¿QUERES RECIBIR NOTIFICACIONES DE LAS NOTICIAS MAS IMPORTANTES? HACE CLICK ACÁ

Segunda antorcha festivalera con el Chango Spasiuk a puro chamamé

Encendidos con la música que llena el alma

Anoche el público volvió a colmar el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez en una clara muestra de la felicidad por volver a compartir raíces y vanguardia local
sábado 04 de diciembre de 2021 | 6:05hs.
Encendidos con la música que llena el alma
Encendidos con la música que llena el alma

La llama festivalera se fue enardeciendo un poco más, anoche en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez. In crescendo, lo que arrancó bien arriba el jueves con un popurrí de rap, rock, pop, música cervecera y toda la tradición del chamamé, tuvo ayer otro hito histórico con grandes figuras en la segunda antorcha del Festival nacional de la música del Litoral.

A tono con la ola de calor que fue creciendo, la vuelta al escenario Alcibíades Alarcón de artistas como Rulo Grabovieski, Chango Spasiuk, Fabián Meza, el Ballet Folklorico del Centro del Conocimiento, los Menchos del Chamamé y un invitado especial como Sergio Galleguillo encendió al público que desde temprano comenzó a llenar las gradas.

Encargado de cerrar la noche, Rulo Grabovieski sorprendió al ser uno de los primeros en salir a escena junto a MPM. Mientras en voz femenina se entonaba Misionero y guaraní, Grabovieski se unió con su acordeón a la big band litoraleña que poco antes de las 21 tenía un séquito de fanáticos celebrando cada acorde. Más tarde el ucraniano también sonó en la peña oficial.

En un anfiteatro adaptado y con una puesta en valor, también se lucieron los food trucks, algunos con sus propias mesas y sillas, que muchos aprovecharon antes o después de ubicarse en las gradas centrales.

La feria de artesanos también se lució en la explanada con diferentes propuestas de creaciones en madera, pañuelos de tintes naturales, cestería, entre otros.

“Buenas noches Misiones, arriba el festival, las primeras canciones se las dedico a ustedes”, dijo Amanda de Colombia y arrancó con su composición Hermosa luna del Paraná.

Los bailarines dirigidos por Luis Marinoni no faltaron y serpentearon alrededor de los instrumentos y músicos durante distintas presentaciones.

“Se ponen las pilas, que esto es para moverse”, arengó risueña Amanda y le puso cumbia con Como la flor y La pollera colorá.

En tanto, la peña oficial animó incluso a los que quizás desprevenidos, se toparon con la música en medio de un paseo por el Parque Paraguayo.

Un grupo numeroso se reunió en la explanada y alrededores. Sentados, degustando alguna empanada mandió o bailando al son de chacareras, polkitas y chamamé entre otras.

El anfiteatro se fue colmando minuto a minuto y antes de las 22 ya varias parejas se movían al ritmo de la característica chacarera de La Guitarreada por ejemplo, quienes desafiaron a a moverse diferente con la cumbia Ahora mírame en tono andino. La ovación fue unánime y pidió bis. “Déjame que me vaya” le respondieron los músicos y explotó el público en palmas y zarandeo.

Siempre imponente, la voz de Pamela Ayala también resonó nuevamente y despertó innumerables emociones en el público.

“El año pasado fue muy triste ver las gradas vacías, faltaba el público”, refirió Ayala sobre la edición de 2020, virtual y únicamente con los músicos locales.

De la mano de la idiosincrasia de frontera, no pudo faltar el ovacionado y necesario humor de Rulo Espíndola que antecedió la presentación del Chango Spasiuk.

Con relatos que estallaron las risas de todos inevitablemente, anécdotas de pandemia y una militancia artística, porque la risa y el arte son esenciales. “Que no se terminen los abrazos, la música, la risa”, cerró contundente.

Destacando la importancia de sostener este festival nuestro y feliz de volver, el músico internacional volvió a vibrar a la vera del río Paraná y demostró que el chamamé está siempre vigente y en constante evolución.

Con un sonido único, vibrante, que cala hasta los huesos hasta efervescer el Chango y su impecable banda engalanaron la jornada y el público no pudo evitar aplaudir de pie. Una segunda luna con clásicos imperdibles, gratas sorpresas y la convicción firme de que la música litoraleña está más ardiente que nunca.

 

El jueves hubo lugar para el rock y el pop

* Por Silvia Godoy

Con estética glam y acordadas coreografías, con espacio para que los músicos de su banda Los Brillantes se luzcan y alguna frase en lenguaje igualitario, Coti Sorokin se ganó al anfiteatro en la primera noche del festival.

El cantautor rosarino colmó de hits y poesía la primera hora del viernes, convirtió la tribuna en pista de baile, se sacó selfies con el público y demostró la vigencia del rock nacional, género que cultiva hace 20 años.

“La música del Litoral me marcó desde niño, viví un tiempo en Concordia, mis tíos tenían un grupo de chamamé y crecí ahí al lado del río Uruguay”, contó entre canción y canción.

Y en otro pasaje del recital se refirió al oficio de músico y la enseñanza del folclore: “todo lo que hacemos en el escenario es en vivo, pasa acá, no hay nada grabado, hay un trabajo y una entrega enormes de estos grandiosos músicos que me acompañan. Algo que nos enseña el folclore es esa real conexión con el instrumento, con la música… va con el corazón”.

Luego de una versión acústica de ‘Tu nombre’, y de las interpretaciones de ‘Antes que ver el sol’ y ‘Color Esperanza’, entre otras, el cierre fue con ‘Nada fue un error’ coreada por mil voces.

 

Concierto para la tierra de uno y el proyecto de un nuevo álbum

El Chango Spasiuk fue la figura central de la noche del viernes y ante un público que aguardaba volver a verlo en vivo en este escenario, después de tanto, el artista contó que preparó un repertorio especial con las composiciones “que tienen mucho valor personal”.

En esa línea destacó que el Festival del Litoral tiene una importancia afectiva y destacada en su carrera. “Siempre tengo recuerdos del festival, es uno de los escenarios más bellos, con ese Paraná al fondo y esa Encarnación más allá, es un lugar muy poderoso. Y siempre está el plus extra de tocar para tus comprovincianos. Uno por más que haya tocado en muchos escenarios del país y del mundo siempre tocar para tu gente es algo que tiene mucha fuerza y entusiasma compartir lo que uno hace con tu gente”, remarcó.

“Tocar en el Festival del Litoral es tocar para mi gente, para mi tierra, es tocar para mis vecinos, mis hermanos que hace mucho no ven un concierto mío seguro van a estar sentados en las gradas, lo siento como una verdadera celebración”, anticipó sobre el show de anoche.

El músico y compositor misionero reconocido en el mundo cierra un gran año, en el que entre otras cosas cosechó un Premio Gardel al mejor álbum de chamamé por Hielo Azul Tierra Roja, grabado en Oslo junto al guitarrista Per Einar Watle, también emprendió un programa radial en Radio Nacional donde amalgama música del mundo, poesía y reflexiones. Asimismo, trabaja en su casa -emplazada en un barrio histórico de Buenos Aires- en la producción de un nuevo disco que saldrá el año que viene.

“Algo de lo que viene es mi participación en la Fiesta del Chamamé en enero en Corrientes, va a ser muy bello sumarme a la celebración del nombramiento de la Unesco sobre el chamamé como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Me gusta poder dar un concierto en el anfiteatro Cocomarola y en ese caso voy a tener como invitada a Elena Roger’’, arguyó sobre otro hito festivalero.

‘Eiké’, nuevo disco
Hace unos días, Chango estrenó en plataformas el sencillo El agua del fin del mundo, junto a Bob Telson en piano y la armónica de Franco Luciani. El tema -detalló- es un adelanto del disco que saldrá entre marzo y abril del año próximo y que se titula Eiké, “‘entrar en el alma’ en un guaraní muy antiguo”, refirió.

Sobre este nuevo proyecto, describió que en mayo de 2020, en pleno el aislamiento, debió readaptar su forma de trabajo. “Nunca había tenido la experiencia de grabar un disco en mi casa, siempre para mí grabar un disco era grabar en los estudios de grabación con ingenieros, técnicos. En principio iba a ser un disco solitario tocando el piano, tocando el acordeón, leyendo poesía”, arrancó contando. “Después empecé a escribirme con músicos de diferentes lugares de la Argentina y del mundo y cada uno de estos admirados artistas grabaron con sus instrumentos en las canciones que yo les enviaba por mail”, agregó.

En este proceso se conectó con músicos misioneros y otros de puntos lejanos como Senegal, Marruecos, Francia, España, Noruega, Estados Unidos, Brasil y más. “Cada uno con su instrumento grabó algo y ese disco entero se va a poder escuchar completo en marzo o abril de 2022 y el adelanto es El agua del fin del mundo”.

El material, señaló, “no tiene todas canciones inéditas, hay regrabaciones y arreglos de canciones ya grabadas por mí en otros proyectos y hay también un puñado de canciones nuevas y una gran diversidad de instrumentos”.

En tanto acerca del vocablo ‘eiké’ que da nombre al álbum, detalló que fue Alejandra Peña Gil es museóloga de Asunción del Paraguay quien lo ayudó primero con el vocablo pynandi que usó para otro álbum y ahora con eiké, ‘‘Me encuentra esta palabra que encierra la esencia de este proyecto. Quiere decir ‘entrar en el alma’ y como si fuera entrar a mi casa, y entrar a mi casa como si entraras a mi alma. Es un diálogo de corazones abiertos con quien escuche mi música y con los diferentes artistas con los que hemos grabado a distancia las canciones de este proyecto”.

En las afueras del anfiteatro se armó la peña a pleno. Foto: Natalia Guerrero
En la primera noche, Coti deslumbró a un anfiteatro lleno. Foto: Sixto Fariña
Amanda de Colombia arengó, “esto es para moverse”. Foto: Natalia Guerrero
La Guitarreada con su toque andino fue reconocida. Foto: Natalia Guerrero
¿Que opinión tenés sobre esta nota?