2022-08-21

Figueras

Mi hermano, me contó que posiblemente nuestro apellido Figueredo, provenga de los pobladores que trabajaban en las higueras o las figueras, al norte de la zona de España. Conocidos como “los higueros o los Figueredos”.

Le pregunté a mi hermano: ¿”Eso sería en Castellano antiguo”? El levantó sus hombros y dijo: “Quizás podría ser catalán, porque está situada al noreste de España”.

Sonaba algo romántico cuando lo escuché en aquella charla, en 1984, iba a quinto año de la ENET N 1 de Eldorado. En mi barrio del Km. 2, pensaba… y me gustaba la idea de que el apellido nuestro esté asociado a lejanos trabajadores de la tierra, a antiguos rituales, a hombres místicos que convivían hermanados con la naturaleza.

Rarezas de la ilusión de un pibe de 18 años, que imaginaba lo que quería que ocurriera…imaginaba que centenares de almas que nos antecedieron, se sintetizaban en mi joven cuerpo. Que fortuna descubrirse como: “la síntesis evolucionada de las distintas sangres anteriores que se amaron”.

Ahora es el año 2012, estoy en el tren, con una mochila y una lata de cerveza mirando las montañas que se empiezan a transformarse en Los Pirineos. Voy a vivir un día en la tierra de mis tátara, tatar bis tátara abuelo. En el viaje pensaba que el argumento de mis orígenes por parte paterna ya no tenía el sustento de 1984, era casi iluso. Pero la leyenda la fui moldeando a medida que la vida me enseñaba que hay múltiples formas de vivirla. Entonces ya no importa si mi búsqueda está hecha de verdad o de mentira. El mito es lo que me mueve, el rito me acompaña. Esta épica de marchar hacia Figueras intrigado por el sol que aparece y desaparece entre las montañas.

He soñado que un hombre del remoto pasado, llegó al sur de España proveniente del mundo Árabe y de ahí comenzó a subir hacia el norte de la península Ibérica. Llegó con su caminar andaluz, hasta Figueras, ahí se encontró con una mujer que el misterio había planeado aquella cita. De allí los dos pudieron pasar el mar Atlántico y bajar hasta Latinoamérica, más precisamente hasta las tierras guaraníes. Allí se mezclaron con otros amores de pieles más morenas. Y de esa morenidad mixturada con afortunada sangre… ahora soy este hombre que bebe relajado y mira las montañas por la ventana del tren.

Llegamos a Figueras, caminé por las calles como un perfecto errante, en una tierra que habla otro idioma. Alquilé una habitación en un Hotel del centro. La noche se movía lenta al compás de olvidadas rumbas.

Sentado en un Bar, sentí el viento que llegaba de la frontera con Francia y movía las lamparitas del bar, levanté mi vaso y dije: “Por los rastros, por la búsqueda, por la mentira bien contada, por la verdad en cuarto creciente, por la oralidad que me trajo hasta acá”.

Al otro día fui a visitar el museo “Salvador Dalí” edificado en su propia casa. El nació en Figueras. Así como afirmó: “El surrealismo soy yo”, la muerte lo reconfirmó y sus obras resplandecen surreales en su morada.

Terminé el recorrido del primer piso, luego me senté en las escaleras que llevan al segundo plano de la exposición. Miré la cúpula por donde se filtraba el sol. Algunos rayos se posaron sobre un cuadro. Puse atención al cuadro porque el sol le daba otro sentido. Los colores se empezaron a separarse, el sol graficó un nuevo dibujo. Ese dibujo era un laberinto de palabras en guarany. Las palabras tomaron su propia vida, su independencia. Me tapé un ojo y leí una pregunta: ¿ Mhoó ophuta ñande reko ? ( donde quedó nuestra forma de ser ), cerré mi ojo izquierdo y leí la respuesta en castellano: “quedan pocos rastros de nuestra forma de ser”. Me vuelvo a tapar el otro ojo y leo la pregunta en guarany: “Aipota pe penave ñande phua mbarete”. ( Quisiera que tengan presente nuestro valentía ) Con el ojo derecho leí la respuesta: “Nuestro coraje está intacto, pero los relatos repetidos por generaciones hicieron que creamos que no somos Valientes y que tengamos vergüenza cultural”.

La realidad suele estar en distintos planos, y los planos son símbolos de una realidad. El sol cambió su trayectoria y el cuadro dejó de tener magia…dejó de tener laberintos... Se volvió tridimensional.

Al otro día caminé hasta la estación de trenes, giré hacia mi espalda y Figueras flameaba entre el viento y el sol. Otro viento que llegaba desde las montañas rozándome, entró a mi mochila, y allí se acomodó. Allí se acurrucó en forma de un nuevo relato.

Hugo Sales

Inédito. Sales es músico y docente. Oriundo de Puerto Esperanza reside en Posadas.

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