El banco que está solo y espera
En la vereda del camino que une el centro con la legendaria placita descansa plácidamente, reluciente y vigoroso. Casi recostado sobre la alta pared y parado sobre el azulado piso. Su tiempo transcurre mirando como pasan los pasajeros del colectivo internacional que remonta la calle Sarmiento y a los que van o vienen del Mercado Modelo. Por las noches sueña con los viajeros del ferri y una Posadas llena de azahar. Está siempre atento a brindar un solaz a los escolares activos e inquietas que buscan reparar por unos segundos sus fuerzas, a los ancianos cansados, a las señoras que cargan bolsas con las compras del día, rememora que fue testigo de alguna declaración de amor adolescente, cómplice secreto, amigo discreto.
Foto: Marcelo Rodríguez
Siempre bien dispuesto, a veces ignorado, otras requerido, pegue el sol directo, llueva y truene, haga frío o reviente el termómetro, en tiempos de riqueza o malaria, pero siempre ahí, en la vereda azulada, junto a la pared, por calle Sarmiento casi 25 de Mayo, esperando verte pasar y si estás cansado, ofrecerte un instante para cobrar ánimo y fuerzas y continuar porque una vez que se sale, hay que llegar.