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El Día de la Mujer

miércoles 10 de marzo de 2021 | 6:00hs.

La caída del agua se transformaba en tranquilo remanso debido a la profundidad de la garganta que amortiguaba el potente chorro, dando forma a una pileta natural en cuyo derredor sobresalían majestuosos sauces y fornidos curupay. De sus ramas pendían firmes lianas utilizadas por los jóvenes cual columpios para arrojarse al agua en los veranos calientes. A uno de ellos se aferró el joven guaraní y a punto de tirarse estaba cuando de golpe lo sorprendió la figura de una mujer brotando súbitamente como un pez saltarín de la cascada, para después zambullirse en el remanso. Pasmado por la inesperada aparición, pese a la reeducación monoteísta recibida por los curas jesuitas, su ancestral subconsciente lo traicionó y lo llevó a imaginar que podía ser una de las hijas de Curú Pira, el genio de las aguas y las tormentas, que de tanto en tanto atrapaba a algún desprevenido nadador arrastrándolo hasta el fondo de su morada, sin que jamás volviera a verse el cuerpo del raptado.

La visión fue fugaz, pero suficientemente intensa para que la finita impresión quedara idealizada en su mente y lo obnubilara, de tal manera que ni siquiera reparó en las otras doncellas que salieron de igual modo de la gruta formada naturalmente en la roca detrás del salto.

La ninfa, para su asombro, permaneció un breve tiempo bajo el agua para emerger como un resorte mostrando su cuerpo hasta la cintura. Los renegridos y largos cabellos salpicaban gotas de agua y daban marco a un rostro juvenil de ojos rasgados y boca de labios carmesí que modelaban una traviesa sonrisa. El torso desnudo mostraba los senos de una mujer en su esplendor.

¡Yvoty!, pronunció sorprendido el nombre de la joven india a quien reconoció de inmediato.

Yvoty, ah, Yvoty, la indiecita más admirada entre los muchachos de la tribu y de las otras vecinas por ser la más linda entre las lindas.

Yvoty nació una madrugada de los últimos fríos cuando Kuaraí comenzaba a mandar sus rayos con más potencia, coincidente con el tiempo en que la vegetación se torna más verde, las flores renacen y los pájaros lanzan mucho más temprano sus entrecruzados cantos. Y en la precisa mañana del nacimiento de la niña, los aldeanos quedaron maravillados al contemplar los lapachos totalmente florecidos y sus pimpollos esparcidos por los techos y el suelo como si fuera una extensa alfombra de color rosa violáceo.

“Cuando el Tají florece se terminan las heladas”, afirmaban los ancianos. Y el Chamán, interpretando que la manifestación de las flores caídas y colgando de los lapachos significaban “un regalo de Tupá”, alzó los brazos en señal de agradecimiento y apuntando con el dedo índice a la recién nacida mujer, dijo ¡Yvoty será tu nombre!, dando comienzo a un ritual de danzas y rezos en avañe’e muy cerrado que pocos supieron descifrar. Imitando al Chamán, los demás habitantes, hombres, mujeres y niños comenzaron a danzar ellos también, acompañados del ritmo de maracas, tambores y cantando canciones a coro.

Así era el festejo de los antiguos misioneros cuando nacía una niña, que al tiempo de convertirse en mujer sería el vientre de la raza.

En tiempos modernos se conmemora el 8 de marzo el día de la mujer, recordando las luchas emprendidas por su participación dentro de la sociedad, y en la búsqueda de su emancipación y desarrollo íntegro como persona. Esa fecha es fiesta nacional en algunos países, e institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975 con el nombre de Día Internacional de la Mujer. No obstante, en Europa se realizó la primera conmemoración el 19 de marzo de 1911, y desde entonces se ha extendido a otros países y continentes.

En 1972, la samblea General de las Naciones Unidas declara Año Internacional de la Mujer, y en 1977 invitó a los Estados a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día como día internacional por los derechos de la mujer.                                   

Se debe tener presente que los primeros pasos de esta celebración, empezaron a gestarse con los movimientos sociales del siglo XIX en los que las mujeres empezarían a tener voz y ganar importancia. Uno de los primeros antecedentes del 8M fue el evento organizado en febrero de 1909 por el Comité Nacional de Mujeres del Partido Socialista Americano para exigir el voto femenino. En Europa podríamos situarlo en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en agosto de 1910 en Copenhague, donde se propuso la creación de un Día Internacional de las Mujeres, como forma de apoyar las causas sociales y la igualdad de derechos de la mujer. En tal sentido no fue fácil la lucha.

En Argentina debemos recordar a la socialista Alicia Moreau de Justo, que en el año 1907 creó el Comité Pro-Sufragio Femenino. Estos impulsos influyeron decididamente para que, en mayo de 1910, Buenos Aires fuera elegida como sede del Primer Congreso Femenino Internacional, con la participación de delegadas de varios países, donde se reclamó enérgicamente el derecho de las mujeres a votar. Y el el 11 de noviembre de 1951, merced a la gestión de María Eva Duarte, las mujeres argentinas votaron por primera vez, mediante la ley 13.010 aprobada en septiembre de 1947. La ley fue conocida como Ley Evita, en la cual fue reconocida la igualdad de derechos políticos de las mujeres argentinas.

Hoy por hoy, los hombres ya no se atreven a decir a las mujeres “andá a lavar los platos”.

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