La Fiesta de San Juan se desplegó en Posadas

Blosset y El Palomar, centros del fuego

Con los tradicionales juegos, quema del muñeco y todo el arte que se ofrece en la fiesta sanjuanina, la capital misionera celebró la unión de vecinos en una noche de veranillo
sábado 24 de junio de 2023 | 5:30hs.
Blosset y El Palomar, centros del fuego
Blosset y El Palomar, centros del fuego

A tono con la tradición de celebrar al sol, dios de fuego, en estas tierras donde deberíamos estar emponchados por el solsticio invernal, el veranillo de San Juan hace estragos con su cálido arrullo.

Así, casi a la vera del río Paraná en un clima húmedo y caluroso, el fuego dijo presente una vez en más en Posadas en una celebración entre pagana y cristiana que celebra el nacimiento, lo nuevo.

Con fuerte arraigo en la idiosincrasia local, la fiesta de San Juan tiene años de vigencia en la región y es esperada por muchos para reunirse en comunidad alrededor de los tradicionales juegos.

Villa Blosset, como un referente de la popularidad posadeña, decidió este año sumarse con una gran fiesta sanjuanina de música, competencias de embolsados, palo enjabonado, pelota tatá, toro candil y toda la magia que envuelve al típico festejo del santo.

El palo enjabonado, uno de los juegos tradicionales que atrajo a los chicos. Foto: Joaquín Galiano

En un marco más eclesiástico, la capilla dedicada al predicador también hizo lo propio en el barrio El Palomar, con el clásico cruce de brasas y otras actividades relacionadas.

Además, la fiel Murga de la Estación volvió a destacar con cuatro funciones a sala llena de su ya icónica obra sanjuanina que este año se denominó Llamas de Plata, por su aniversario número 25. Rituales, humor y un poco de autocrítica para renovar la buena vibra de todo un año en pleno solsticio.

Al cierre de esta edición se esperaba la quema del muñeco de Judas, tras el despliegue de una feria con juegos para ‘solterxs empoderadxs’.

Un barrio que siempre celebra
La cuarta generación de un barrio siempre vivo y con espíritu comunitario organizó el festejo de San Juan anoche en la intersección de las calles Lanusse y Esteban Benítez, ya lindando con la costanera posadeña.

“Blosset es un barrio en el que nunca te aburrís, un barrio de mucha actividad, de mucho sentimiento”, alegó María Ester (90), que casada con un oriundo de Blosset, llegó hace alrededor de 30 años a instalarse en Posadas y se enamoró completamente del ánimo del lugar, que le recordó a su juventud de kermés en La Boca.

Augurando una larga noche de fiesta, los vecinos comenzaron a acercarse antes de las 20 y fueron copando los espacios. Al anunciar el comienzo del palo enjabonado, rápidamente una larga fila de postulantes se armó esperando participar con cientos de curiosos testigos. Al mismo tiempo, Raúl Guerrero era el primero en ocupar el escenario que se armó para ir desplegando distintos números artísticos durante toda la jornada.

“Para mí es un orgullo que se haga. Es un festejo muy humilde, muy de barrio pero se hace. Para mí es fuerte, emocionante que estos chicos que son adolescentes, que los conozco de pañales sean ahora quienes empujan y organizan estás fiestas”, reconoció Chane Arias, referente de La Espiral, la banda percusionista que hace décadas busca recuperar el valor cultural de Villa Blosset.

“Siempre vieron cómo son estos festejos, siempre hubo en Villa Blosset una agenda de año con San Juan, Día del Niño, carnaval y otros festejos, ellos siempre lo vivieron así que no les cuesta mucho organizarlo. Sí quizás lo burocrático, porque no los conocen y hay que explicar que esto es sin fines de lucro”, sumó Chane al insistir en la necesidad de pasar la posta para que Blosset siga brillando. “No queremos que se pierdan estos festejos”, sentenció.

Y es que la algarabía también se hereda. Los más pequeños fueron los primeros en sumarse a los juegos con el palo enjabonado que auguraba premios al final de la escalada. Una ovación masiva se hizo eco tras una aguerrida búsqueda del tesoro de uno de los primeros niños en llegar a la cima que tuvo que luchar para sacar el premio.

“Acá siempre hubo fiesta. En los 60, 70 organizaban bailes que no sé ni cómo hacían. La tierra parecía una baldosa y se bailaba muchísimo. Fue para muchos, una época de oro que se vivió acá, mi marido no se olvida nunca de Villa Blosset”, refirió María Ester que no se pierda ningún evento barrial.

Las primeras corridas se dieron con el toro candil rondando en las calles mientras el son de alguna cumbia repicaba en escena.

Una noche grabada a fuego con la esperanza de que una nueva generación perpetúe la tradición de elevar la alegría entre vecinos.

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