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Videntes de este tiempo

Se denominan “médicos”, pero lo de ellos no es la medicina tradicional. Algunos dicen que curan, otros adivinan el futuro o interpretan la realidad. Brujos, curanderos, adivinos, tiradores de cartas, hay uno en cada pueblo de la provincia. Algunos con mayor o menor suerte. Dicen que el amor y el desengaño son los principales motivos de consulta. Le siguen el trabajo, los negocios y la política.
domingo 30 de octubre de 2011 | 2:00hs.
Jamás imaginó vivir esa situación. Cecilia siempre fue una persona muy devota a la iglesia y hasta sintió que traicionaba su fe cristiana. Pero ya estaba ahí y no iba a dar marcha atrás. Ni bien ingresó a la habitación, la señora que la estaba esperando le ofreció una silla, colocó un vaso de agua a su izquierda y le pidió, con mucha amabilidad, que no cruzara brazos o piernas, ni siquiera los dedos. “No puedo leer las cartas si estás cruzando las manos”, le había advertido.
Seguidamente, la dueña de casa le dio una baraja. Eran las cartas del tarot. Le dijo que las mezclara y las dejara sobre la mesa, invocando su nombre completo y fecha de nacimiento. Las primeras predicciones fueron de trabajo. Nada de qué preocuparse. Minutos después, la cara de la vidente se transformó, hubo un breve e irrebatible silencio, hasta que soltó lo que Cecilia temía escuchar: “Ya no estás enamorada, buscás algo más, lo que tenés a tu lado no alcanza”.
Cecilia tiene 38 años, está en pareja con Omar desde hace diez y tienen dos hijos. Algo en su cotidianeidad no funciona. No es feliz. Los consejos de sus amistades ya no fueron suficientes, así que buscó una vidente para aclarar un poco su futuro. Le sugirieron que hablé con Élida Victoria, del barrio 1º de Mayo, y hacia allá se dirigió. Mientras manejaba, se acusaba a sí misma de ridícula, pero cuando la sesión terminó, se sintió más relajada.
Historias como las de Cecilia hay miles y personas como Élida Victoria se multiplican a diario. Cada ciudad, cada pueblo, cada barrio tiene su vidente o “médica”, suele llamársele. Villa Blosset, Villa Urquiza y Villa Cabello son los barrios de Posadas que tienen los nombres más reconocidos, con clientela asegurada. Señoras que atienden a personas de todas clases sociales, incluyendo empresarios y políticos.
El Territorio entrevistó a personas dedicadas a la clarividencia, como también preguntó qué piensa la gente sobre un fenómeno que no es exclusivo de esta época.
“La obsesión por predecir el futuro es tan antigua como la humanidad misma”, definió el antropólogo sociocultural Roberto Abínzano y agregó: “Los humanos parece que necesitamos una cuota de magia que no nos abandona del todo. Hasta los seres más racionales bajan la guardia alguna vez y tienen conductas cabalistas o rituales, consciente o inconscientemente”.
Amor, trabajo y dinero son las principales consultas, según expresaron quienes se definen videntes. Pero hay motivos que van más allá.
Y para tener una idea de lo enraizada que está la disciplina esotérica en la comunidad, habría que remitirse a la tragedia del Paraná, en enero de 2010, cuando la familia del nadador y rescatista Mauro Bacigalupi recurrió a una vidente para dar con algún dato de él, que había desaparecido en el río. Mucho más cerca en el tiempo, en septiembre último, se encuentra la decisión del Gobierno chileno de contactar con una vidente para la búsqueda de los cuerpos de 17 de los 21 pasajeros del avión militar que cayó al mar en la isla Robinson Crusoe, en el océano Pacífico.
“Siempre me gustaron las cartas y tiraba por intuición, eso no se aprende, la persona que se dedica a esto debe tener una capacidad extrasensorial. A mí me pasa que no veo lo que dicen las cartas si el paciente es negativo. Por eso es indispensable el vaso con agua a la izquierda del paciente, el agua absorbe las malas energías y cuando el paciente se va, esa agua hay que tirarla”. Así explica Élida Victoria el trabajo de tirar las cartas. Es madre de cuatro hijos y abuela de cinco nietos. A sus 57 años bajó un poco el trabajo de consultorio, pero hace bastante se dedica a leer el futuro. Además del instinto, se perfeccionó adquiriendo cuanto libro de esoterismo había. Armó su propia biblioteca.
¿Cuántas formas de leer el futuro existen?, preguntó El Territorio. “Hay miles, las más conocidas son el tarot, las cartas españolas, las evangélicas y las runas (lectura vikinga)”, respondió.
Respecto a las principales inquietudes de la gente que busca de sus servicios, señaló que “el amor y el desengaño” están a la cabeza. De hecho, hay gente que pide ofrendas o consejos. “Hay quienes están realmente desesperados”, comentó.
Élida Victoria hizo una aclaración: “No se trata de predecir el futuro, las cartas te dan una orientación para el camino de esa persona, es una especie de advertencia”.
Hay quienes creen y hay quienes no. Ambos extremos tendrán un argumento válido. Los videntes, debe decirse, generan polémica en las sociedades e incluso un fuerte rechazo. Su trabajo está relacionado con el esoterismo, la espiritualidad y, por qué no, lo paranormal. Seguramente por esa razón, varias personas consultadas por este diario prefirieron no dar su testimonio o bien permanecer en el anonimato.
Igualmente, lejos de ser desplazados por el escepticismo imperante, los videntes son cada vez más numerosos, sobre todo, en el mundo de habla hispana. Miles de personas afirman tener el don de la videncia natural.


“La gente busca que le digas directamente qué puede hacer”

POSADAS. Pitty Asad tiene en la actualidad 17 títulos de numerología y baraja las cartas del tarot desde hace casi 20 años. Y no sólo tiene la chapa de la trayectoria sino también de su clientela. Dio acertadas predicciones sobre el Mundial 2006, Nazarena Vélez, la Tota Santillán y los cambios en la vida de Marcelo Tinelli, quién hoy es uno de los solteros más codiciados del país. El Territorio la consultó en su consultorio en Buenos Aires.

¿Por qué esa necesidad de la gente de conocer su futuro?
La gente que viene a mí todo el tiempo tiene necesidad de saber qué hacer con sus vidas. Es porque a veces no pueden solos resolver el camino o el aprendizaje es muy difícil para ellos o doloroso; hay también gente que lo usa para que le digas directamente qué puede hacer, hay de todo, pero esto sirve. Es una herramienta para mejorar la calidad de vida y sobre todo siempre decidiendo cada uno el camino.

En cuanto a la lectura de cartas, ¿quiénes son los que más consultan?
Las personas que buscan amor, trabajo, esas son las personas que más consultan.

Entre tus clientes tenés muchos famosos, ¿quiénes por ejemplo?
La Tota Santillán, Matías Alé, Carlos Baute, Mónica Farro, y miles que están en mi corazón.

¿Cuántos clientes tenés por semana?
Vienen bastantes, continuamente, y cuando sos la única que hace predicciones en vivo y se cumplen, vienen muchos más. Predicciones como que Mirta este año no volvería a televisión, que Tinelli estaría saliendo el verano pasado con una chica con características similares a las de su ex…etc.

¿Podrías hacer alguna predicción sobre el futuro de Argentina?
Creo que los cambios para Argentina vienen después del mes cuatro (abril), donde habrá cambios y la Presidente deberá cuidar su salud.

Seguramente, han surgido muchos avivados que quieren lucrar con esto sin tener la más mínima idea, ¿cómo hace la gente para diferenciar un profesional de un chanta?
Deben tener alguna profesión no sólo tirar el tarot, astrólogos, numerólogos, es fácil darse cuenta uno va al consultorio y enseguidita te das cuenta qué clase de profesional estás viendo. Las personas que leen el futuro nacen así y luego se van preparando y capacitando.

¿Cuántas maneras o métodos existen para leer o saber del futuro?
Hay miles de maneras, pero la numerología es la mejor, porque va exclusivamente al estudio de la persona, a su número, su destino, y de ahí uno puede desarrollar mejor su calidad de vida; siempre y cuando no sea el motor de tu vida. Hay que saber que todo está adentro de uno.


Newton creía en las predicciones
El considerado padre de la Física Sir Isaac Newton predijo, en una carta de 1704, cuál sería la fecha del fin del mundo basándose en los textos del libro bíblico del profeta Daniel, quien tuvo varias visiones sobre el fin del mundo.
En el escrito explica que el mundo no se acabaría hasta 1.260 años después de la fundación del Sacro Imperio Romano, en el año 800 D.C.

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