La antropóloga reflexionó sobre el valor de la Estudiantina

Ana María Gorosito Kramer: “Dejen a la fiesta fluir”

Destacó la creatividad y solidaridad de la Estudiantina y abogó por que los adultos otorguen mayor libertad y no intervengan tanto. Sueña con ver nuevamente un desfile por la calle Bolívar
domingo 13 de agosto de 2023 | 9:00hs.
Ana María Gorosito Kramer: “Dejen a la fiesta fluir”
Ana María Gorosito Kramer: “Dejen a la fiesta fluir”

Esta primavera cumplirá 73 años y al igual que la mitológica diosa Hebe, tiene el don de la eterna juventud. Al transcurrir del tiempo no permaneció inmutable sino que fue cambiando y reflejando la sociedad de cada época. De las celebraciones posadeñas es sin dudas una de las más populares, con sus brillos, tambores y danzas.

Toda creatividad y alegría, toda solidaridad y trabajo en equipo, La Estudiantina convoca y encolumna a los estudiantes secundarios tras un mismo objetivo y el fruto de este proyecto colectivo se comparte con la comunidad como un espectáculo majestuoso, gratuito y para todos.

Ejercicio artístico, espacio de encuentro y hasta espaldarazo de la economía y el turismo, sin embargo a la fiesta siempre hay que defenderla. 

 Cada nuevo calendario viene con nuevas o viejas críticas y son los chicos los que deben cuidarla de las decisiones de la esfera adulta. 

Que es ruidosa y ensucia, que los chicos no estudian y se pelean, que interrumpe el tránsito y desata el diluvio, que hay que llevarla más acá o más allá, se quejan algunos cuantos. 

 Se bancó todas

La antropóloga social Ana María Gorosito Kramer, que se declaró admiradora de la Estudiantina, en entrevista con El Territorio recordó que esta fiesta salió a la calle aún en los años duros de la dictadura, “los jóvenes y su fiesta se bancaron todas, les imponían los temas, todo tenía que ser nacional, entonces los desfiles se llenaban de gauchos y paisanas criollas”, precisó para comenzar a reflexionar acerca de la importancia de este evento de la juventud y de su plena vigencia en este mundo actual bastante hostil.

 La profesora emérita de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam resaltó el valor cultural de la Estudiantina y también buscó aproximarse a la trama de esta relación de amor y desamor que se produce en torno a ella.

 “Yo soy una fascinada admiradora de la Estudiantina posadeña, la conocí hace más de 40 años y puedo decir que desde siempre es criticada, por distintos motivos”, describió.

 Y adjudicó estos reproches a un hábito dentro de nuestra cultura local, que tiene unos rasgos bastante ocultos.

 “En los subsuelos de la cultura local permanecen una serie de ideas prefijadas que se repiten año a año y siempre encuentran algún tipo de argumentación o planteo, en este caso es hacia la Estudiantina, pero hay otros muchos casos, como qué se yo, uno de los últimos que a mí me da mucha pena son los dorados de la plaza 9 de Julio saltando sobre el cemento y eso se inscribe en las críticas sobre quién y para qué ocupa la plaza”.

 En estos subsuelos de la cultura local, retomó, “hay una especie de tinte conservador, autoritario y que se niega a sí mismo, ya que todo el mundo prefiere hablar de lo cordiales que somos, de lo democráticos y abiertos que somos, pero cada tanto de estos subsuelos oscuros emergen estas clases de observaciones críticas”.

 ¿Qué es eso que le fascina de la Estudiantina?

 La Estudiantina es un hecho maravilloso, creativo, que permanece en el tiempo pese a todo y también cambia y va adquiriendo nuevos elementos, nuevas cosas. Y por eso me duele que nutrido en este espíritu conservador e intervencionista se le quiera poner nuevas reglas, nuevos espacios, nuevos condicionamientos. El hecho fundamental de la Estudiantina es el reencuentro gozoso de los jóvenes, que después de vivir las mejores jornadas en los ensayos, finalmente presentan ante el público el resultado de todo lo que han logrado.

 Entre tanta virtualidad, la Estudiantina es la hora de encontrarse cara a cara… 

 La Estudiantina es el lugar del encuentro de los cuerpos, de los entusiasmos, de los sonidos, de las complicidades, en el sentido de coordinar ritmos, movimientos de coreografías, que derrota a la idea de la prevalencia de las redes, los teléfonos celulares, como los protagonistas fundamentales de la actividad de los jóvenes. Ahí los jóvenes dejan sus aparatos electrónicos y se comunican entre sí de una manera bastante libre, pero me gustaría que fuera más libre todavía. Que dejaran de embromar los adultos con las reglas, de pedir instrumentos así o asá, de exigir cosas y cosas, que en realidad lo que tratan es de acorralar, es decir meter en corral, algo que debería dejarse en la plenitud de la libertad creativa de los jóvenes. Que los chicos hagan las cosas como tienen ganas de hacerlas, porque al fin y al cabo es una actividad de ellos y se termina muy rápido, se acaba el secundario y entran al mundo real, y ese sí que es autoritario, oscuro y lleno de adultos conservadores. Un mundo que no ofrece grandes posibilidades laborales, que no ofrece buenos salarios, en fin, que no ofrece prácticamente nada. Así que dejen a la fiesta fluir.

 Con tantas cosas buenas para resaltar, ¿por qué divide tanto las aguas esta fiesta? 

 Es verdad, divide, pero te decía, dejemos la Estudiantina fluir, y me viene a la mente, que hace bastante tiempo un estudiante universitario hizo una tesis sobre la Estudiantina, y trabajó sobre el derrame económico sobre el conjunto de la población que constituye esta fiesta. La Estudiantina es un gran motor de pequeña economía, de economía de pequeña escala o aún doméstica, y esto también debería visibilizarse. Porque no hay muchos eventos en la ciudad que tengan esta característica: un evento colectivo que generosamente moviliza a gran parte del comercio, bordadoras, modistas, peinadores, maquilladores y más. La Estudiantina moviliza una dinámica económica que paradójicamente le llega inclusive a la gente que la critica.

 ¿Considera que los adultos ven el potencial creativo que los chicos ponen en juego en su fiesta?

 Las chicas y muchachos buscan expresar su libre creatividad. Pero para eso tienen que estar más libres, más sueltos, sin tantas reglas pesando sobre ellos. Yo escuché hablar de que querían inventar un corsódromo… Yo abogo por el regreso de la Estudiantina a la calle Bolívar, que el desfile pase por enfrente de la Casa de Gobierno, como ocurría a finales de los años 70. Esa Estudiantina alegrando a la ciudad y la gente saludaba desde los balcones, desde las veredas llenas; al menos un día del desfile sería fantástico verla cruzar el centro. La Estudiantina es un evento solidario y creativo de la juventud y en esas manos y en ese espacio tiene que quedar.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?