2018-06-17

Los Bourscheid insisten: pesquisa deficiente con pruebas plantadas

Casi seis años después del cruento asesinato de la estudiante Angélica Beatriz Ramírez (14), en Puerto Rico, y a exactamente 43 meses de que fuera condenado a prisión perpetua el repartidor de pan Francisco Bourscheid (55), su familia, abogados defensores y hasta incluso dos peritos contratados particularmente para dilucidar el caso también desde lo privado, insisten en que es inocente y, en ese punto, que la prueba fundamental por la que lo declararon culpable fue plantada para cubrir a los verdaderos asesinos que, aseguran, caminan libremente por la calle.
El expediente pasó por la instancia de revisación en el Superior Tribunal de Justicia (STJ), que el año pasado confirmó la sentencia dictada por el Tribunal Penal Uno de Posadas, avalando de esa forma todo lo hecho anteriormente.
Igualmente, la familia del panadero no para de cuestionar el trabajo de los investigadores y peritos científicos de la Policía de Misiones que tuvieron activa participación en recolección de evidencias, entre eso, testimonios, huellas y rastros.
Tampoco son complacientes con el rol que tuvo el por entonces juez de Instrucción, Éctor Acosta, posteriormente denunciado y destituido. En su caso, directamente lo acusan de realizar un trabajo investigativo -según ellos- deficiente y plagado de irregularidades.
“Tenemos la certeza de la inocencia de Francisco y que la causa fue armada en Puerto Rico durante la instrucción que llevó adelante el ex juez Acosta”, aseguró Alberto Bourscheid, hermano del condenado que actualmente quema sus horas en la Unidad Penal III de Eldorado.
En ese punto, agregó: “Nos dimos cuenta de que muchas cosas se obviaron, como por ejemplo, que la mujer que encontró el cuerpo de la víctima nunca fue citada a testimoniar e, incluso, en el lugar del hecho los primeros que llegaron fueron Acosta y la fiscal (Mabel del Rosario) Luna, pero no levantaron pruebas, sino que fueron a borrar pruebas”.
El hombre fue aún más contundente en su acusación asegurando que “se eliminaron muchas pruebas que alejan a mi hermano del hecho y no fueron tomadas en cuenta muchas otras, por eso tenemos la certeza de que durante la instrucción armaron esta causa para que Francisco sea el asesino”.
Desde el inicio de la entrevista, Alberto apuntó directamente al cuestionado ex magistrado, por lo que la pregunta surgió sola. ¿Por qué el interés del juez? La respuesta: “No nos olvidemos de que uno de sus hijos estuvo involucrado junto a un prefecturiano, él (por Acosta) sabía eso desde el tercer día después del crimen, pero se apartó recién a las dos semanas, cuando se debía haber apartado en un primer momento. Estamos seguros de que por más que haya dado un paso al costado, siguió guiando todo como juez”.

El fallo de los peritos
Pocas semanas después de escuchar la condena, el abogado defensor de Bourscheid impugnó varias pericias basándose en un informe realizado por el perito particular posadeño Raúl Zajaczkowski, quien mediante un minucioso trabajo de campo y revisión de evidencia, se animó a confrontar con los peritos oficiales Marcelo Maslowski y Emilio Sappa, marcando una serie de posibles errores que tendrían los trabajos realizados por los efectivos.
Esas supuestas irregularidades fueron coincidentes en las conclusiones del perito accidentológico y licenciado en criminalística, Alejo Bermúdez, oriundo de Eldorado.
“Tenemos los informes del trabajo que hicieron los peritos particulares y en eso nos basamos para denunciar a los oficiales, que hicieron un trabajo plagado de irregularidades. Lo demostramos pero no nos dieron importancia y queremos saber por qué”, manifestó Alberto Bourscheid.
Entre otros puntos, Zajaczkowski, por ejemplo, cuestionó la cadena de custodia de las pruebas colectadas en la escena del crimen, lamentando la supuesta desaparición de uno de los elementos incautados (una botella con sangre) y la posible falta de interés de los peritos policiales de realizar cotejos genéticos de vellos y escupitajos.
Más allá de eso, concluyó que la pisada que aparece en una fotografía, identificada como evidencia Nº 6, no coincide con la de la zapatilla secuestrada en el domicilio del panadero, señalada como evidencia Nº 3 en el acta de allanamiento. Ese par de zapatillas (marca Hesse) fue hallado en la casa de Bourscheid y se comprobó genéticamente -según se estableció en el debate condenatorio- que en la suela tenía una mancha de sangre de la adolescente masacrada a golpes y asfixiada a un costado de la avenida Pionero Kuhn.
En su momento, Zajaczkowski explicó que “la prueba fundamental en la que se basaron los jueces para condenarlo por homicidio calificado por ensañamiento y alevosía fue una media huella de la parte posterior de una de las zapatillas incautadas. La huella, dicen que fue levantada en la escena del crimen y después resulta que tenía una mancha de sangre de la víctima en la suela”.
“Esa marca de pisada no era la única en el lugar y con mi trabajo demostré claramente que no pertenece al acusado, pero más allá de eso, sostengo que fue plantada porque la zapatilla fue incautada en su vivienda en un segundo allanamiento hecho varios días después del crimen y en ese lapso de tiempo él (por Bourscheid) la usó para trabajar y encima llovió dos veces. Es imposible que una mancha de sangre resista en la suela cuando anduvo más de una semana por la lluvia y el barro repartiendo pan, que es lo que hacía todos los días”, explicó.

Evidencia 6
Profundizando sobre la huella que, para los investigadores, peritos y jueces, ubicó a Bourscheid en el lugar donde estaba el cuerpo, Zajaczkowski detalló que “en el centenar de fotos que tomo la Policía Científica, la pisada presentada como prueba fue marcada como ‘Evidencia 6’, pero en un primer plano de la huella aparece en un terreno con relieve, totalmente distinto al colchón de polvo donde se la encontró”.
En ese sentido, afirmó que “la comparación de la huella con la zapatilla fue mal hecha, ya que no se realizaron los procedimientos científicos recomendados y, además, concluyeron que correspondía a la zapatilla izquierda siendo que era la derecha. Desde el punto de vista jurídico eso es inadmisible como prueba”, cuestionó.
En parte de ese análisis coincidió Bermúdez en un informe pericial que le entregó a los Bourscheid. “La huella identificada como Evidencia 6 no guarda relación directa con el crimen donde resultara víctima fatal la menor Ramírez”, determinó el profesional de parte.
Teniendo en cuenta eso, Alberto se aferra a la hipótesis de que “la causa fue armada por quien en ese entonces era juez y cada día que pasa estamos más convencidos de que Francisco fue condenado con pruebas truchas, plantadas”.
Sobre el final enumeró una serie de -a su criterio- irregularidades cometidas durante el proceso: “Se juntaron pelos en el lugar del hecho, además de vellos, que nunca se analizaron, al igual que un escupitajo que nadie quiso analizar genéticamente. Las huellas de neumáticos en el sitio nunca se cotejaron con las de la camioneta de mi hermano para ver si coincidían, pero además de eso una botella vacía de champán con manchas de sangre estaba junto al cuerpo y desapareció de forma misteriosa sin ser analizada”.




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