Czernecki admitió haber sido el responsable de la carga de cocaína

“Narcos paraguayos me ofrecieron el trabajo. Yo me negué, pero ante la codicia conseguí un chofer y se hizo”, expresó ayer. Su presunto mano derecha, Diego Toledo, se abstuvo. El debate sigue el 12, con varios testigos
viernes 05 de agosto de 2016 | 6:00hs.
De izquierda a derecha, Martínez, Detez, Contreras, Kurtz y Toledo.
De izquierda a derecha, Martínez, Detez, Contreras, Kurtz y Toledo.
Con la presencia de al menos once agentes de distintas fuerzas de seguridad custodiando el recinto, ayer a la mañana comenzó en el Tribunal Federal de Posadas el debate contra siete personas acusadas de integrar una organización dedicada a traficar cocaína hacia Uruguay, cuyas detenciones fueron concretadas hace prácticamente tres años, tras una sigilosa investigación que culminó con un operativo de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) sobre la ruta provincial 105 en San José.
El debate, presidido por el magistrado Mario Hachiro Doi e integrado por sus pares Manuel Alberto Jesús Moreira y Norma Lampugnani, comenzó a las 8.45, tras la llegada de todos los encartados, quienes se encuentran alojados en distintas unidades.
Los enjuiciados son Diego Toledo (38) y Christian Czernecki (39), imputados como organizadores del delito de transporte de estupefacientes agravado; Derlys Echauri Detez (30), oriundo de Paraguay, Osvaldo Amarilla (38), el ex gendarme Gustavo Martínez (46) y los chapistas Walter Kurtz (47) y Sergio Contreras (47), todos acusados del mismo delito pero con diferentes calificaciones.
El operativo que terminó poniendo tras las rejas a la banda se realizó el 12 de agosto de 2013, cuando la GNA interceptó a una Peugeot Partner que llevaba 60,737 kilos de cocaína en un doble fondo debajo del torpedo. En ese procedimiento fue capturado el conductor, quien resultó ser Amarilla, que además cuenta con una condena en su contra por cometer el mismo delito en Entre Ríos.
Más tarde, los uniformados también detuvieron a Czernecki, Martínez y Echauri Detez, quienes iban en un Ford Fiesta como punteros de la Partner.
Los procedimientos ejecutados bajo órdenes del Juzgado Federal de Posadas continuaron. Las pistas y las pruebas que tenían eran más que contundentes, por lo que al cabo de unos días se realizaron cuatro allanamientos simultáneos en los que terminaron atrapando a Kurtz y Contreras, en tanto que Toledo fue detenido en el puente internacional San Roque González de Santa Cruz, cuando pretendía cruzar hacia el Paraguay.
La Fiscalía que investigó la causa concluyó que todos eran miembros de una banda que conseguía la cocaína en Paraguay, atribuyéndole a Echauri Detez el rol de presunto proveedor o nexo con los dueños de la droga. Luego la cruzaban a Misiones y desde aquí la traficaban hacia Uruguay, donde un año antes otro misionero cayó con más de 300 kilos de la misma droga y eso inició la investigación.

De autos truchos a cocaína
Tras la lectura de algunos fragmentos de los autos de elevación a juicio, el Tribunal le otorgó la palabra a Czernecki, sindicado como el presunto líder de la organización. El hombre, nacido en Capital Federal pero residente en Posadas desde joven, también tiene una condena cumplida por narcotráfico, emitida por práticamente los mismos jueces.
La palabra de Czernecki centraba la expectativa de todos los presentes, pero al sentarse en el banquillo aclaró que sólo iba a relatar los hechos, sin responder preguntas.
El hombre aseguró que él se dedicaba a la venta de autos “truchos” en Paraguay, más que nada camionetas. “Yo con la venta de vehículos truchos tuve contactos con narcotraficantes paraguayos, los cuales me ofrecieron ese tipo de trabajo, el transporte de estupefacientes, al cual yo me negué. Pero ante la codicia, conseguí un chofer y bueno, el trabajo se hizo”, confesó inicialmente.
Demostrando experiencia en esta clase de instancias, el hombre recordó los dos viajes que hizo a Ciudad del Este, de donde consiguió la droga y hacia donde tuvo ir con dos vehículos distintos porque los dueños de la carga no aceptaron el primer rodado.
Allí comienza el entramado de vínculos que terminaron implicando a Kurtz y Contreras, porque Czernecki le pidió a Toledo que lleve una Renault Duster suya a un taller para realizar los acondicionamientos para ocultar la droga. El taller elegido fue el de Kurtz, donde Contreras trabajaba.
Sin embargo, ese trabajo hecho en la Duster no conformó a los paraguayos de la droga, por lo que Czernecki terminó utilizando la Peugeot Partner que ya estaba acondicionada. En las escuchas entre Czernecki y Toledo se extraen diálogos en los que convenían en “hacer un trabajo perfecto” y en una promesa que rezaba: “lo hacemos juntos y si nos enterramos, nos enterramos juntos”.
Luego de eso, entran en juego Amarilla y el ex gendarme Martínez. El primero fue contratado para conducir el auto con la droga y el segundo prestó su auto para que sea usado como “puntero”.
“Martínez no me quiere prestar el Ford Fiesta y entonces le ofrecí 2.000 pesos y le apreté por la denuncia de venta del auto que yo no la había hecho todavía. La idea era ir a buscar a Ciudad del Este a Echauri, llevarlo hasta Apóstoles y Virasoro, donde yo tenía en vista dos autos para comprar, y además le hacía de escolta a Amarilla, estaba matando dos pájaros de un tiro. Pero él -por Martínez- no tenía ningún tipo de conocimiento del tema de la droga porque yo fui muy cuidadoso con ese tema”, recordó.
Por último, dio a entender que la mercadería la consiguió por medio de otros sujetos y que Detez sólo viajaba con ellos por los vehículos que pretendía comprar. “Fuimos detenidos en San José y lo demás ya saben. Lo que sí, me sorprendió la calificación, de ser un simple punta pasé a ser el organizador”, dijo por último.

Entre discursos y silencios
A partir de su declaración, comenzaron a desglosarse todos los testimonios. En segundo término, la palabra fue para Amarilla, quien expresó que “al momento de la oferta del viaje yo me encontraba desocupado. Czerneki me propone el viaje y por mi momento económico lo acepté, lo asumo, pero desconocía totalmente la magnitud del problema este”.
Luego llegó el turno de Diego Toledo, quien se dedicaba a la venta de automóviles para una conocida concesionaria misionera y además tenía algunos vehículos trabajando para empresas de encomiendas. En el pedido de elevación a juicio, la Fiscalía lo sindicó como uno de los operadores de la banda, consiguiendo los vehículos para cometer los ilícitos y gestionando las modificaciones en los rodados.
A diferencia de los dos primeros, Toledo se abstuvo y su testimonio vertido en la etapa instructoria fue leído. En esa oportunidad, sólo había expresado conocer a Czernecki desde hace varios años y que le consiguió un chapista para arreglar unos daños en la Duster.
Otro que se abstuvo de declarar fue el paraguayo Echauri Detez. Durante la investigación, el hombre había indicado que él sólo viajó por pedido de su patrón, quien conocía a Czernecki.
Mismo camino tomó el dueño del taller, Walter Kurtz, mientras que su ex empleado, Contreras optó por lo contrario y aseguró que solamente realizó trabajos a pedidos de su jefe y “no tenía conocimiento de lo que realmente estaban haciendo”.
El ex gendarme Martínez, en tanto, también habló y su testimonio coincidió con lo expresado por Czerneki al comienzo. “Yo accedí al viaje porque me había presionado con el 08 del auto, pero yo no tenía conocimiento de qué él estaba haciendo un movimiento semejante de carga”.
El debate continuará el viernes que viene y se prevé la declaración de al menos cuatro testigos.
El Ministerio Público Fiscal está representado por Vivian Barbosa, en tanto que casi la totalidad de los imputados cuentan con distintos defensores, entre oficiales y particulares.

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