Las vacas que sabían volar

Para aquellas personas que nada saben de muros y cercos. Para aquellas rebosantes de sueños y empuje. Para que sigan existiendo.
domingo 29 de agosto de 2021 | 6:00hs.
Las vacas  que sabían volar
Las vacas que sabían volar

Érase una vez un lugar llamado San Antonio donde vivían vacas con sus terneros y sus toros.

Los toros eran de las vacas… o al menos eso es lo que ellas sentían.

Las vacas tenían los nombres de las abuelas, tías, hijas y otros amores del hombre sin pelo, con panza llena y corazón contento que cuidaba de ellas y las ordeñaba.

La marrón se llamaba Hilda como su esposa; la blanca y negra, Mery como su mamá; había una de manchas llamada Estela, como la tía coqueta de labios rojo carmesí.

También los toros tenían nombres de parientes ancestrales; tal vez al nombrarlos de este modo, el hombre de antiguo bigote no se sentía solo, encontrando pedacitos de recuerdos vivos, familiares, latentes, en cada vaca o ternero.

Un día soleado, rumbo al caminito que lleva al tambo, el hombre que añoraba su pasado me relató esto que enseguida he de compartir con ustedes y que lejos está de ser un secreto: Las vacas casi que pueden volar.

Resulta que, en cierta época del año, cada año, acontecen los hechos más extraños. Las vacas se ponen ansiosas y urgentemente mimosas buscando a sus toros y es tanto su afán y mayor aún su determinación, que logran saltar cercos cual conejos o canguros o ardillas planeadoras…o vacas borrachas de amor.

No sé si las vacas se olvidan que son pesadas y cuadradas o tal vez el amor las vuelve ligeritas como plumitas. Quizás son tan tercas que ni su cuerpo tosco puede impedirles llegar a su toro querido.

…Probablemente no sólo las vacas puedan saltar alto y, a pesar de todo, ir por todo.

 

Elisa Grosso

Grosso es docente y artista visual. Tiene publicado los libros Dos cuentos en uno y Todas mis mamás. La ilustración es de Martín Klein, dibujante, ilustrador y profesor de artes visuales.

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