también se guardaban grandes sumas de dinero que -se supone- eran producto de las ventas de droga y luego eran cambiadas por dólares en Encarnación.

En el allanamiento concretado el 3 de septiembre de 2019 en el marco de la última investigación los uniformados intervinientes hallaron 3 kilos de cocaína y recibos de cambio de dólares por un valor de más de 2 millones de pesos correspondientes solamente al mes de agosto.

“En relación al dinero que Arrúa trasladaba, no podemos dejar de señalar una verdad de perogrullo, la droga que se comercializa en el país se cobra en pesos y la que se compra en Paraguay se paga en dólares. De ahí la necesidad de cambiar esos pesos procedentes del comercio ilícito, realizado en las provincias de Corrientes y Entre Ríos, por dólares para volver a abastecerse (...) Arrúa ya estaba preso cuando reconfiguró su organización (el hecho endilgado se desplegó estando él privado de su libertad), de dónde pueden provenir semejantes sumas de dinero (se habla de $ 1 millón, $700 mil, etcétera) que no sea del comercio ilícito que había re-emprendido? O, acaso, venían de sus ahorros o de algún emprendimiento lícito extramuros que ni siquiera fue argüido?”, opinó en los fundamentos de la reciente sentencia impartida contra el misionero el juez Jorge Gallino del TOF de Concepción del Uruguay.

Esta, entre otras conclusiones, derivaron entonces en una condena de 13 años de prisión en contra de Arrúa, la cual se suma a otras dos de idéntico monto recibido por causas anteriores. En el mismo fallo se dispuso el decomiso de la casa del implicado en el barrio Alta Gracia.

Ahora, resta que resuelva el pedido de unificación de penas propuesto por la fiscalía interviniente en el último debate y en sus últimas palabras Arrúa suplicó: “Tengo 58 años y quiero una esperanza de vida afuera, no quiero pasar el resto de mi vida en el penal”.

 

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En el último fallo, la Justicia dispuso el decomiso de su casa en Alta Gracia.
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