Charlas del cuerpo

domingo 01 de noviembre de 2020 | 6:00hs.
Charlas  del  cuerpo
Charlas del cuerpo

Gracias a mí respiran!- resopló el Pulmón

-Mi fuelle no se cansa, pero no recibo ni una palabra de agradecimiento de mi vecino el Corazón. Lo único que hace es mandarme cargas de ese negro y horrible anhídrido carbónico para que lo reemplace con el puro oxígeno que fabrico. El no puede aumentar su trabajo sin pedirme más oxígeno. No creo que en su seno resida el alma.

- Agrandado, insufrible- contestó fibrilando el Corazón- éste lo único que sabe es llenarse de aire y ufanarse. Ocupa más espacio que cualquiera…le dieron casi todo el tórax….apenas quedó lugar para mí. Soy el motor del cuerpo y bombeo la sangre purificada hasta los lugares más recónditos. No puede ser que todos se quejen porque soy el más importante- y continuó-. Fíjense en la insignificante uña, se pavonea diciendo que sin ella nuestro Individuo no caminaría bien y no tendría protección en sus pies. Bueno, eso es poco comparando con lo que comentan mis empleadas, las arterias y venas: que tienen que correr por todo el cuerpo, que sus redes de transportación son más grandes que las rutas de cualquier país. Que si no trabajan el individuo no caminaría y el resto de nosotros los órganos nos moriríamos de hambre y el cerebro no pensaría. Sin embargo, estoy cansado de decirles que algunos individuos tienen la mejor red de vasos y sangre con todos sus alimentos y que igual no piensan.



La reunión de órganos comenzó en forma ríspida. Casi sin presentaciones, ya se conocían. Charles Human organizó el “Foro de órganos para la democracia”. En realidad tenía segundas intenciones, quería hacerse un control médico y con un amigo Imagenólogo se propuso recorrer los órganos del cuerpo pidiéndoles sus opiniones. Charles había ignorado sus órganos por mucho tiempo y quería tener una visión personal de cada uno de ellos, y en lo posible escucharlos.

-Pónganme en imagen- reclamó muy seguro el Hígado. El verdadero motor químico soy yo. Fabrico proteínas, enzimas, y miles de otras substancias para facilitar los procesos metabólicos del cuerpo. Cuando me enojo se quedan todos amarillos. Soy decente, no me agrada el alcohol, aunque me gusta acaparar la grasa. Soy tan noble que puedo trabajar con una tercera parte de mí y aun así mantengo al cuerpo funcionando. Además, por algo debe ser que estoy en el medio del cuerpo...

-Con permiso- habló nerviosa la Médula Espinal. Reconozco que ustedes son útiles, pero nadie se hace sentir como yo: cualquier golpecito que recibe el Individuo y le hago vociferar de dolor, claro que a veces exagero con las palabras, pero eso es el problema de la maldita Lengua.

-Yo soy el macho aquí, digan lo que digan todos ustedes-, interrumpió arrogante el Testículo. Sin mí, la autoestima de este Individuo estaría por el suelo y no tendría descendencia.

-Ya me van a sentir bocones- reprochó zigzagueante, el intestino. -Cuando esté con esa su novia le vamos a hacer una revolución cólica, le sacaremos nuestros gases penetrantes.

Algo más ceremonioso, el Riñón expresó: -Todos hablan de lo que sirven, pero si yo no existiera qué harían ustedes con las cosas que descartan. Yo me encargo de la limpieza de este organismo- resumió al final.


Así continuó la exposición, cada uno de los órganos expresaba su importancia y utilidad. Charles, asombrado, comenzó a conocerse más. Se aproximaba el final de la reunión y era el turno del Cerebro, con aire de superioridad comenzó su alocución:

-Hagan lo que hagan, funcionen como funcionen, sin mi ¡qué seria de la vida! Aún si ustedes siguieran funcionando, si yo estoy muerto están todos legalmente muertos. Con mi capacidad puedo construir aparatos como éste donde podemos vernos y escucharnos. Con mis ideas puedo curar, matar, o transformar seres y naciones enteras.

De repente se escuchó un mensaje a través de una de las miles de conexiones neurosensitivas. La voz era firme pero dulce:

-“No vale la pena pelearse, ni ser arrogantes”, dijo. Era la conciencia. Nunca nadie la había podido ver, pero se hacía escuchar y hablaba lo justo. El cerebro consideró rápidamente que debía recapacitar. Era su deber hacerlo en nombre de los demás. Después de unos breves segundos reanudó su discurso con voz serena.

-¿Por qué no usamos este forum para mejorar nuestro entendimiento y funcionamiento?- se preguntó en voz alta. Cuando alguien no funciona no funciona bien nadie, cuando alguien muere, morimos todos, todos somos importantes y de nada sirve pelearnos. En realidad, nos llevamos bien, y aunque protestemos, cada uno cumple con su trabajo. Juntos somos más.

Un cerrado aplauso inundó la imagen. Vuelto el silencio, la Conciencia volvió a hablar:

-No quiero que termine esta reunión, sin antes pronunciar unas palabras de reconocimiento y homenaje para alguien que vive cerca de mí. Para que ustedes sepan, siente indescriptiblemente tanto el dolor, como el placer, el odio y el amor. Con emoción continuó: Motiva al individuo a componer música, pintar cuadros, escribir. Apasiona. Pero se desconcierta cuando alguno de ustedes no anda bien o pelean. Dicen mis antepasados filósofos que si no estuviera dentro del Individuo todo sería aburrido, sin sentido y lo que es peor no tendríamos felicidad. Y el mundo afuera tampoco. Lo suyo es sublime.

Se llama...Sentimiento.

Se apagaron las luces y por un momento todo fue armonía. Charles Human dormiría feliz esa noche.

Relato inédito. Forma parte de un libro de próxima edición. El autor publicó Vivencias en 2016.

Luis Flores

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