El Día Mundial de la Poesía

miércoles 31 de marzo de 2021 | 6:00hs.

Se considera a la poesía como la expresión lingüística de nuestra humanidad común. Gustavo Adolfo Bécquer, el romántico por antonomasia pregunta y, a la vez, contesta:

“¿Qué es poesía? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú”.

El 21 de marzo, en París, fue adoptada la fecha por la Unesco con la finalidad de apoyar la diversidad lingüística y fomentar la exposición de aquellas lenguas calificadas en peligro.  

No es casual ese día en el hemisferio norte, puesto que la estación de la primavera comienza en el equinoccio del 21 de marzo y, al contrario, corresponde el 21 de septiembre en el hemisferio sur; tiempo en que florecen las plantas, entibia el corazón de los jóvenes y, surge, en ellos, la necesidad del amor. Es por eso que en nuestra Argentina los jóvenes estudiantes festejan su día y acuden en bandadas a parque y paseos colmando el paisaje de risas, cantos y colorida alegría. En Posadas, es tradición el desfile de comparsas alegóricas y estupendas carrozas que presumen por ser la mejor y, en lo alto del trono, la reina de cada colegio luce el encanto de su belleza, saludando y tirando besos al público, pero, a sabiendas que sólo una de ellas, sólo una, será elegida la reina de los estudiantes hasta el ciclo siguiente. Efímero reinado como suele suceder en los amores de estudiantes: 

Los suspiros son aire y van al aire. 
Las lágrimas son agua y van al mar. 
Dime, mujer, cuando el amor se olvida, 
¿sabes tú adónde va?     

Cuenta la leyenda que el primer poemario de la historia se refiere a la Epopeya de Gilgamesh (2500-2000 a.C), escrito sobre piedras y barro en el cual se relata en verso la épica de aquel rey de la antigüedad.  

La epopeya de Gilgamesh inspiró a recrear una historieta, Nippur de Lagash, publicada a mediados de los 60 en la revista D’Artagnan, que hizo conocido y popular al célebre rey sumerio, obligando a intelectuales a estudiarlo en afán de desasnarse. 

La mujer, como no podía ser de otra manera, tuvo su pionera en la princesa Enheduanna, quien vivió entre los años 2280 a 2225 antes de Cristo en la antigua Mesopotamia. Fue la primera persona en la historia de crear una obra literaria en prosa y poesía y, además, fue princesa y sacerdotisa. 

En argentina al sacerdote Luis José de Tejeda y Guzmán, nacido en la ciudad de Córdoba en 1604, es considerado el primer poeta argentino, mejor dicho, el primero de la colonia, por ser el autor del Soneto a Santa Rosa de Lima.  

Entre la innumerable pléyade de poetas y poetisas argentinos sobresalen sin lugar a dudas Jorge Luis Borges y Alfonsina Storni. Al gran Borges lo distingo porque fue el eterno discriminado para ganar el premio Nobel. A Alfonsina, porque eligió perderse una mañana en las brumas del mar, recomendando a su nodriza antes de partir a la playa en busca de su muerte: “Ah, un encargo: si él llama por teléfono, le dices que no insista, que he salido”.

También en Misiones se destacan muy buenos poetas y poetizas. A sus lecturas acudo cuando quiero relajarme de poesías en esta enclaustrante pandemia. Y en esta encrucijada de escriba, paso por alto a los hombres y elijo para comentar en este escrito a féminas, por ser un día de este mes, el día de la mujer. A todas ellas les rindo homenaje a través de la inspiración de estas seis chicas que he conocido, traté con ellas y a quienes guardo enorme cariño. 

En ‘Segunda piel’, de Azucena Godoy, leo el sublime verso a la madre:  

Venimos de tu cuerpo 

Y tratamos de memorizar 

Vaivenes acuosos en tu vientre 

Para saber cómo acariciabas allá adentro 

Como respondíamos a tu alimento 

De proteínas y ternuras. 

‘Las letras de París’ es el título de la obra que Lucrecia Jeanneret, de ascendencia francesa, quien le canta al París de sus amores en prosas y versos:

París. Te amé de hoy, de antes y de siempre 

Cuando la Pampa indómita me aleccionó en esperas… 

Cuando vi el desgranarse el trigo en las eras 

Cuando el amor fue un rostro adolescente 

Cuando la niña huía  

Y la primera arruga se acostaba en la frente. 

El poemario de tres grandes poetizas misioneras, Rosita Escalada Salvo, Isabel Birriel y Olga Zamboni, se sintetiza en la obra que ensayan las tres y titularon ‘Casi coplas en trío’.   

Isabel y Olga ya no están en este mundo terreno, aun así, seguiremos leyendo, y seguirán leyendo, las generaciones venideras, sus poemas. 

Rosita, la poetisa de hablar suave, creó esta poesía del amor herido: “Hoy tu voz fastidiada. Tuvo el filo fugaz de una navaja. Casi no me di cuenta. Pequeña ilusión, pero sangraba”. “En la primera vez, tus labios me supieron a miel. A rosa fresca, a nomeolvides, a pan recién tostado después. Me pregunto por qué esta noche, tiene sabor a hiel”.  

Del poemario de Olga, encanta cuando expresa sutil: “Quisiera ser la melodía delgada de tu guitarra. Para que allí me toques, junto a tu corazón, una mañana”. 

La uruguaya Isabel Birriel, que adoptó nuestra provincia, escribía poesías en la placidez del descanso después de trajinar por montes, aserraderos y obrajes para obtener madera. Presagiando su muerte tras cruel enfermedad escribió: “Con la muerte me enfrenté, tuve un golpe de estocada, por enfrentarme a la muerte, ya no me asombro de nada”. “Me dijo la muerte: Hay tumba, detrás de tu cuerpo claro, y yo le dije a la tumba, no me agrada tu tamaño”. “La tumba me contestó, por ahora no te llevo, porque quiero que me escribas, coplitas en mausoleos”. 

Tuny Warenycia, descendiente de colonos de Apóstoles, la pequeña ucrania, escribió su propia construcción: 

“Nací, como si fuera casualidad. Fui niña, como si fuera fácil. Crecí, como si fuera mentira. Cuidé el amor, como si fuera frágil. Tuve hijos, como si fuera original. Me salieron poemas, como si fueran vástagos. Gané mi pan, como si fuera bíblico. Envejecí, como si fuera una profecía. Y moriré, como si fuera un amén (así sea)”.

Yo admito, no soy poeta, pero gustoso hubiera querido escribir poemas como ellas.

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