Involucrarse, uno de los pilares para la transformación

lunes 08 de marzo de 2021 | 6:00hs.

La lucha de las mujeres por la igualdad de condiciones no baja los brazos. Todavía quedan espacios asignados al sexo masculino y también comentarios negativos cuando una mujer ocupa un cargo jerárquico. Si bien de a poco las puertas se van abriendo, aún falta mucho por hacer y es por eso que “las mujeres, esencialmente, tienen que desaprender el rol que la sociedad les tiene asignado tradicionalmente. Tienen que salir del gobierno del hogar, disputar espacios y avanzar sobre lugares que no siempre están preparados para oír una voz más aguda”, expresó la abogada laboral Valeria Soczyuk.

¿Puede la mujer hacer un aporte distinto al de los hombres?
Innovar es simplemente identificar obstáculos y removerlos para que todo se transforme alrededor. Yo no tengo duda de que las mujeres de eso sabemos mucho y lo hacemos muy bien. Porque siempre a las mujeres nos exigen el doble y todos los días debemos no sólo saltar los obstáculos, sino que muchas veces debemos retroceder, caernos, levantarnos, limpiar nuestras rodillas y volver a intentar hasta correrlos de nuestros caminos de aspiraciones.

La realidad nos viene demostrando que, las mujeres no sólo tienen suficientes méritos, sino que además se les demandan más méritos para conseguir un cargo. Incluso, hay muchas funcionarias con mayor capacitación y experiencia que la que necesitan para cumplir con sus tareas que están por debajo en la escala jerárquica de varones sobrevalorados para su posición. Es decir, si el sistema quisiera ser meritocrático en términos de experiencia y formación, debería haber más mujeres en legislaturas, ministerios, sindicatos y al frente de empresas. Quizás podamos hablar de igualdad en estos términos cuando las mujeres que aspiran a la función pública, sindical o empresaria, puedan darse el lujo de ser mediocres.

¿Por qué en una sociedad en la cual la mujer ha conquistado tantos derechos todavía no está en paridad de representación?
Se suele llamar “techo de cristal” a esa extraña fuerza invisible que impide que las mujeres crezcan en sus ámbitos de trabajo a la par que los varones. Educación, roles y estereotipos de género, legislación laboral (o falta de ella) y micromachismos aparecen en casi todas las explicaciones de este fenómeno. También hay factores menos visibles pero aún así relevantes, vinculados con cuestiones subjetivas.

El reto más grande es entender el entramado de relaciones en el que nos movemos. No hay igualdad en un mundo de opresión, ni en un mundo de pobreza. Una democracia plena se construye apropiándose de la vida política, y apropiarse implica involucrase dentro de las institucionales y participar, así poder transformar las estructuras para abrirle paso al mundo en que queremos vivir.

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