¿QUERES RECIBIR NOTIFICACIONES DE LAS NOTICIAS MAS IMPORTANTES? HACE CLICK ACÁ

Inundaciones e inundados

miércoles 30 de agosto de 2023 | 6:00hs.

En Génesis, primer libro del Pentateuco, relata el diluvio universal. Aconteció en un período de tiempo en que la humanidad se volvió lascivamente pecadora. Entonces Yahvé (Dios) decide castigarla eliminándola de la faz de la tierra por medio de un total anegamiento. Solamente el patriarca Noé, un santo varón de más de 600 años de edad, es elegido por Yahvé para salvarse y así dar inicio a una nueva estirpe de hombres y mujeres menos pecadoras. De esa manera, Noé, acepta el juicio divino y entra en un arca de madera con toda su familia, acompañados por parejas de animales que habitan la tierra, escogidos para el mismo fin.

Así, todas las especies de racionales e irracionales siguieron subsistiendo hasta hoy día. Preguntándonos, si nosotros somos así, ¿cómo habrán sido los antediluvianos?

La inundación del diluvio universal fue un castigo divino. Las inundaciones que castigan barrios habitados en Argentina no es un castigo divino, es por la desidia del hombre por construir en lugares que se inundan o porque las autoridades no construyeron los desagües necesarios.

En el viejo Teatro Español que ya no existe, por un tiempo estuvo en cartelera la película ‘Los Inundados’. Trátase de una humilde familia que vivía a orillas de un río sufriendo frecuentes inundaciones, el padre decide sacar provecho de la situación y esperar que se organice la espontánea ayuda de las fuerzas vivas de la ciudad. Nunca osaron cambiarse, pues en el próximo desbordamiento fluvial recibirían auxilio no solamente de la ayuda social, también de las damas de la caridad.

El Chaquito era un barrio cuasi miserable de Posadas cercano a la costa del río que, en las grandes lluvias, se inundaba sistemáticamente, hasta dos veces por año.

Rosita Escalada Salvo, en su destacada novela ‘Paíto’, describe al barrio de manera singular luego de que una lluvia tormentosa seguido de inundaciones anegó el lugar:

“Después de todo era divertido. Venían las lanchas, los botes con gente uniformada e iban de rancho en rancho arreando a los moradores. Algunos no querían salir, aunque el agua ya les llegaba a las rodillas. Decían que les iban a robar las cosas. ¿Y qué cosas? ¡Por lo que tenían! Si gracias a las inundaciones de cada año tenían colchones y frazadas nuevas. Bueno, algunos después las vendían”.

“Venía también la televisión y él salió una vez saludando como hacían los demás chicos. Pero lo enfocaron a él con un cachorrito en brazos, todo mojado”. 

“Luego los llevaban a una gran carpa que instalaban en la avenida. Les daban de comer de una enorme olla panzona y a veces había peleas porque las mujeres no querían pelar mandioca. Decían que ellas eran inundadas y no tenían por qué trabajar”. Símil a los actuales piqueteros.

Hoy en Posadas la represa Yacyretá y la gran Costanera ha borrado todo vestigio de barrios inundables a orillas del río. Y en Misiones en general, por su particular geografía serrana, determina que las correntadas vayan hacia los ríos que impide inundaciones barriales.

En Argentina existen ciudades conteniendo barrios que se inundan, generalmente habitados por seres humanos con menores recursos. Esto es así, porque toda población tiene necesidad de asentarse cerca del agua. La necesita para beber, higienizarse, limpiar la casa, regar los cultivos y para los procesos industriales. En Misiones, por ejemplo, las grandes plantas industriales están a la vera de los ríos. Es la necesidad que los obliga, porque son grandes consumidores de agua como toda población humana, ya que el costo y las dificultades de transportarla los obliga. 

El río es un sistema complejo que incluye los desbordes. Y los límites de estos desbordes constituye el valle de inundación. Pueden pasar decenas de años sin que ocurra algún fenómeno hídrico. Es ahí, cuando el hombre olvidando que es zona de inundación construye, y las inundaciones son las consecuencias.

Un estudio sociológico ha determinado que las ciudades que fueron creciendo lo hicieron sobre zonas vacías, fáciles de ocupar gratuitamente; otras en tierras bajas muy baratas que fueron loteadas por inescrupulosos tolerados por el poder público. A esto se suma la expulsión de gente campesina que migra a las ciudades en forma continuada al no encontrar trabajo en su lugar de origen, promoviendo el lumpen del pobrerío en barrios marginales. La consecuencia no es agradable: cuanto más pobre es el grupo humano, tantos más hijos tienen.

Ante tal escenario los sociólogos plantean ¿es por ignorancia o por estrategia?  Ambas situaciones, contestan. Y si específicamente la respuesta es por estrategia, la supervivencia es la determinante. Puesto que, a más hijos, son más boca para alimentar, pero también más brazos para trabajar. Tamaña tarea que practican desde muy pequeños. Esto es así porque para los más pobres, los hijos son el único seguro para la vejez que tienen a su alcance. Proceso humillante de lo que está sucediendo en los barrios marginales de nuestra Argentina. 

En cuanto a las inundaciones que debieron soportar los habitantes del conurbano bonaerense, indudablemente fue consecuencia de la desidia de los sucesivos gobiernos provinciales que no hicieron, por incapacidad o ignorancia, los trabajos de dragado para solucionarlos. Al mismo tiempo hablar de desastre natural es una forma de desviar la atención que, ese desastre, tiene responsables concretos.

Y después del diluvio, dibujó Dios el arco iris en el cielo para recordarle a los hombres su promesa hecha a Noé, de que jamás volvería a destruir la tierra con un diluvio.

En la República de las Misiones Jesuitas, cuando en el horizonte el espectáculo del arco iris sobre el limpísimo cielo azul adornaba y embellecía el firmamento, señalaba de que la reconciliación de Dios con los hombres era posible; por eso, los originarios decían es el “Arco de Paz”.

Como buen argentino pienso y divago. Y en ese divagar suelo pensar si al buen Dios se le ocurre enviar a la Argentina y a los argentinos el arco iris de la paz y la reconciliación. El arco iris que cierre esa grieta que nos desune generando odios y rencores. El arco iris que ilumine a los ecónomos a vencer la tremenda inflación de años que nos vuelve más pobres generando miserias y miserables. Por, sobre todo, que ilumine a los políticos a realizar un pacto tipo La Moncloa de cumplimiento efectivo para quienes asuman el próximo gobierno. De lo contrario, seguirá nuestra triste decadencia.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?