Misiones textual

domingo 30 de junio de 2019 | 6:00hs.
La literatura misionera, prolífica desde el momento mismo en que se construyó en Loreto la primera imprenta de Sudamérica, vive actualmente un auge.
La literatura misionera, prolífica desde el momento mismo en que se construyó en Loreto la primera imprenta de Sudamérica, vive actualmente un auge.
Los territorios que hoy conforman la provincia de Misiones han sentido tempranamente la necesidad de comunicar la palabra escrita. Fue en esta geografía de monte y agua -querencia de la obra guaraní jesuítica- donde en el año 1700, los padres Juan Bautista Neumann y José Serrano, ayudados por nativos, construyeron la primera imprenta del Río de la Plata, en el pueblo de Loreto.
Coinciden los historiadores en que la máquina, realizada con materiales locales, fue la primera imprenta construida en Sudamérica. Hecha de maderas de la región y una aleación de plomo y estaño para fabricar los tipos, la prensa permitió inaugurar un ciclo de producción literaria en Las Misiones.
La hazaña fundamental para el arte tipográfico acaecida en el inicio del siglo XVIII tenía como prioridad la impresión de textos religiosos.
El tiempo fue testigo más tarde del ocaso de la estructura de los pueblos de indios y de cómo se arrebataba el estatus institucional a estas regiones bañadas por el Paraná y el Uruguay.
Pasarían largos años para que esta tierra de frontera mire sobre sus pasos en un proceso de construcción de identidad y memoria.
Y otra vez la letra estampada es la manera de acercarse a la historia y al ser de un lugar. Los escritores misioneros del siglo XX han retratado a pluma los colores del río, majestuoso espejo de los sufridos trabajadores rurales. También costumbres y tradiciones locales y otras narraciones más universales.
Esta vez, El Territorio propone seguir el hilo de la producción literaria misionera. Desde el gran Quiroga, los textos fundamentales de Juan Enrique Acuña, los escritos de Marcial Toledo, Olga Zamboni, Raúl Novau, Hugo Amable y Lucas Braulio Areco, entre otros. La tarea será desenmarañar el intrincado sistema de circulación de los textos, desde que es pensado por un autor hasta que llega a las manos de quien lo lee. Un camino que constituye hoy gran desafío para los autores que propician espacios de difusión como las ferias del libro y también, desde la comunidad científica que se dio a la tarea de desarrollar un banco de autores territoriales.


Época Hispánica

Ciclo jesuítico
1615-1767: Arriban a las regiones del Guairá los padres jesuitas, que impulsan la cultura en Las Misiones con la instalación de bibliotecas. Gracias a la imprenta y a su empeño en aprender el guaraní, se lo promueve a lengua literaria. Hasta entonces, carecía de signos alfabéticos y, por ello, de una tradición literaria escrita. Si bien en esta etapa las letras no se desligan de la tradición europea, presentaron formas originales. Entre los jesuitas, se destacan Antonio Ruiz de Montoya ('El tesoro de la lengua guaraní' y ‘La conquista espiritual’). José Peramás fue cultor de la poesía en lengua latina, así como Diego de Boroa. Entre los aborígenes se destaca Nicolás Yapuguay.

Ciclo civil
1767-1810: Tras la expulsión de los jesuitas, casi la totalidad de los escritores de la época hispánica lo hicieron conmovidos por las circunstancias catastróficas en las que habían quedado las antiguas misiones. Desde entonces, la disputa territorial entre España y Portugal derivó en la llegada de demarcadores, que también dejaron por escrito su testimonio. Entre ellos resaltan Félix de Azara, Diego de Alvear o Juan Francisco Aguirre, que a pesar de no perseguir fines literarios, evidencian hábitos y costumbres de los pueblos indígenas en un estilo que roza la creación artística con metáforas y verdaderas imágenes poéticas.


Época Nacional

Ciclo de Independencia
1810-1852: La llegada del general Belgrano a tierras misioneras deja como resultado el testimonio del estado político, económico y cultural a través de la redacción de una Constitución, en la que además ordena no desterrar el idioma nativo. Pedirle obras de tinte literaria a este período marcado por la inestabilidad bélica sería exigir lo imposible. No obstante, no faltaron estudiosos extranjeros que se preocuparon por el tema Misiones y dejaron testimonios vivos de sus impresiones, como Amado Bonpland o Alcides D’Orbigny.

Ciclo de disputas
1852-1881: Las alianzas extranjeras de Urquiza para el derrocamiento de Rosas hacen peligrar a Misiones como territorio argentino. En ese marco, Martín de Moussy escribe ‘Historia de la Confederación Argentina’ y un ‘Atlas’ sobre el territorio, que presentan movimientos dramáticos sin llegar a ser literarios. Nuevamente hechos bélicos, la Guerra de la Triple Alianza en 1864, privan a Misiones del ambiente cultural, imprescindible para concretar la literatura, aunque son relevantes Adán Lucchesi, Alejo Peyret y Felipe Tamareu.

Institucionalización

1881-1900: La federalización de Misiones trajo inmigrantes y exploradores que escribieron sobre el imaginario de Misiones con la fuerza de leyenda que la caracteriza. Los nombres relevantes aquí son Rafael Hernández, hermano del autor del Martín Fierro, que escribió ‘Cartas misioneras’, Eduardo Holmberg con su ‘Viaje a Misiones’, Juan Bautista Ambrosetti, cuyos libros de viaje son especialmente narrativos y descriptivos. En 1903 realizó su viaje Leopoldo Lugones, acompañado de Horacio Quiroga, de lo que resultaría la publicación de ‘El imperio jesuítico’.

Afirmación cultural
1900-1965: A inicios de siglo, periodistas como León Naboulet o Esteban Cavazzutti suman sus plumas con el mensú como figura y el socialismo como sello. Horacio Quiroga trasciende los límites provinciales con sus cuentos fantásticos. Se destacan Germán de Laferrére, Juan Mariano Areu Crespo. Los escritores que unen periodismo y poesía son Salvador Lentini Fraga, Lucas Braulio Areco. En 1936 aparece ‘Triángulo’, el primer libro de vanguardia poética editado en Misiones, cuya tapa lleva la firma de la tríada César Felip Arbó-Manuel A. Ramírez-Juan E.Acuña.

Actualidad
Desde mediados del siglo pasado a nuestros días, la literatura misionera no ha hecho otra cosa que profundizar su característica esencial, la de ser un reflejo de la mixtura social. Sin dar otros nombres por no herir susceptibilidades, Olga Zamboni y Marcial Toledo son dos de los grandes gestores culturales de esta etapa; sus pasos han sido seguidos por escritores que con sus propios recorridos hoy llenan las páginas de esta historia que se sigue escribiendo en la frontera.