Juicio por el homicidio de Hugo Miguel Wasyluk, día 3

“A la noche gritaba y pedía por la mamá de él, y también pedía agua”

Un testigo que estuvo detenido con la víctima dio cuenta de la agonía. Un imputado confirmó que el certificado médico obvió lesiones y no le brindaron asistencia
miércoles 01 de diciembre de 2021 | 6:03hs.
“A la noche gritaba y pedía por la mamá de él, y también pedía agua”
“A la noche gritaba y pedía por la mamá de él, y también pedía agua”

“Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”, dice una de las grandes máximas que hicieron inmortal al filósofo, político y escritor romano Séneca.

Sabias palabras que no perdieron vigencia y bien se pueden aplicar a lo observado ayer durante la tercera audiencia del debate oral por el homicidio de Hugo Miguel Wasyluk (38), cuyo cadáver fue hallado en una celda de la Seccional Primera de Oberá en la madrugada del 25 de abril de 2011.

Es que transcurrieron diez años y siete meses para arribar a la instancia del juicio, tiempo suficiente para erosionar la memoria de las personas que vieron o escucharon algo relacionado al hecho que tiene como imputados a trece policías.

“No me acuerdo”, fueron las tres palabras más escuchadas en la víspera en el salón de eventos del Oberá Tenis Club (OTC), convertida en sala de debate del Tribunal Penal Uno de Oberá.

De todas formas, tanto la fiscalía como la querella que representa los intereses de la familia de la víctima tuvieron mucho protagonismo y pusieron en evidencia la responsabilidad de los integrantes de la patrulla de la Comisaría de Villa Bonita que detuvo a Wasyluk y el posterior accionar de los efectivos de la Seccional Primera de Oberá que subestimaron la necesidad de asistencia médica para la víctima.   

Por un lado, dos vecinos de Villa Bonita mencionaron que los policías le mostraron un cuchillo con el que supuestamente los agredió Wasyluk, aunque ninguno vio que los uniformados estuvieran lastimados ni observaron sangre en el cuchillo. 

En tanto, dos hombres que estaban presos en la Primera aseguraron que la víctima nunca fue asistida, a pesar de que permaneció 27 horas en la dependencia.

La detención

Desde un primer momento, los policías implicados en el expediente por el homicidio trataron de imponer la hipótesis de que la víctima era una persona que no trabajaba y atemorizaba a sus vecinos.

Ayer, en cambio, Carlos Mojsiuk y su sobrino Marcelo Mojsiuk subrayaron que nunca tuvieron problemas con Wasyluk, al tiempo que coincidieron en que trabajaba como agricultor en la chacra de sus padres. 

“La noche del 25 de abril estaba en mi casa y vi un móvil policial que paró sobre la ruta 103, a unos 70 u 80 metros. Me acerqué y el sargento Pedro De Mattos -quien conducía el móvil- me manifestó que detuvieron a Wasyluk y me mostró un cuchillo”, indicó Carlos Mojsiuk.

Aclaró que no vio el momento en que redujeron y esposaron a la víctima, ya que era de noche y había poca visibilidad.

Ante una pregunta de la fiscal Myriam Silke, indicó que De Mattos le mostró el cuchillo pero ninguno de los policías le manifestó que fueron agredidos con el mismo. “Tampoco vi sangre”, dijo.

Por su parte, el querellante Rafael Pereyra Pigerl le leyó su declaración en la instrucción a cargo de quien era el jefe de la Comisaría de Villa Bonita, Marcelo Chismiski, y la oficial Rosa Berley, esposa de De Mattos, donde quedó asentando que antes de la detención vio y escuchó a Wasyluk a los gritos caminando hacia el pueblo.

“No recuerdo haber dicho eso”, indicó Mojsiuk, evidenciando un presunto direccionamiento de la pesquisa policial.

Por su parte, Marcelo Mojsiuk llegaba a su casa cuando notó la presencia de una patrulla que no tenía las sirenas encendidas.

Si bien no vio la detención, ante la consulta del presidente del Tribunal, Francisco Aguirre, indicó que Wasyluk ya estaba esposado y acostado en la carrocería del móvil.

“De Mattos me mostró el cuchillo, pero nadie me dijo que estaba herido y ni vi sangre en el cuchillo”, indicó. Luego agregó: “Nunca tuve problemas con Wasyluk”.

“Pedía por la mamá”

En la víspera también declararon dos hombres que estuvieron detenidos en la Seccional Primera en simultáneo con Wasyluk, pero en otra celda. Se trata de Santiago Werbez y Ricardo Espinoza, cuyas declaraciones estuvieron plagadas de “no me acuerdo”.

Sugestivamente, coincidieron al afirmar que la noche del 25 de abril no vieron cuando llegó Wasyluk porque ya estaban dormidos, a pesar de que recién eran las 21.45 y, se sabe, los presos están siempre atentos a todo lo que sucede alrededor.

A Werbez la fiscal le preguntó si durante la requisa del 26 salió alguien de la celda 2, donde se hallaba la víctima: “No me acuerdo”, respondió.

Tampoco recordada si le ofrecieron comida o almorzó o cenó. 

Ante pregunta de la querella respondió que al momento de ser ingresados a la dependencia los detenidos son requisados, instancia en la que “si estás golpeado te llevan al médico”, lo que no hicieron en este caso.

Precisó que estuvo un año preso en la Primera, lapso en el que “una o dos veces cayó Wasyluk y nunca escuché que haga problemas”. 

A Espinoza, en tanto, tuvieron que “refrescarle” la memoria mediante la lectura de su declaración en la instrucción, ya que primero no recordaba nada.

“Estaba parado mirando por la ventana de la celda y vi que varios policías lo llevaban en brazos a Wasyluk (…) A la noche gritaba y pedía por la mamá de él, y también pedía agua. Que era como una queja, un lamento”, testificó en la instrucción y ayer reconoció su firma.

Esta versión ratifica que el detenido ingresó malherido a la Seccional Primera y nadie atendió su cuadro. 

El temor a De Mattos

En la víspera declararon dos de los imputados, Gustavo Javier Fontana y Carlos Ariel Lentini, los cuales se sumaron a Miguel Ángel Espíndola y Roxana Andrea Harasimezuk, quienes dieron sus versiones el pasado jueves.  

Fontana dijo que el 25 de abril de 2011, a las 19, se hizo cargo de la guardia como subordinado de Harasimezuk, quien a las 21.10 le informó que recibirían un detenido.

“Le respondí que no porque no estábamos de turno, sino la Seccional Segunda. Le dije que no iba a recibir al detenido, pero a las 21.35 arribó la comisión de Villa Bonita con Heijo, De Mattos, Gómez y Rodríguez con el detenido Wasyluk. Le dije a Heijo que no lo iba a recibir, pero tenían órdenes de la superioridad y sí o sí lo tuve que alojar”, detalló.

Y agregó: “Wasyluk estaba sentado en un banco del frente de la dependencia, con las manos esposadas atrás. En eso le miró a De Mattos y le dijo que no se acerque. Le dije tranquilo, que ya estaba en la comisaría”.

Esta última secuencia puso en evidencia el temor que la víctima le tenía a De Mattos, sindicado como uno de los que más lo golpeó.

El rol de Fontana fue analizado desde el inicio de la causa, ya que tomó el recaudo de asentar en el libro de guardia que el detenido presentaba más lesiones que las indicadas en el certificado médico; pero luego no accionó en consecuencia.

“El certificado decía excoriaciones en rostro y tórax, pero noté que también tenía lesiones en los brazos y el cuello, lo que dejé asentado en el libro de guardia”, explicó.

En otro punto comentó algo que denota que Wasyluk no estaba bien: “Lo primero que dijo al entrar fue: mamá, tráeme comida y agua”.

Aseguró que entre la noche del 25 y la mañana del 26 le dio cigarrillos y una frazada.

“El 26 a las 7 le pregunté y me dijo que estaba bien”, señaló.

Ante la consulta de la fiscal agregó que el 26 le informó al jefe de la Primera (Espíndola) sobre las lesiones en brazos y cuello, pero no se ordenó su traslado al Hospital.

Las dudas de Lentini

Ante el Tribunal, Carlos Ariel Lentini precisó que el 26 de abril a las 19 ingresó como oficial de servicio de la Seccional Primera.

“Wasyluk era un preso nuevo para mí”, mencionó, tratando de despegarse del concepto de conflictivo que pretenden instalar sus camaradas.

Luego ahondó en cuestiones técnicas propias de la función, aunque terminó reconociendo que ni siquiera leyó lo que la guardia anterior dejó asentado en el libro.

También sumó un dato que contradijo lo dicho por los dos testigos que estuvieron presos en otra celda durante el tiempo que Wasyluk estuvo en la Primera. 

“A las 22 se les pedía que apaguen la radio para dormir”, indicó Lentini, siendo que los citados testigos aseguraron que el 25 a las 21.45 ya dormían, por lo que no vieron el arribo de la víctima. 

El imputado también argumentó que la noche del 26 estuvo recargado por un operativo de seguridad por la presencia en Oberá del entonces gobernador Maurice Closs.

“Nadie me dijo nada (…) No leí lo que escribió la anterior guardia en el libro”, aseguró cuando le consultaron por las alertas sobre el estado de Wasyluk.

Entonces la fiscal Silke le preguntó para que se hacía el libro si nadie lo leía. “El libro de guardia es una herramienta antigua”, argumentó Lentini.

La fiscal insistió y le consultó si nadie le advirtió que Wasyluk pedía pastillas y que lo lleven al médico, a lo que respondió que “cualquiera puede llevar al médico a un detenido”, direccionando culpas a la anterior guardia.  

En ese punto, desde la querella le hicieron notar a Lentini la contradicción que implica el hecho de que un detenido esté bien, según él, y a las cuatro horas muera. Para lo que no tuvo respuesta.

 

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