Un árbol que espanta mosquitos

sábado 12 de marzo de 2016 | 6:00hs.
Un árbol que espanta mosquitos
Un árbol que espanta mosquitos
El ingeniero Carlos Krausemann recordó ante la actualidad del combate contra los mosquitos que hay especies naturales que los repelen. Así como en Misiones se conoce la citronella, en otros países se conocen otras plantas o árboles que tienen la cualidad de espantar a los insectos.
Este es el caso del Gualeguay, del cual existen tres especies y todas son similares. Es un árbol ornamental muy cultivado en los países de clima templado o cálido, Es de la misma familia que el Urunday, el Quebracho Colorado, la Chichita y el Moolle Ceniciento.
Es muy importante no confundir en el cultivo al Gualeguay con la Chichita, ya que la última provoca en muchas personas severos ataques de dermatitis (si se entra en contacto con sus fluidos).
En el Perú al Gualeguay se lo conoce como Mulli y fue el árbol sagrado de los incas. La diferencia principal con nuestro Gualeguay es que las semillas tienen un color rojo más vistoso, lo cual le da un aspecto más ornamental. Muchas veces estás diferencias se dan porque son diferentes las condiciones climáticas o edáficas. La corteza se ha usado en medicina popular en decocciones de los folículos para combatir las hinchazones de los pies y para curar úlceras y heridas. La resina es empleada contra el reumatismo y la bronquitis, y ante enfermedades de las vías urinarias.
Con los frutos maduros se prepara el arrope y vinagre. Se utiliza también como sucedáneo de la pimienta para condimentar embutidos, relleno de empanadas , salsas, etcétera. En la Chichita y el Quebracho Colorado la resina perfumada impregnada de trementina es tóxica y caucástica, siendo generadoras de graves casos de dermatitis.
Continuando con el Mulli, los incas se frotaban con sus hojas contra los mosquitos y tábanos, debido al aceite esencial impregnado de trementina, que los ahuyenta.
En las minas de Potosí los aborígenes colocaban en la cabeza una corona de ramas del Mulli, y lo mismo hacían en las muñecas para repeler insectos en general. En la actualidad algunos colocan ramas de la planta en sus ventanas para espantar a los insectos.
La trementina es la resina semilíquida que sale del Gualeguay y que se emplea para fabricar barnices, disolver sustancias grasas y producir insecticidas.
A algunas personas descansar a la sombra de la Chichita le produce dermatitis. El principio activo sería un cuerpo volátil del mismo grupo del cardol. La creencia popular dice que hay que hacerse amigo del árbol saludándolo ceremoniosamente, como decir “buenos días doña Chichita”.
Si no se toma contacto con los jugos resinosos cáusticos o se está en contacto con la planta en el momento de mayor actividad de excreción de sustancias tóxicas volátiles, las afecciones no se producen.
Por mucho tiempo al Gualeguay se lo confundió con el Arrayán de las Islas, que es una mirtácea cuyo nombre técnico es Blepharocalyx tweedie, diferenciándose ya que sus hojas tienen de cinco a nueve pares de folíolos mientras que el Gualeguay tiene de siete a 16 pares de folíolos. Una de estas plantas se encontraba en las afueras del Parque Botánico, al borde del arroyo Zaimán. Y desapareció al tiempo de producirse el embalse.
La experiencia de Carlos Krausemann en el conocimiento de este árbol data de aproximadamente quince años , dada la necesidad de combatir los mosquitos en las instalaciones utilizadas para la cría de aves y debido al intenso ataque que sufrían las aves por una enfermedad virósica denominada viruela aviar, ya que la manifestación se producía por el mosquito debido a que actuaba como vector. Es decir, los mosquitos pasaban el virus de las aves enfermas a las sanas.
En un principio, el problema de los insectos Krausemann los fue resolviendo con las pulverizaciones tradicionales, pero simultáneamente fue incorporando alrededor plantines de Gualeguay y Paraíso.
Con el Gualeguay se alejaron los mosquitos y en consecuencia la viruela aviar. Con el Paraíso se solucionó el inconveniente que producían las pulgas, ya sea esparciendo hojas o realizando preparados con sus frutos.
Pero con únicamente utilizar el bálsamo no alcanza, por lo que sigo desinfectando del modo tradicional, pero en vez de realizarlo un mínimo de seis veces al año, desde ya hace varios años realizo una sola aplicación anual.