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Políticas de la Esperanza en América Latina: los piqueteros

jueves 10 de agosto de 2023 | 6:00hs.

¿Qué significa “Estado de bienestar”? El populismo ha puesto de moda esta figura retórica como un objetivo social, pero sucesivos gobiernos populares de América Latina revelan la enorme dificultad de concretar ese aspecto del bienestar ‒al menos en Argentina‒, donde el actual gobierno peronista no ha logrado, en casi cuatro años, reducir la pobreza, del orden del 40%; ¿se lo puede llamar un gobierno de bienestar?

Por otra parte, algunos académicos, estudiosos de la cuestión social, se han preguntado: ¿cómo les ha ido a los nuevos movimientos sociales latinoamericanos en la búsqueda de su autonomía?

La larga noche neoliberal que comenzó en la década del 90 y que aún no terminó, profundizó las injusticias del capitalismo dependiente y colonial y ha hecho crecer la exclusión y la pobreza, ante las cuales las clases subalternas han buscado nuevas formas de lucha, por fuera de los clásicos formatos partidistas y del sistema representativo, también caídos en crisis.

¿Y qué significa “Autonomía”? Así surgieron nuevos movimientos concebidos como autónomos del Estado y los gremios. Estos novedosos movimientos no constituían herramientas transitorias hacia un futuro mejor, sino que creaban diferentes formas de relación y producción sociales por fuera del capitalismo, como se analiza en el libro nacional “Movimientos sociales y autonomía colectiva”, escrito en la primera década del siglo actual.

Esta autonomía sería un horizonte de prácticas que intentan superar la injusticia y la alienación impuesta y empujar una emancipación colectiva a través de un proceso activo, más consciente y creativo, con una dada base territorial y formas organizativas desconocidas antes. Esto está sucediendo en otros países de Latinoamérica; las Juntas Vecinales de Bolivia, los Sin Tierra de Brasil o los piqueteros de Argentina, constituidos por sectores rurales o urbanos, en lucha por relaciones sociales más horizontales, igualitarias y solidarias.

Según el citado trabajo académico, las Organizaciones Piqueteras (OP), nacidas en la década del 90, pertenecen a una nueva generación de movimientos sociales, están presentando desafíos importantes al Estado, combinando altos niveles de movilización con intervenciones barriales, politizando la cuestión del desempleo, ante quienes la consideran sólo un enfoque “técnico”, generado por las medidas de estabilización y aptos para resolverse en el corto plazo.    

Estas OP “transformaron escenarios de pobreza y desilusión en territorios para la implementación de proyectos comunitarios, hoy ya reconocidos mundialmente como laboratorios de experimentación de la economía solidaria y de deliberación democrática”, se afirma en el citado libro.

Es conveniente aclarar porqué la insistencia de los trabajadores desocupados piqueteros en Identificarse como “trabajadores”. Ellos cuestionan la idea de que el desempleo equivale a “falta de trabajo”, evidenciándolo como una forma (perversa) de trabajo. En el libro se sostiene que identificarse como “trabajadores” implicaría negar los marcos conceptuales de las sociologías del trabajo y de la pobreza, que define como “exclusión social” a personas sin trabajo; esta masa humana marginal ya no es el llamado “ejército de reserva”, dado que ya no serán en el futuro integrados a la dinámica de la producción y el consumo.

Sólo políticas estatales pueden mantener las posibilidades latentes de trabajo genuino.

Con su lucha, los piqueteros crearon un espacio autónomo e inventaron mecanismos de negociación para obtener recursos y formas de utilización colectiva, como los proyectos de trabajo comunitario y cooperativas en muchos barrios. 

Así, las OP pusieron en marcha un proceso de “reinvención del trabajo desde la falta de trabajo”; los trabajos comunitarios barriales que comenzaron a aparecer, hoy cofinanciados por el Estado, no lo fueron inicialmente; éstos “aparecieron” como resultado de las movilizaciones, las luchas de los desocupados y sus comunidades y algunos políticos locales en los cortes de rutas, creando oportunidades inexistentes logrando la reapropiación de fondos estatales para otros propósitos colectivos.

Así se dio un proceso curioso e inédito: las OP inventaron mecanismos de redistribución de programas de empleo individuales gubernamentales entre los trabajadores desocupados dispuestos a realizar trabajos comunitarios. Crearon una nueva categoría autorreferencial: la de “trabajadores desocupados”, que trabajan en proyectos dirigidos autónomamente por las OP.

Se evidencia que la generación de trabajo es la idea clave de las OP. Autónomamente, estas OP generan distintos proyectos productivos cooperativos de corto, mediano y largo plazo, delineando espacios ‒territoriales y simbólicos‒ de “trabajo digno” y solidario, distanciados del trabajo realizado dentro de un plan social formal.

Esto explica, en las todavía presentes condiciones de escasez de mercado de trabajo formal (más de veinte años), que esta práctica perdure y conviertan a las OP en agente creador de trabajo y posibilite para muchos desocupados ejercer un tipo de actividad generadora de recursos personales para atender su demanda familiar de comida, indumentaria y alojamiento.

En las condiciones del mercado de empleo  nacional, regional y mundial, si se consolida la “falta de trabajo” y logra imponerse el neoliberalismo de derecha, los desocupados crónicos y muchos jóvenes ni-ni, los piqueteros han llegado para quedarse.

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