El Mercosur, en un proceso de revisión de objetivos y alianzas

domingo 04 de octubre de 2020 | 6:00hs.
Reencuentro en Puerto Iguazú en 2005, Lula da Silva, Sarney, Kirchner y Alfonsín.
Reencuentro en Puerto Iguazú en 2005, Lula da Silva, Sarney, Kirchner y Alfonsín.
Antonio Villalba

Por Antonio Villalbaavillalba@elterritorio.com.ar

Tras la recuperación de la democracia en la región, Argentina y Brasil fueron afianzando un fuerte lazo de integración. Es así que se instituyó el Día de la Amistad argentino-brasileña en conmemoración de aquella acta de Copacabana, rubricada el 16 de marzo de 2004 en Río de Janeiro por los presidentes Néstor Kirchner y Luis Inacio Lula da Silva. Entonces se resolvió que en homenaje al encuentro de 1985 de los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney -de allí la foto histórica en las Cataratas del lado brasileño- se celebraría el Día de la Amistad entre ambos países. Es que en este último encuentro, se firmó la Declaración de Iguazú, que dio origen al proceso de integración regional que llevaría seis años después a la creación del Mercado Común del Cono Sur (Mercosur).

En reconocimiento a ese primer paso entre ambos presidentes, se celebró luego el 30 de noviembre de 2005, el reencuentro de Alfonsín y Sarney, propiciados por los entonces presidentes Lula da Silva y Kirchner, otro retrato histórico concretado en Puerto Iguazú. De esta manera, este 30 de noviembre se cumplirán 35 años del primer impulso del Mercosur.

La historia comenzó con aquella propuesta de Alfonsín, de iniciar un camino de cooperación con Brasil y la región. El presidente Tancredo Neves aceptó con agrado la propuesta, aunque murió antes de ver concretado ese sueño de unión, que lo cristalizó su reemplazante José Sarney .

Por eso, se espera con expectativa la posibilidad de otra foto clave para este momento especial del Mercosur, la de Alberto Fernández y su par de Brasil, Jair Bolsonaro, que podría concretarse próximamente según, el embajador en Brasil, Daniel Scioli.

El canciller argentino, Felipe Solá que escribe en exclusiva en esta edición del diario El Territorio recuerda que a pesar de cierta fragilidad desde el Mercosur, se exporta al mundo por un valor de 120 mil millones de dólares.

A su vez, un experto en finanzas internacionales, analiza las debilidades y fortalezas del mercado común en estos momentos.


Opinión

Dos fechas históricas

 Felipe Solá<br />
Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto

Por el ingeniero Felipe SoláMinistro de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto

Sudamérica se apresta a conmemorar dos fechas históricas. Una es el 30 de noviembre de 1985, cuando la Argentina y Brasil firmaron el Acta Foz do Iguaçu y dejaron diseñada la integración entre los dos países. Otra es el 26 de marzo de 1991, el día en que la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay constituyeron el Mercosur. Muy pronto se cumplirán 35 años de la primera fecha y, en poco más de seis meses, 30 años de la segunda.

La cronología suele ser buena consejera. Muestra que el Mercosur existió porque antes la Argentina y Brasil se pusieron de acuerdo en el rumbo común. A través de los 32 puntos del acta de Foz los presidentes democráticos Raúl Alfonsín y José Sarney se felicitaron por haber inaugurado el puente “Tancredo Neves” entre Puerto Meira y Puerto Iguazú, destacaron que era la primera obra conjunta de ese tipo desde el puente de Uruguayana-Paso de los Libres de 1947, acordaron medidas de confianza mutua en el plano nuclear, expresaron su preocupación por la deuda externa y el drenaje de divisas, se prometieron aumentar el poder de negociación de América Latina en el mundo, señalaron los peligros de militarizar el Atlántico Sur y reafirmaron los derechos argentinos en la Cuestión Malvinas.

La formación del Mercosur en 1991 fue una consecuencia natural de la integración entre la Argentina y Brasil. Y, otra vez, la democracia resultó un presupuesto de partida para la estabilidad regional y la integración. Uruguay ya había recuperado su régimen constitucional en 1985. Paraguay lo había hecho en 1989.

Casi 30 años más tarde, la primera comprobación feliz es la continuidad en medio de los vaivenes del mundo y, a veces, pese a las diferencias políticas. Ningún documento dice que los gobiernos pasan mientras el Mercosur y los pueblos quedan, pero ese espíritu está presente desde el primer día y es bueno que así sea.

La certeza sobre la continuidad es la que nos da, hoy, libertad para debatir con franqueza sobre los desafíos del Mercosur. El Gobierno enfoca cada discusión con los socios quitándose de encima el velo de los dogmas. La Argentina no cree que el Mercosur deba ser convertido sólo en una suerte de plataforma de lanzamiento para acelerar procesos hacia la firma de acuerdos con terceros países o bloques. Y tampoco se abraza al dogma de un Mercosur cerrado al mundo. Tal cual quedó planteado en Foz, concibe al Mercosur como un mecanismo de integración que todavía puede y debe ser profundizado en términos de comercio, conectividad física, energía, educación, cultura, turismo y desarrollo digital. Todas las experiencias internacionales muestran que a mayor solidez de la integración, mayor capacidad negociadora, lo cual resulta clave en un mundo incierto pero probablemente cada vez más regionalizado.

Sin descuidar ninguna perspectiva interesante fuera del continente, hay grandes posibilidades aquí cerca. En el resto de América del Sur. En América Central y el Caribe. En México. Debemos explorarlas juntos.

Partimos de un piso interesante. Sólo en alimentos el Mercosur exporta hoy al mundo 120 mil millones de dólares.

Los socios tenemos mucho por hacer en un espacio que para la Argentina es política de Estado y que, afortunadamente, siempre se caracterizó por la flexibilidad y el espíritu práctico.