Anécdotas de Don Cacho

Recuerdos de campañas

domingo 31 de diciembre de 2023 | 6:00hs.
Foto: Archivo El Territorio
Foto: Archivo El Territorio

Hipólito Irigoyen es una localidad joven con respecto a los pueblos vecinos de vieja data: Puerto Rico y Ruiz de Montoya, supongo que de ahí y seguramente de otros lugares se fue alimentando su población… siempre buscando tierras el ADN europeo, siempre buscando trabajo el ADN nativo. El europeo, “el Polaco”, basta que sea rubio, no importa si checo, alemán, ucraniano, finlandés o lo que fuera, quiere hundir la azada en tierra propia, como si fuese su misma carne después de generaciones de vasallaje en la tierra del señor. El nativo, morocho, “negro”, chozny… tras generaciones de saracuá en tierra de nadie, desgarrarla hoy en tierra de otro. No quiere ser propietario, le incomoda como una mochila de plomo, prefiere el salario y punto. Meta músculo y sudor, pero no me jodan con problemas ajenos,

Hay otra categoría que no podemos dejar de mencionarla, el criollo que vino del sur de Europa ya de varias generaciones en tierra americana, terrateniente y gran señor. Ese no clavó la azada; externo a la Provincia clavó en el Banco los beneficios inmobiliarios. Otros de menor envergadura sí, se prendieron al mango de la azada. Vinieron del Uruguay, de Corrientes, de España, de Francia y ahí nomás… Colonos de pelo oscuro. Algunos hicieron fortunas a puro trabajo, sudor y perseverancia

Año 73, cincuenta años atrás, época de violencia, de sueños revolucionarios, de sangre, del Che, de reforma agraria. Imposible siendo joven no contagiarse. Voluntad no faltaba y salíamos a pescar seguidores en estanque equivocado.

Era de noche, la reunión programada en un taller mecánico con un foquito triste en el medio que apenas rebotaba en cabezas rubias. No serían más de 15 o 20, una multitud para un radicalismo seco y despoblado por aquel entonces.

La visita de “dirigentes” se baja del auto, el puntero local recibe a los tres visitantes con alivio y alegría en la cara (llegamos a la hora pactada). Abrazos con el puntero y al resto a dar la mano, uno por uno y atento a que no te la trituren. Cuando se terminan los saludos, comentarios generales y en especial recordando algunos nombres radicales de boca de don Mario Losada… muere el murmullo y nace un silencio compartido. Quiere decir que hable el que vino. El que vino arranca con mix entre charla y discurso cuidando el tono; elogio al productor que tumba la selva y la trabaja siendo el sostén de la economía misionera, etcétera, etcétera para luego arremeter suave con la ideología en vigencia de menor a mayor hasta que se le hincharon las partes íntimas a un escucha y con lengua nacida en otro idioma me dice “mire, joven, si acá quiere ganar, tiene que ‘ceRar’ CGT” y punto; algunas risitas respetuosas pero aprobatorias, el discurso pone segunda, punto muerto y comienza la desconcentración, cae un muchacho a la fosa y se rompe mal una pierna. Se termina la reunión que ya se había terminado. Hubo que esperar el 83 para tener un Intendente radical en Hipólito Irigoyen… Albino Skleplek.

Las circunstancias eran distintas, también los discursos… pero los mismos dirigentes

Gobernador Roca
En campaña ya no sé qué año, sería 83 porque había bastante gente en la estación de servicio próxima a la entrada a Corpus. No sé por qué razón la gente parada y en un círculo cerrado, era de noche. Algunas caras conocidas y la mayoría no. Gente joven que escaseaba en anteriores campañas.

El nombre del pueblo por Rudecindo Roca, primer Gobernador del Territorio Nacional de Misiones; su mérito entre otros fue hacer un trueque con Corrientes, la Capital del territorio era Corpus y el límite no sé dónde, pero Trincheras (actual Posadas) quedó en Corrientes y San Carlos era parte de Misiones. Con la cuña de su hermano, el General Roca Presidente de la República, consiguió que Trincheras de San José pase a Misiones como Capital y San Carlos a Corrientes. Tenía visión de futuro Don Rudecindo con 36 años en aquel tiempo.

La reunión comenzó como siempre, dando la mano uno por uno. Del primero al último cuidando que no te la trituren. A veces un abrazo para darle jerarquía a algún dirigente conocido. Si me permiten una digresión: el abrazo político debe ser franco, sincero pecho con pecho, auténtico. Que el que comparte se sienta un igual. Como dijo una vez un correlí, “a mí me gusta el candidato porque te abraza y no le tiene miedo a la catinga”…

Mientras tanto seguía meta dando la mano con mi mejor cara de bueno, sonriente y optimista. Que no se vaya a creer que podíamos perder. Cuando creí llegar al último de la ronda resultó ser el primero, me da la mano y dice “nosotro ya se saludamo”.

Se desarma el círculo y arranca el mismo casete de campaña: “El colono nace prendido al mango de la azada y queda seco prendido al mango de la azada”… (en alusión por ese entonces de que los colonos no tenía ni obra social ni jubilación, sí los obreros rurales)

Ganó la UCR y cumplimos, no hubo más secos prendidos al mango de la asada. Intendente por la UCR Doro Lukoski.

Campo Grande
Acto por la mañana, pobre de gente, hablábamos desde el cordón de la vereda ante unos pocos familiares y simpatizantes. En ese tiempo había pocos oradores y los pocos que había hacían sus primeros ensayos políticos. Lo máximo fue el candidato a Intendente, Anatolio Mielinczuk que se sube al cordón… silencio y dice “A continuación va hablar Cacho” y se bajó del cordón… luego el candidato con lo del mango de la azada que ya empezaba a dar frutos en las colonias.

Nunca en los comienzos terminaba el acto, siempre había que visitar a alguno por diferentes motivos, en este caso don Maidana. Tan último era don Maidana que su casita era la última del pueblo, después venía al cafetal de Cerro Moreno y siguiendo se desembocaba en Puerto Leoni, si no recuerdo mal.

Don Maidana, un hombre de edad avanzada, no estaba en su casa, estaba en lo que debía ser su vereda haciendo un pozo pala en mano clavando la tierra con un arbolito al lado. Sombrero de paja, huellas en la cara y manos grandes con sobrepiel rugosa y palma y dedos barnizados de amarillo. Su espalda hablaba de raídos de 80 kilos. Las manos de tijera, machete y foiza, de yerba, de chircas y fumo bravo.

No había que preguntar para saber de su pasado tarefero. “Don Maidana -le digo-, lo felicito, a su edad plantando un árbol”, y me responde: “Mo se preocupe, doctor, algún día este arbolito tendrá más años y algún cansado estirado en el suelo dirá ‘esta es la sombra de Maidana’”.

Don Maidana desde su suprema pobreza dejaba suculenta herencia. Un árbol y su sombra.

Anatolio Mielniczuk de pico corto pero de militancia larga fue intendente de Campo Grande por la UCR

Bajada Vieja
Década del cincuenta. Plena época dura peronista. Elecciones de no sé qué, pero elecciones, yo radical iba de visita al Comité de la calle Ayacucho, pegado a lo de Sokol, donde se amontonaba el radicalaje de la época. Noboa, más conocido por el Gordo Noboa, me dice: “Che, Cachito, acompañame a un acto en la Bajada Vieja”. Y sí, vamos. Montamos en una chatita y al acto rebosando radicalismo. “No va a haber mucha gente, pero vamos igual, la gente escucha por las ventanas”. Era de noche. Posadas por esa época tenía casi nada de pavimento y menos casi de luz. Saliendo del centro invadían las tinieblas, salvo unos focos con una luz amarillenta que apenas respiraba. Llegamos a la Bajada vieja iluminados por las estrellas en el camino y las blancas barbas de Alem en la cabeza.

No había nadie, pelado el lugar… Sin aflojar un ápice del entusiasmo partidario Noboa atraca la chata perpendicular a la zanja que hacía de mediadora entre la vereda y la calle de tierra. Subimos a la caja a armar micrófono y batería. Todo listo en un giro de 180 grados desde la Subprefectura en el bajo a la Escuela Leguía en el alto arranca Noboa; no veía ninguna ventana abierta, ninguna luz como para hablarle al foquito ni que sea. Todo bien, ninguna agresión al adversario, pero nos cae una inocente piedra tirada a mano desde la oscuridad, luego una segunda y una tercera, se enoja Noboa y en tono bélico: “¡¡Tiren, carajo, que acá hay un pecho radical!!”. A continuación una lluviarada de piedras. “Che, muchachos, déjense de joder”, en tono amistoso, pero las piedras no pararon. “Cacho, rajemos que nos matan”

Llegados al comité:

-¿Cómo estuvo el acto?

-Bastante bueno.

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