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Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

La orfandad del Dueño del Sol

sábado 25 de mayo de 2024 | 6:00hs.

La mitología guaraní que se conoce está influenciada por el catolicismo que “colaboró” en adaptar las divinidades según el relato de la Creación; así surgió Ñamandú en un proceso de autocreación, quien a su vez generó al grupo de dioses principales Ñanderupy’a Guazú, Karaí, Yakaira o Yararira y Tupá, con sus respectivas esposas; ninguno de ellos tenía ombligo porque no habían sido engendrados por una mujer, eran conscientes de su divinidad y del poder de la “palabra creadora”; después Ñamandú creó la tierra sobre dos varas, para protegerla de los vientos la sostuvo con cinco palmeras pindó -una al medio y las restantes en cada extremo-, a continuación creó el mar, el día, la noche, los animales surgieron luego, el primero fue mboí -víbora-, crecieron plantas y al final aparecieron los humanos Rupavê y Sypavê, padres de tres varones y muchas hijas, que a su tiempo fueron dioses menores.

A través de incontables relatos, se explican fenómenos naturales, hechos sobrenaturales y el devenir del tiempo; una de estas versiones cuenta que una de las nietas de aquella pareja, llamada Keraná se obnubiló ante la presencia de un apuesto joven que en realidad era el espíritu del mal Tau, quien la visitó durante siete días, en la jornada final intentó raptar a la niña, intervino entonces Angatupyry -espíritu del bien- para evitar la intención, lucharon siete días más hasta que Tau venció.

Ambos se marcharon de la tribu, dejando a la familia de Keraná indignada y triste, todos rezaron y rezaron pidiendo a Marangatú un castigo para el osado espíritu y obtuvieron una maldición para la pareja: engendrar y parir monstruos; siete fueron los hijos del prohibido amor; el mayor fue Teyú Yaguá, un gran lagarto de siete cabezas de perros, con ojos que lanzaban llamas, dócil e inofensivo, considerado protector de las frutas; el segundo fue Mboí Tu´i, una enorme serpiente con cabeza de loro y un gran pico, lengua bífida, protectora de los animales acuáticos y esteros; el tercero Moñai tenía cuerpo de víbora, cuernos grises, se alimentaba de aves, le gustaba robar en los pueblos, era el “señor el aire”; el cuarto hijo fue el Yasy Yateré, el más conocido en nuestra región, semejante a un niño pequeño, rubio, hermoso, en ocasiones usaba un gran sombrero de paja y un bastón de oro, robaba criaturas para alimentar a uno de sus hermanos menores; el quinto vástago fue Kurupí, también conocido por estos lares, de muy baja estatura, contextura fuerte, cobrizo, con el pene tan largo que debía enroscarlo alrededor de la cintura y sostenerlo sobre un hombro, representa la perversión sexual; el sexto hijo de la pareja fue Aó Aó semejante a una oveja, con cabeza de jabalí, grande y feroz, vivía en los cerros, se autofecundaba, perseguía personas en manada, la única manera de evitar la muerte era refugiarse en un pindó; el último hijo de Keraná y Taú fue el Lobizón, habitante de la encrucijada entre la vida y la muerte, mitad humano, mitad bestia parecido a un lobo, protector de la flora y la fauna, temido, merodeador, se alimentaba de cadáveres.

Todos habían nacido prematuros, vivieron unos siete años, dispersando el mal en la Tierra hasta que un Opyguá le pidió ayuda a Tupá, un gran papagayo le acercó la respuesta, debían conseguir a una doncella para engañar a los monstruos y darles fin, en el desarrollo del plan la joven podía morir; una de sus hermanas se ofreció para realizar la proeza; compenetrada en la misión Porâsy fue en busca de Moñai, lo convenció de estar enamorada, aceptó casarse con él en presencia de todos los hermanos… el plan está en marcha; el engendro aceptó, la condujo a la cueva de Teyú Yaguá, su hermano mayor y salió en busca del resto de la familia; cuando todos se reunieron el festejo se concretó, corrió mucho alcohol hasta que todos cayeron borrachos, la jovencita aprovechó el momento para llamar a sus familiares, pero fue descubierta por Moñai, consciente de su suerte pidió a gritos que sellen la entrada de la cueva, cuando lograron hacerlo los aldeanos incendiaron el cerro, el imperio del mal había terminado, el sacrificio de Porasy fue reconocido y recompensado para siempre, Tupá transformó su espíritu en la aurora de cada día.

Tremenda historia, como en general son estos relatos míticos y místicos.

Otro personaje que se pasea por las narraciones y hasta recuerdos lugareños es el Pombero, también conocido como Pomberito, Karaí Pyhare, Kuarahy Yará o Pyragué, para algunos es de apariencia humanoide, de baja estatura, muy velludo, piel cetrina, con un gran sombrero de paño negro y ala ancha, con los pies hacia atrás para despistar a quienes lo persiguen, capaz de convertirse en pájaro o tronco, un silbido penetrante y muy particular lo caracteriza sonoramente; es el Señor de la Naturaleza, el Dueño del Sol, protector de las aves, amigable con las personas, gusta de regalos u ofrendas como frutas, tabaco, miel o caña; suele dormir en los hornos de barro o sitios abandonados, medio irrespetuoso con las mujeres, especialmente si están embarazadas.

Cuando un cazador se extralimita y mata animales innecesariamente o un pescador cae presa de la codicia y sacrifica peces de más, el Pombero se transforma en planta o animal, engaña al atrevido, lo guía hasta lo más profundo del monte y lo deja allí, a su suerte; accionar similar tiene para aquellos que apean árboles que no van a utilizar; concede favores a los colonos a cambio de presentes durante un mes, suele ofenderse y atacar si no se cumplen los pactos.

El Pombero es un duende para algunos, un espíritu para otros, pero está solo en este mundo, no tiene padres, no tiene familia, no tiene amigos entrañables, se dice que es implacable si de cumplir la palabra empeñada se trata, se dice que roba jovencitas o niños, que los abandona en el monte atados con ysypó, se dicen muchas cosas…

Algunos lo vieron, otros creen haberlo hecho, muchos lo escucharon, varios le temen, unos pocos lo respetan… pero ¿quién pensó en la orfandad del Pombero?, ¿en su vida sin amor?, ¿y si fue difamado?, ¿y si no es cómo dicen qué es?

¡Hasta la semana próxima!

 

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