La sed verdadera
Un bebedero que podría estar en una placita en Charlottenburg (Berlín) de cuyo chorro beben aves y paseantes o por las calles de Roma, ciudad en la que en cualquier parque o esquina podés beber directamente o cargar tu botella. Este se encuentra en la plazoleta Lisandro de la Torre y se mantiene casi incólume resistiendo el paso del tiempo, el olvido y el vandalismo.
Base firme, bacha angosta y extraña conexión para ser un bebedero con todas las letras. Él acompañó la sed de los niños que jugaban en las hamacas y toboganes, en sube y baja y en el arenero, los que están quedando olvidados y convirtiéndose en madera y metal corroído.
El bebedero resiste desde esa época en la que los nuevos vecinos que comenzaron a habitar las torres circundantes solicitaron que el espacio sirva para el esparcimiento infantil. Esos niños han crecido, formado nuevas familias y el bebedero espera recibir nuevas generaciones para recordarles el placer de beber agua en un día caluroso