Los fantasmas no tienen sexo

domingo 14 de agosto de 2022 | 6:00hs.
Los fantasmas no tienen sexo
Los fantasmas no tienen sexo

-Don Caléndulo Espinosa, vecino de Posadas, se queja de que los medios de prensa locales no le dan importancia a su problema y no le atribuyen veracidad a la información que él aporta, relacionada con un fantasma que habita en su domicilio.

- ¿Qué tendrá la reina de Escocia que no tenga yo (1)? -me preguntó esta mañana del cinco de enero don Caléndulo, mientras divagábamos en el quincho de su casa y disfrutábamos de la lluvia que se derramaba sobre la ciudad aplacando ese calor de mil infiernos que debimos soportar durante tantos días.

- Ella dijo que en su palacio viven fantasmas y todo el mundo le creyó y lo publicaron los principales diarios del mundo –completó su queja, luego de una pausa para degustar el primer mate de una larga tanda cebada por el dueño de casa.

- En principio, debe tener más equipos de aire acondicionado en su palacio que los que usted tiene en su casa, don Cale -atiné a decirle mientras disfrutaba de un aire fresco que soplaba del Sur y me sobreponía al sofocamiento extremo que habíamos padecido los posadeños en los últimos días-, y también más posibilidades de que los Reyes Magos le traigan esta noche, durante su mundial recorrida en camellos, los regalitos que ella pidió. Los zapatitos de la reina deben ser distintos a los suyos, me parece.

- No se haga el vivo, don Larra, me dijo el viejo (que ya va para los noventa años y rebosa salud), yo me refiero a eso de los fantasmas. Para ser más concreto repetiré mi pregunta con mayor precisión: ¿Qué tendrán los fantasmas de la casa de la reina de Escocia que no tengan los fantasmas de mi casa, que la prensa le da trascendencia internacional y a los míos ni le llevan el apunte?

- No sé lo que pretende, don Cale, pero la reina es la reina. Aunque sea una más entre tantas que aún perduran allá por la Europa.

- Y los fantasmas son fantasmas, -me dijo-aquí y en la China, y en esa dimensión en que habitan ya no se habla de nobleza ni de otras yerbas. No señor. Ellos, los fantasmas, están como sombras en un plano interdimensional que merece ser respetado por todos, sea dónde sea el lugar en que ellos se manifiestan. Los fantasmas no son pobres ni ricos; de alcurnia o de la plebe. En lo único en que se diferencian entre sí es en el hecho de que los hay malos y buenos, y los fantasmas de la reina, por lo que ella dice, son todos buenos, entretenidos y acompañadores, como quien dice (No entendí muy bien el argumento por lo que quedé un poco desconcertado).

- ¿Y sus fantasmas, de qué tipo son? ¿De qué manera los clasifica? –pregunté, intentando con mucho esfuerzo mantener el hilo de la conversación.

- En realidad, no son “mis fantasmas”, es “mí fantasma”, ya que es uno sólo y con eso basta. Para qué quiero más. Es uno, y de los malos, se lo aseguro…

- ¿De los malos…?

- ¿Y yo qué le dije, don Larra? No se haga el que no entiende…

- Disculpe don, es que estoy un poco impresionado.

- Bueno. No se me impresione tanto ni se me asuste tampoco. Y en honor a la verdad debo decirle que no es “un fantasma” sino “una fantasma”.

- ¿Una fantasma? ¿Es que tienen sexo?

- ¡Pero qué cosas dice, don Larra! ¿Dónde se ha visto fantasmas teniendo sexo? Los fantasmas tienen género, para que sepa. Femenino y masculino.

- ¿Y cómo sabe usted que su fantasma es femenino? –atiné a preguntar, un poco cohibido ya por mis malas interpretaciones anteriores y con temor de ser reconvenido nuevamente por mi interlocutor.

- Porque la conocí en vida y desde el mismísimo momento en que la conocí ya comenzó a atormentarme. Lo hizo hasta su muerte, hace ya quince años, y no pierde la maña. Creo que me perseguirá aún en la eternidad. Estoy condenado…

- Pero, ¿se puede saber quién es, o quién era la maldita…?

- Sí, se puede saber. Era mi suegra. Doña Roncalina Pedraza. O sigue siendo mi suegra, ya no sé qué decir. Sólo sé que me acosa de noche, cuando mi mujer duerme y no la puede ver ni escuchar. Entonces se me aparece, me despierta, me insulta, me amenaza y no me deja dormir. Desvelado ando, don Larra. Por eso le doy tanto al mate. Para mantenerme despierto.

- ¿Y por qué lo molesta tanto?

- Debe ser, me imagino, porque el día en que su hija me la presentó, la muy artera me miró a los ojos y señalando con su dedo índice a la hija me dijo con voz autoritaria: “Sepa jovencito que la fruta no se toca”. “La fruta a la que se refería mi futura suegra, tenía tan sólo quince años y era más que un primor. Era dos primo-res…

- ¿Y eso es todo?

- Nooo… resulta que con el paso del tiempo y durante el noviazgo con su hija, se me dio la oportunidad y toqué la fruta, para qué le voy a mentir.

- ¿Y su suegra se enteró?

- No sólo se enteró sino que nos vio. Nos sorprendió in fraganti. Me agarró con las manos en la masa y le dijo a su hija que yo era un malintencionado…

- ¿Con las manos en la masa…?

- Bueno, no… con las manos en la fruta, sería lo correcto.

- Pero don Cale… ¿no le supo explicar usted que todo eso era producto del amor?

- Sí. Traté de explicar. Pero ella, en un ataque de furia me hizo ver que del amor al odio hay un sólo paso. Y ella dio ese paso. Me odió toda la vida… Y me sigue odiando después de muerta. Convertida en fantasma por propia voluntad seguramente, por el gusto de martirizarme. Estoy seguro de que ella misma eligió esa condición etérea rechazando ir al cielo o al infierno con tal de volverme loco como me está volviendo.

En ese momento, nuestra conversación fue interrumpida por la presencia de doña Rémola, la esposa de don Caledonio. Mujer anciana y muy bella. Esbelta, bien arreglada en su persona y con una fina personalidad que la hacía admirable a los ojos de cualquier hombre sin distinción de edades. Lo que se dice “una belleza para admirar”. Traía en sus manos una bandeja con tortas fritas recién elaboradas, las que sirvieron para completar la ingesta del sabroso mate cebado por el dueño de casa.

La anciana se quedó con nosotros unos minutos, tiempo que aprovechó para mimar a su marido y dedicarle unos cuantos elogios y piropos, con caídas de ojos incluidas. Don Cale se ponía colorado de vez en cuando y a veces tartamudeaba. Se notaba a la legua que el hombre seguía enamorado…

- Ella ni se imagina lo que me ocurre –me dijo, refiriéndose a su mujer una vez que esta se alejara a continuar con sus actividades personales- y yo no la quiero preocupar con mis pesares, por lo que disimulo todo lo que puedo para que no se entere.

- ¿Y nunca se le ocurrió pensar don Cale, que tal vez “la fantasma” no exista y todo sea producto de su imaginación que a modo de remordimiento actúa sobre su consciencia arrepentida por haber tocado la fruta antes de tiempo? Mire que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por tocar la fruta.

- Ahí comete usted dos errores, amigo. El primero: Adán y Eva no fueron expulsados por tocar la fruta sino por comer la fruta, que es distinto. Segundo: Yo sólo toqué la fruta. Que si la hubiese comido en ese momento bien valdría soportar mil fantasmas como mi suegra y no me hubiese arrepentido jamás…

*****

Cuando me fui, de regreso a casa me puse a pensar en la historia de “la fantasma” de don Cale y en la belleza de su mujer.

Me la imaginé a doña Rémola, allá por sus quince años.

- “Su belleza habrá sido deslumbrante”, me dije. Y en esas circunstancias, ¿qué hombre se hubiese resistido a tocar la fruta? Y, de comer, ni que hablar. Aunque eran otros tiempos.

Llegué a mi casa y en la intimidad de mi hogar recordé una vieja sentencia que dice que los fantasmas no existen pero, de que los hay… los hay.

Luis Ángel Larraburu

(1) Se refiere a afirmaciones que efectuara la (probable) reina de Escocia (si Escocia lograse su independencia) ante el periodismo, afirmando que en su palacio convive con fantasmas. La noticia circulo en gran cantidad de diarios del mundo durante la primera semana de enero de 2017.

El relato es parte del libro “El plato volador de Liberato Sotelo”. Larraburu reside en Posadas, es autor además de “El Monje Negro”, “En los pagos del Oro verde”, “Sobre duendes, mitos y leyendas”, entre otros. Ilustración: Pixabay

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