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Los pro y los contra del nuevo presidente peruano

El inesperado triunfo de Pedro Castillo, combinado con la inestabilidad política y las múltiples dificultades que deberá enfrentar, hacen difícil trazar un pronóstico sobre su rumbo
domingo 01 de agosto de 2021 | 6:02hs.
Los pro y los contra del  nuevo presidente peruano
Los pro y los contra del nuevo presidente peruano

Unos días antes de la primera vuelta electoral en Perú las encuestas mostraban un enjambre de candidatos separados por dos o tres puntos, de los cuales ninguno llegaba al 15% de la intención de voto. Entre esos siete u ocho candidatos no era inusual que las encuestadoras ubicaran al desconocido Pedro Castillo en el último lugar.

Dos meses más tarde, el “profesor” es el virtual presidente electo, después de una primera vuelta sorpresiva, en la que se despegó de aquel pelotón y cosechó casi 19% de los votos, y una segunda vuelta para el infarto, que le ganó a la hija del ex presidente Alberto Fujimori.

La primera conclusión es obvia: cualquier pronóstico sobre semejante escenario es temerario. Más teniendo en cuenta la reciente inestabilidad política de Perú, con presidentes destituidos, Congresos envalentonados, una calle crispada y el contexto pandémico que hoy tiene al país al tope mundial de muertes por habitante.

De un día para otro, las autoridades peruanas reconocieron que los muertos por Covid-19 no eran 68.000, sino al menos 180.000, una subnotificación que también es habitual en otros países de la región, como Brasil o Chile.

Sobre esa inestabilidad permanente asoma la novedad de un líder sindical, ajeno por completo a la élite social y política, por fuera incluso de corporaciones como la militar que encumbró en el 2011 al último “outsider”, Ollanta Humala. La figura de Castillo evoca imágenes más cercanas a la de Evo Morales en Bolivia: el sitiado rural sobre la ciudad, un hombre de abajo que llega con la fuerza de los votos.

Por ahora las semejanzas no son muchas más. Evo Morales tenía una carrera política más extensa, había sido candidato presidencial, diputado, su partido tenía una presencia más larga y, sobre todo, le había sacado 25 puntos a su rival.

Las dificultades para la consolidación de un gobierno rupturista son enormes (en verdad, para cualquier gobierno). Algunas de ellas son: un Congreso que tiene enormes poderes que van desde la censura a ministros hasta la capacidad de echar al propio presidente sin mayores pruritos, una bancada propia exigua (37 diputados sobre una Cámara de 130, que se pueden estirar hasta los 42, si sumamos a los progresistas de Verónika Mendoza), la oposición mediática y el nulo manejo del castillismo del resto de los resortes del Estado.

Es difícil pensar un paralelismo con los arribos de los gobiernos nacional-populares de los últimos veinte años. Aquellos llegaron, o bien después de un largo derrotero de conquistas electorales previas, escalonadas, donde el sillón presidencial era el final de un camino, o fueron huracanes de votos que arrasaron con los sistemas de partidos preexistentes y le otorgaron a los líderes la libertad para rediseñar el panorama.

Pedro Castillo no tiene ni lo uno ni lo otro, por lo que sus dotes o carencias como líder van a incidir fuerte desde el arranque.

Por Federico Vázquez
Télam

 

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