Alumnos del Gentilini reactivan el legado jesuita a través del huerto

domingo 21 de abril de 2019 | 6:00hs.
El terreno presenta unas quince variedades de mandioca.
El terreno presenta unas quince variedades de mandioca.
Victoria Bergunker

Por Victoria Bergunkerinterior@elterritorio.com.ar

En 2017 se oficializó el huerto jesuítico-guaraní en la comunidad del Colegio Salesiano Pascual Gentilini, en el municipio de San José, un proyecto de cooperación institucional junto con el Ministerio de Educación que involucra tanto a expertos en la temática como a los estudiantes del establecimiento educativo.
La novedad radica en que los jóvenes, además de adentrarse en la historia, contribuyen al resurgimiento del pueblo de los jesuitas en base a la veta turística que supone el legado reduccional.
Por eso, varios siglos después, el espíritu de aquellos que lograron hacer que se trabaje la tierra de un modo organizado, siguiendo patrones naturales, vuelve a resurgir de la mano de un proyecto agrícola motivado por estudiantes secundarios. La idea es producir en el territorio que los jesuitas trabajaron junto con los guaraníes entre 1600 y 1767.
El hermano Agustín Borzi, quien tiene a su cargo la realización de la huerta, explicó en diálogo con El Territorio: “El objetivo es recuperar la forma y el estilo de plantación en los huertos de los 30 pueblos guaraníes, donde era todo ecológico, una reserva que ellos tenían atrás de la casa donde experimentaban”, dijo y añadió que “por ahora se trata de un proyecto educativo cultural".
En dicho huerto se produce todo tipo de hierbas aromáticas y maíz, porotos, zapallos, algodón, arroz, mandioca (quince variedades diferentes), tabaco, yerba mate y té. Para ello, el lugar fue previamente desmalezado y se preparó el suelo de forma mecánica a fin de obtener las condiciones óptimas para el cultivo.
“Los jesuitas no usaban agroquímicos y nosotros queremos hacer una réplica de esos huertos”, destacó el alumno Walter Florentín (18) mientras recorría junto a este medio el lugar.

Revinculación de las rutas
La zona de San José representó un camino troncal de los pueblos guaraníes, pues generó la apertura de dos rutas: una hacia la reducción de Candelaria y otra hacia la reducción de Mártires.
La ruta jesuítica que comunicaba San José con Mártires cruzaba por los terrenos del actual colegio Gentilini. En su trayecto, el antiguo camino pasaba por dos sitios: el Puesto de la Trinidad, un establecimiento ganadero de jurisdicción de la reducción de San José; y la capilla San Juan, de jurisdicción de la reducción de Mártires.
Por eso, el desarrollo del huerto que actualmente llevan a adelante los jóvenes estudiantes se halla en un contexto territorial con componentes históricos y representativos del patrimonio guaraní-jesuítico.
En el predio existe un yerbal silvestre en pleno desarrollo y otro de cultivo de principios del siglo XX, además del secadero y molino de yerba moderno que produce la yerba de elaboración tradicional Don Bosco, lo que permite que el trabajo se articule con la Ruta de la Yerba Mate.

Cultivar cultura
Entre las prácticas que realizan a diario -a las que le dedican más de dos horas-, los alumnos se encuentran experimentando en un tesal (o teal), de la mano de la ingeniera agrónoma Angelina Fediuk, con quien están innovando la cosecha de diferentes tipos de té.
“Sacamos los brotes más finos para lograr el té en hebras. Hay que dejar secar, hacemos todo en el laboratorio y después eso tiene un proceso de estacionamiento”, comentó el alumno Nicolás Ferreyra.
Asimismo, en cuanto a la elaboración del té verde, su compañero Leonardo Rohr explicó: “Sacamos el tallo y usamos las hojas, eso se deja para el día siguiente y se pone en el horno para cortar el proceso de oxidación, si no te queda té negro”.
Además, los jóvenes siembran a diario productos para el consumo propio, tales como diferentes variedades de maíz y porotos (maíz azteca, mato grosso, chala colorada, poroto guandu, negro y colorado), plantación que realizaron a mano los alumnos del último año cuando comenzó el huerto y dejaron el semillero para los siguientes años. También se plantó de forma manual tabaco y mandioca.
En otro sector del huerto se pueden apreciar las especies aromáticas que realizaron los alumnos en la cátedra de práctica profesionalizante, donde cultivan especies como menta, romero, poleo y cedrón, entre otros.
Además, la medicina, basada fundamentalmente en la herboristería y enriquecida con el aporte de la tradición guaraní en la materia, encontró en el huerto el espacio para su desarrollo, por eso algunos alumnos extraen aceites esenciales de las plantas para elaborar medicamentos naturales con buscapina y otras hierbas o productos de limpieza, por ejemplo con citronella.
También sembraron algodón, girasol y armaron un parral de uvas. El sector frutícola cuenta con durazno, cítricos y ciruelas.

Atraer al turismo
Si bien existe la idea de fomentar el predio como un atractivo turístico, recién desde el año pasado comenzaron a realizar visitas guiadas por los alumnos a vecinos del lugar. “Generalmente se hacen charlas una vez al mes y se intenta concientizar a las personas sobre el huerto jesuita, quiénes eran, qué vinieron a hacer y sus trabajos. El año pasado tuvimos cinco encuentros, este año todavía no tenemos fecha”, detalló Florentín.
Junto al centro de interpretación, que recupera una antigua vivienda de principios del siglo XX, se erige la capilla de San Juan, que recupera la toponimia y la advocación de la capilla de origen jesuítico que estuvo en la zona.
El proyecto del huerto jesuítico supone una experiencia inédita y de aporte relevante para la comprensión de un aspecto poco conocido del mundo de las misiones jesuíticas, como lo es el ámbito productivo agrario y hecho por jóvenes secundarios.
“Lo que hacían casi mil guaraníes hoy lo hacemos 30 alumnos”, concluyó Florentín mientras mostraba la plantación de mandioca.