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Cómo consolidar el dominio y el poder a través del lenguaje

jueves 24 de agosto de 2023 | 6:00hs.

El lenguaje se convierte en uno de los principales filtros de la realidad social, pues a través de él se expresa la identidad, los valores y creencias, las capacidades y se describen los comportamientos, el entorno, y se generan subjetividades.

Un prestigioso lingüista peruano afirma que “las lenguas son campo fértil de la ideología” y que “cualquier intervención que se pretenda hacer sobre ellas suscita reacciones y se convierte en acto político”.

Un académico argentino                                      ‒Rubén Telechea, docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora‒ ha publicado un interesante análisis de esta cuestión, aplicable a nuestra actualidad nacional en base al análisis de múltiples exposiciones de textos publicados por todos los medios de comunicación pública.

Primero, como buen docente, aclara que es en una de las modalidades de enseñanza, especialmente en Economía, que como toda ciencia, lo que se estudia implica realizar un recorte o una selección, porque no puede enseñarse todo el conocimiento disponible de una ciencia en un momento dado. Seguidamente, Telechea, aplicando la lógica, detalla que debe quedar claro que cuando se decide qué enseñarse o qué informar públicamente (qué parte de la Economía, en este caso), al mismo tiempo se está eligiendo qué no enseñar o qué no informar.

Así, es notable comprobar que los términos, conceptos y argumentos asociados al liberalismo están siendo denominados con palabras gratas, mientras que todo lo que sea participación de las acciones del Estado generará connotaciones negativas.

En su nota, el autor comienza por la economía “libre”, el “libre” mercado, el “libre juego” de la oferta y la demanda. ¿Hay, para cualquiera de nosotros, algo más deseado que “la libertad”? ¿Hay algo más atractivo que “jugar”? Como contraste, y como textos referidos a “regulación”, “control”, “intervencionismo”, “trabas” estatales, se usan palabras más sombrías y que difícilmente suenen simpáticas.

Telechea comenta que el conocimiento común de que el libre juego de la oferta y la demanda determina un precio “de equilibrio”, dejando a todos contentos (“equilibrados”) mientras que cualquier “intervención” del Estado genera una “distorsión” en el mercado que nunca puede tener consecuencias positivas porque genera escasez del producto, “reprime” los precios “artificialmente” desincentivando su producción.

Con el objetivo de crear conciencia económica y social, también nos dicen que la economía es “la ciencia de la elección”. Otra vez, ¡qué hermoso es poder elegir! Suena agradable, pero el objetivo es que nos quieren hacer creer que los argentinos elegimos libremente entre variadas alternativas. No actúan otras fuerzas o intereses en el mercado, sino que somos nosotros, con nuestro “libre albedrío” quienes tomamos cada una de nuestras decisiones económicas.

Continuando con el análisis, este docente pensador sostiene que si somos sujetos capaces de realizar elecciones racionales con miras a la maximización de nuestro objetivo individual (como la utilidad o el beneficio) forzosamente debemos ser individuos o pequeños grupos sociales, caracterizados por la unidad en la que recaiga la toma de decisiones, como las familias y empresas.

Así van desapareciendo de la economía los sujetos colectivos, las clases y sectores sociales, y con ellas cualquier noción de conflicto. O para ser simplistas, si aquellos son racionales, se deduce que los que no siguen esas reglas son unos inconscientes o irresponsables.

Sin embargo, el profesor Telechea señala muy acertadamente que la perla máxima aparece cuando se habla de los mercados de cambio de moneda extranjera. Si actúa el Estado (casi siempre) la flotación es “sucia”. Si el Estado no interviene, dejando la cotización de las monedas extranjeras a los financistas particulares, obviamente es “flotación limpia”. Y Telechea pregunta: Usted que desea, ¿ser sucio o limpio?

Cabe una reflexión propia: parecería que en este momento, miles de argentinos sienten que no pueden habitar cómodamente su lengua, y que la larga historia de opresores y oprimidos continúa.

Este es el comentario sobre la grata y esclarecedora nota del profesor Telechea sobre la forma en que los medios de comunicación intentan generar conciencia orientada a valorizar la actividad económica privada cualquiera sea ella y descalificar la actividad y las acciones económicas estatales. O sea, privilegiar lo individual sobre lo social.

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