Kevin Johansen

“Tuve que laburar de otras cosas hasta que me fue bien en la música”

El músico celebra los 20 años de The Nada, el proyecto musical que lo acompaña desde que regresó a Argentina en el 2000, con un recital en el Hipódromo de Palermo y un nuevo disco; sostiene que “el tiempo de los artistas vale” y trabaja en pos de los derechos de autor
jueves 02 de diciembre de 2021 | 6:00hs.
“Tuve que laburar de otras cosas hasta que me fue bien en la música”
“Tuve que laburar de otras cosas hasta que me fue bien en la música”

Kevin Johansen celebra las dos décadas de su banda ‘The Nada’ con un concierto titulado ‘20 años The Nada’ que también tiene un registro en formato álbum.

El artista alaskiano- argentino se prepara para el encuentro con su público, que será el domingo 5 de diciembre en el Hipódromo de Palermo de Buenos Aires.

En el recital presentará el proyecto musical de impronta festiva que lo acompaña desde que regresó al país a comienzos del nuevo milenio.

A poco de lanzar un nuevo disco que contará con las voces de Rubén Rada, Jorge Drexler y David Byrne, Johansen dará este recital que también celebra el regreso a la presencialidad en los shows.

“El show es una excusa celebratoria -señaló Johansen a Télam en una entrevista en su casa en el barrio porteño de Belgrano-, me cayó la ficha de que pasaron 20 años desde que empecé a rodar de vuelta en Argentina, que no son nada como decía ‘el Mudo’ pero a la vez es un montón, de muchas vidas en una y eso sorprende”.

Después de lanzar ‘Algo Ritmos’ en 2019, la banda que completan Andrés ‘Caio’ Reboratti (vientos, bajo), Maximiliano Padín (guitarras, charanga, bajo), Pedro ‘Pepo’ Onetto (teclados y acordeón) Sebastián ‘Cheba’ Massolo (guitarra eléctrica), Lucas Espina (percusión), Miguel Ángel Tallarita (trompeta), Mariano Massolo (armónica) y Enrique ‘Zurdo’ Roizner (batería), que está a punto de cumplir 82 años, marca su regreso formal a los escenarios porteños.

Un breve resumen geográfico de su vida podría ser que nació en Alaska, de madre argentina y padre norteamericano, se crió entre Buenos Aires y Montevideo, tocó sus primeros acordes ante el exigente público del under neoyorquino y regresó a la Argentina en el 2000, siendo un perfecto desconocido.

“A contrapelo siempre”

“Muy a contrapelo siempre, históricamente, porque primero vine cuando mi vieja se estaba separando de su segundo marido, y el timing fue hermoso: mayo del 76 (se ríe), y nos fuimos a Montevideo que la cosa estaba un poco más tranca”, recuerda el autor de ‘Sur o no sur’ y ‘Logo’.

“Y después mi timing personal, ya de grande, también fue del orto (risas) porque yo había estado 10 años en Nueva York y volví con mi mujer y mis dos hijas en el 2000 porque había fallecido mi suegra y en el país había un espíritu de ilusión porque se iba el turco, de cambio y, al final, se cayó todo a pedazos”.

¿Cómo recordás 20 años después el comienzo de tu carrera en Argentina?

Recuerdo con mucho cariño la etapa de mostrarle a mis primeros amigos el disco que estaba terminando, con la canción ‘Guacamole’ a la cabeza. Yo tenía casi 40 y era un remo de muchos años en realidad. Pero sí, fue muy angelada ‘la recibienda’ como dirían los cubanos, muy natural, orgánica. De hecho, en 2011 Tweety González me dijo “cuando vos llegaste fue como una brisa de aire fresco” porque estaba muy en boga en los ‘90 el rock chabón, la cosa barrial, con lo que no tengo ningún problema pero tampoco nada que ver.

Y al poco tiempo la canción ‘Down with My Baby’ se volvió furor de la mano de la novela ‘Resistiré.

Lo de la novela fue un choque cultural para mí. Yo siempre digo que, más que de culto, yo fui un artista oculto muchos años, entonces de repente salir a la palestra argenta post crisis, con un tema medio ‘horny’ en inglés me agarró terror: “Van a pensar que solo hago temas en inglés”. Pero a los dos meses me relajé y vi que la gente averiguaba que había un disco que se llamaba ‘Sur o no Sur’ y eso también fue una continuación en Argentina, con más arraigo y, a su vez, una evolución muy orgánica de ese disco anterior.

¿Cuál creés que fue el secreto de la banda The Nada para mantenerse 20 años vigente y activa?

Entre nosotros hubo un “feng shui” armónico desde lo humano muy particular. Eran pibes de barrio, de Villurca, Colegiales, que manejaban el combo de folclore-tango-rock y en lo estético íbamos por un carril parecido. Y después la inclusión del Zurdo Roizner, que fue fortuita, porque para la grabación de “Sur o no sur” (2002) yo buscaba un batero dúctil que pudiera tocar una chacarera, una milonga y me lo sugieren a él. Al Zurdo le gustó lo que escuchó y cuando entró fue muy bueno para la banda porque los pibes eran un poquito de fumar o tomar antes de tocar (se ríe) y a veces pifiaban un poco y mis temas son medio cazabobos según el Zurdo, porque parecen fáciles pero tienen vueltas de rosca en lo armónico, son engañosos y él empezó a decir: “Antes de tocar, nada. Después de tocar, todo”. Eso fue aleccionador. Y lo adoraron. Lo conocimos cuando tenía 62 y ahora tiene 82. Es el más joven de la banda.

¿Cómo te llevás con los cambios en la industria de la música?

Creo que la industria discográfica siempre va a existir, transformada, al igual que la forma de consumir, porque la gente sigue consumiendo música a rolete. Sí creo mucho que el músico y los que trabajan en la industria de la música deben cobrar por su tiempo, no creo en esa cosa medio cheta indie de “no me importa el dinero”. Yo tuve que laburar de otras cosas hasta que me fue bien en la música, soy muy clase media Mafalda, hijo de docente soltera así que creo mucho en que el tiempo de los artistas vale y que tenés que cobrar por lo que hacés. Creo que en ese sentido se ha ido acomodando, ahora está muy el tema de las bajadas digitales y estamos trabajando para que los derechos de autor caigan donde tienen que caer”.

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