2021-08-03

Las siestas son de los duendes

El invierno en Posadas es así de sorprendente. Una madrugada de heladas con una capa de hielo cubriendo plantas, césped y techos que obliga a sacar las bufandas, guantes de lana, gorros y botas. Y  una siesta en la que el sol regala pepitas doradas que se esparcen por doquier trayendo un calorcito que a las osadas amantes de los rayos inspira a entregar la piel. Salen mandarinas en la costa del río o un mojarrero aprovechando que hasta los peces buscan la temperatura agradable, lo que podría ser su perdición. Ajenos a todo, los gurises se ilusionan con lograr el premio a la paciencia encarnando anzuelos para tentar pececitos en el muelle sobre el arroyo Itaembé.

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