Quiero ver, quiero entrar

domingo 14 de enero de 2024 | 1:00hs.
Quiero ver, quiero entrar
Quiero ver, quiero entrar

De un lado el mundo cotidiano, del otro tierra sagrada. Lugar de encuentro con los dioses. La vida profana, acá, el universo de lo inefable, allá.

Pórtico que separa dos realidades, los Torii, como se conocen a estos arcos, son una marca de la cultura japonesa. Si bien son propios del sintoísmo, están presentes no sólo a la entrada de templos. Su presencia anuncia que se está en un lugar vinculado a lo nipón. En la esquina del predio de la Asociación Japonesa Misiones en Posadas, en el Parque de las Naciones de Oberá o en la entrada de Liberdade, San Pablo en Brasil, donde vive la comunidad más numerosa fuera de Japón, es posible verlo.

Además de marcar la división entre el mundo profano y lo sagrado, el Torii habla de la fortaleza ante las adversidades, la capacidad de resurgir a pesar de todo.

Símbolo de resistencia y esperanza se planta ante embates de la naturaleza, ataques atómicos, peligros y amenazas. Llamó la atención que después de los bombardeos de 1945 a pesar de que otros edificios y construcciones fueron totalmente destruidas, los Torii se conservaron. El del santuario de Sanno en Nagasaki, por caso, resistió y permanece hasta la actualidad.

La llamativa construcción de madera y metal situada sobre la avenida Blas Parera en la esquina con Ruiz de Montoya nos puede servir como recordatorio de que todas las situaciones traen consigo la esperanza y fuerza para salir adelante.

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