lunes 02 de octubre de 2023
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En la comunidad Guaporaity renace la tradición del legendario instrumento

El rave-í de noble madera que devolverá las melodías del monte

Bernardino Cabrera, músico y luthier mbya, está al frente de este proyecto de rescate del acervo sonoro de su pueblo y busca transmitir el arte de construir las piezas artesanalmente

domingo 18 de junio de 2023 | 6:05hs.
El rave-í de noble madera que devolverá las melodías del monte
Bernardino construyendo el rave-í para legar la música a las nuevas generaciones. Foto: Natalia Guerrero
Bernardino construyendo el rave-í para legar la música a las nuevas generaciones. Foto: Natalia Guerrero

A unos cinco kilómetros del ingreso a Hipólito Yrigoyen, más allá del gigante lapacho, siguiendo la calle empedrada que pronto se torna de tierra, se pasa el puente y se dobla… unos metros más adelante se encuentra la comunidad mbya Guaporaity. Allí tiene lugar una experiencia de rescate y preservación de la riquísima tradición sonora guaraní que es transversal a toda la actividad de las familias. La propuesta supone el cultivo de una huerta para garantizar el sustento diario, lo que permite dedicar tiempo a la artesanía y también el cuidado de las áreas de selva, que proveen recursos y la materia prima para la elaboración de instrumentos ancestrales.

El maestro Bernardino Cabrera, músico y constructor del rave-í, retomó la labor de confeccionar el instrumento de cuerda, con el objetivo de enseñar a los jóvenes este procedimiento minucioso para luego extraerle melodías.

Bernardino aprendió la luthería y la música de su padre, el sabio Don Mario, que a sus 86 años quedó ciego, pero en su figura de opygua brega por el buen destino de su gente y por la salud del cuerpo y del alma.

“Mi oración es por la salud, por el bienestar, para que no le falte nada a nuestra comunidad, yo ya soy muy viejito y no veo y no pido nada casi para mí, mi ruego es para que las costumbres de mi pueblo vivan para siempre”, dijo Mario sentado ante el fuego con su petygua (pipa sagrada) en una mano y haciendo resonar el popygua-í, que consiste en dos varillas.

El anciano quedó en silencio y ya sólo habló por el rítmico chasquido del instrumento.

“Está rezando”, contó Bernardino, “la música es muy importante en los ritos de la religión pero en el invierno no hay tanta actividad en el opy, eso es algo que se retoma a partir de la primavera o si surge alguna situación puntual que se necesite ir”, detalló.

Bernardino, que fue uno de los primeros maestros del lugar, ya que su familia fue pionera en Guaporaity, busca que se sepa el valor de la música mbya, tanto entre los integrantes de su pueblo como en toda la sociedad.

En ese plan cuenta con la colaboración del cacique Ricardo Morínigo y el referente Joaquín Píriz, también de los auxiliares docentes indígenas.

Un hacer con memoria
“Estoy haciendo un rave-í para mí y también para otros músicos de la comunidad y ya nos pidieron de otras comunidades, hoy se hace difícil encontrar el cedro en el monte, que es la madera sagrada, pero igualmente tratamos de conseguir y transmitir el conocimiento para que no se pierda”, expuso Bernardino.

A los 7 años comenzó a tocar el rave con canciones dedicadas al zorzal y al colibrí. “Toda la música mbya tiene que ver con la naturaleza, con el canto de los pájaros y el ciclo de las estaciones, para mí es una música muy rica que agradece a la vida y que pide por el bienestar, la paz y la armonía”, explicó.

La idea del hombre es interesar a los jóvenes de su comunidad en el aprendizaje de la construcción de este instrumento que se asemeja al violín pero que los originarios tienen una manera muy particular de tocarlo.

“Estamos incentivando para que los jóvenes aprendan, porque los niños y los jóvenes son el futuro de nuestro pueblo y todo lo que es nuestra cultura tenemos que enseñar. Cada uno, desde su lugar y lo que sabe, tiene que enseñar”.

Los niños de la comunidad Guaporaity bailando el tangará. Foto: Natalia Guerrero

Fabricar el rave-í le toma a Bernardino casi dos meses. La tarea comienza con la obtención de la madera de cedro, mientras que el diapasón y las clavijas son de guayubira y las cuerdas de fibras naturales o nylon.

“No queremos cortar los árboles, se aprovechan los árboles caídos, tenemos en la comunidad 5 hectáreas y no son muchas, los líderes de la comunidad están pidiendo más tierra justamente para tener más monte”, refirió.

La caja del ravé se hace de una pieza única ahuecada con formón, también la tapa es de cedro. “Hacer la cavidad para la caja es lo que lleva más trabajo y todo se hace con tres herramientas una pequeña sierra, un formón y un cuchillo tipo machete”, graficó acerca de las etapas para obtener un buen rave-í que dure muchos años.

Rave-í terminado, obra de Bernardino Cabrera. Foto: Natalia Guerrero

“Nosotros queremos enseñar a todos nuestra música, si no son mbya pero se acercan con respeto y nos consultan y escuchan nosotros somos felices de compartir. Nuestra cultura es muy hablada, eso viene de mucho tiempo. Hoy se escribe más, los jóvenes escriben, los niños van a la escuela, pero nuestros ancianos sólo tenían la voz para enseñar y nosotros tenemos que transmitir, dejar esos saberes para el futuro”, propuso Bernardino.

 

El violín de Geniolito, símbolo de unión entre culturas

Mural que recuerda al músico y cacique Geniolito, en las paredes del Museo Nadasdy de San Ignacio. Foto: Natalia Guerrero 

En una sociedad organizada en torno a lo comunitario y la religión “inspirada o soñada” -según escribió el estudioso Bartomeu Melià-, la comunicación se centra en la oralidad y al no existir un corpus rígido de reglas escritas que seguir la cohesión de la cultura se explica en parte por el permanente movimiento de sus habitantes por todo el territorio y la transmisión solidaria de saberes, si bien también se hallan diferenciaciones por regiones y grupos.

De allí que la originaria nación guaraní sea un pueblo de músicos, donde la mayoría canta y toca instrumentos, ya que la belleza no la encuentran en un matiz de la voz o en la destreza del que ejecuta sino en la plegaria que se entrega en ese ritual y la palabra que se dirige a lo divino.

Desde la visión de la sociedad actual se podría asegurar que son todos artistas, pero a la vez raramente se individualice un nombre como saliente entre los demás. Tal es el caso del cacique y violinista Lorenzo ‘Geniolito’ Benítez, fallecido en mayo de 2020.

El famoso músico mbya tendió un puente entre la cultura originaria y la occidental, con su violín recorrió la provincia haciendo de las calles y plazas su escenario.

Si bien sus hermanos señalan que Geniolito interpretaba hacia afuera de su cultura mayormente música de un repertorio universal que no siempre correspondía a la tradición originaria, su carisma y apertura en un momento en que no eran tan corrientes las interacciones entre mbya y juruá lo convirtieron en un exponente de la interculturalidad. Geniolito expandió el mensaje de respeto a la naturaleza y la diversidad y también visibilizó el olvido y la pobreza en que muchas veces se encontraba su gente.

Valiosa pieza preservada
El mítico violín de Geniolito fue donado por su familia de la pequeña aldea de Ivy Poty mediante gestiones del Ministerio de Cultura de la Provincia y se lo puede ver en una vitrina especialmente construida para su resguardo en la Casa Museo Miguel Nadasdy de San Ignacio, donde también hay un gran mural que lo recuerda.

Antes de exhibirlo al público, al violín se le realizaron trabajos de recuperación. “Hubo una puesta en valor del Museo Nadasdy para reestructurar vitrinas, hubo un gran trabajo de las autoridades de Cultura para poder incorporar la pieza a exposición”, explicó la museóloga y restauradora Estela Garma a El Territorio.

En tanto, sobre la intervención de conservación del instrumento que la especialista abordó, describió que consistió primero en una limpieza superficial, luego una limpieza más profunda y una adhesión o consolidación de las partes que estaban sueltas por el uso y una integración cromática.

“La intervención fue muy leve porque también evaluamos que el paso del tiempo que tenía la pieza, ese desgaste que tenía el traste del violín por su uso era muy importante que pudiera observarse. La pieza tuvo una conservación, no una restauración a nuevo, y se hizo con un máximo respeto a una obra y una pieza tan importante como el violín de Geniolito”, resaltó.

Al rescate de la sagrada sonoridad guaraní Arte sonoro mbya, una expresión artística que representa Aguyje El coro de niños mbya comparte su arte con el mundo Siempre busca conectar con la dimensión sagrada Un tesoro que se inculca desde la propia cuna

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