La casa de Moni, embellecida con ayuda de los amigos

Fiel a la descripción clásica de bohemio, Eduardo Enrique ‘Moni’ Encina lleva una vida errante y quizás poco organizada en la que el arte lo colma todo, es principal alimento espiritual y cotidiano sin importar el contexto. “La música es lo más lindo que hay. Yo a la música la llevo en el alma, ya nací así y la música para mí es lo mejor”, argumentó Moni en el Día del Músico Argentino.

En su recientemente restaurada casa, el hombre que cosecha más de 50 años de trayectoria en los bailes explicó también que a pesar de ‘la púa’ que hay, el ánimo de celebrar con el chamamé no distingue entre días de la semana.

Moni abre siempre las puertas de su casa para el que quiera entonar algunas canciones. Fotos: Marcelo Rodríguez

Moni viene de una familia de músicos que se remonta a su abuelo, aprendió primero a tocar la guitarra y luego se abocó al acordeón desde los 8 años. Según graficó él mismo en varias oportunidades, desde que tomaba la mamadera ya quería hacer música. Hoy asume, que tras acompañar a algunos herederos en el instrumento, alumnos como su sobrino Nico, por ejemplo, ya lo superaron ampliamente.

Pero más allá de la precisión,  chamamé y las peñas, Moni Encina es, en sí, un personaje popular de la cultura misionera. Con su humor, sus muletillas, su carisma ha traspasado generaciones que se animaron a bailar su hit Samaniego en los boliches y bailantas, a repetir sus frases como parte del lunfardo local y a repartir todo tipo de memes y stickers en su honor.

Siempre humilde y generoso, las puertas de su casa están abiertas para todos y la empatía no siempre le es retribuida. En 2017 por ejemplo, eso le costó su amado instrumento, que fue robado y devuelto en condiciones lamentables después de dos años.

De la misma manera, hace unos meses, las cámaras llegaron a su hogar en busca de generar contenido en redes sabiendo que Moni nunca defrauda.

En ese video se avizoró las condiciones en las que estaba viviendo el popular músico y por eso algunos amigos y funcionarios se pusieron en campaña para tenderle una mano.

“Obviamente él vive a su forma, es auténtico, pero esto es un mimo que le hacemos. Ya hace más de un mes que estamos trabajando en su casa y estamos felices por lo que pudimos lograr”, explicó el cercano difusor cultural Américo Galarza. Es que ahí, sobre esa mítica esquina donde habita Moni, se pusieron a trabajar para erradicar toda la chatarra acumulada, se construyó un baño nuevo, se reforzó la seguridad y pintura de algunos espacios, entre otras cuestiones sanitarias básicas necesarias.

El patio de Moni quedó liberado y prontamente ya estará listo para nuevas peñas.

Así fue que ayer, coincidiendo con el Día Nacional del Músico Argentino, se habilitó el nuevo patio de Moni con la promesa de nuevos estrenos: un mural de Carlos Nievas y por supuesto una parrilla encendida y un vino abierto para continuar celebrando la vida.

 “Se viralizaron imágenes de la casa de Moni y vinimos, charlamos con él y nos autorizó a poder intervenir en su casa. Nos permitió -junto a su hermano Nito y a toda la familia que lo quiere tanto y lo cuida- y pudimos hacer algunas cosas para que pudiera estar más tranquilo en su patio saneado”, detalló Joselo Schuap, al tiempo que pidió a los vecinos el acompañamiento para que el lugar no sea vandalizado como ha sido en numerosas oportunidades.

Siempre apacible, Moni es feliz con poco pero se mostró agradecido de tener ‘la casa en orden’ y rápidamente se dispuso a entonar algunas canciones. Es que la música para él lo es todo, no necesita mucho más.

Vo ‘ijite Moni: “Todo el mundo quiere ser importante, lo importante es ser un buen ser humano”.