Purmamarca, donde la naturaleza es un deleite para los sentidos

lunes 29 de agosto de 2016 | 23:05hs.
Purmamarca, donde la naturaleza es un deleite para los sentidos
Purmamarca, donde la naturaleza es un deleite para los sentidos

El pequeño poblado de Purmamarca, ubicado a 65 kilómetros al norte de San Salvador de Jujuy, ofrece un verdadero espectáculo natural a los turistas que desembarcan en sus callejuelas de tierra, atiborradas de vendedores y artesanos.

Para muchos resulta casi imposible recorrer los puestos sin adquirir alguna vasija, manta o abrigos tejidos con lana de llama, sumamente útiles para soportar las bajas temperaturas que se experimentan al caer el sol. Sin embargo, su principal atractivo es el Cerro de los Siete Colores, uno de los más renombrados puntos de interés de la Quebrada de Humahuaca, que atrae a visitantes de todo el mundo deslumbrándolos con la majestuosidad de sus colores y su imponente tamaño.

Además de ser la clásica postal del poblado, la visita al cerro otorga una oportunidad única para caminar durante varios minutos sin preocuparse por el tránsito y otras cuestiones estresantes de la vida citadina. Con la subida a la montaña, comienza también el paseo de Los Colorados, un camino de unos tres kilómetros entre cerros de tonalidades insólitas y formas talladas por el viento, que acompaña parcialmente el lecho del río Purmamarca y desembocan nuevamente en la comuna.

El trayecto puede recorrerse a pie, en bicicleta, a caballo o en auto. Más allá del deleite que ofrecen sus escenarios naturales, caminar por sus callecitas empinadas permite maravillarse con sus construcciones arquitectónicas de antaño. Fundada a principios del siglo XVII a 2.192 metros de altura, el poblado prehispánico aún conserva las típicas casas de adobe con techos de cardón, que conviven con construcciones más nuevas, dedicadas al turismo.

Su centro histórico además condensa varios tesoros entre los que se destacan la Iglesia Santa Rosa de Lima, levantada en 1648. El templo, ubicado a pasos de la plaza principal “9 de Julio”, es una construcción pequeña, blanca y sencilla, que fue declarada Monumento Histórico Nacional.

En su interior, la iglesia guarda pinturas e imágenes cuzqueñas de los siglos XVII y XVIII. Asimismo, en el frente se alza el famoso “algarrobo de Purmamarca”, un árbol de más de tres siglos de vida , bajo el que se dice, descansaron las tropas de Belgrano.

Por las tardes, la plaza del pueblo cobra vida y los pobladores agasajan con coplas y chicha a los turistas ávidos por conocer las tradiciones locales. A metros del casco histórico, restaurantes y bares invitan a probar los clásicos tamales o animarse a probar carne de llama, acompañada de quinoa y papines, entre otras comidas regionales. Asimismo no faltan los músicos que con sus sikus y sampoñas pondrán a los bailarines a contonearse al ritmo de los “sonidos del altiplano”.