“Ver luz y esperanza en sus pequeñas miradas es una marca para mí”

domingo 07 de enero de 2024 | 6:04hs.
“Ver luz y esperanza en sus pequeñas miradas es una marca para mí”
“Ver luz y esperanza en sus pequeñas miradas es una marca para mí”

Gabriela Ayala trabaja en la modalidad Hospitalaria y Domiciliaria desde que se inauguró la Escuela Nº 5 en Jardín América, hace cuatro años. De todos los aspectos diferenciales que presenta educar en los hogares, destacó la fortaleza y la esperanza que tienen los chicos.

“Dentro del amplio abanico que representa nuestra labor, básicamente el docente domiciliario tiene la función de ayudar al alumno que atraviesa una situación de enfermedad a transitar su escolaridad sin inconvenientes”, explicó a El Territorio la docente e hizo referencia a que el contacto con la escuela de origen es similar al de la modalidad hospitalaria, porque la que en 2023 pasaron 4.035 niños según datos del Ministerio de Educación.

El proceso para garantizar la continuidad educativa del estudiante comienza una vez que el médico le otorgue el alta. Luego, el educador domiciliario realiza un informe pedagógico y con esa formalidad se acompaña al alumno a su vuelta al grado.

En cuanto a las vivencias que sobresalen en su camino como maestra, Gabriela sostuvo que lo que más le marcó fue la resiliencia de los alumnos.

“La capacidad que tienen de enfrentar todo y sacar solo lo bueno de cada situación, la manera en que transforman todo para mejorar. Ver luz y esperanza en las pequeñas miradas es una marca para mí. Todas las historias me marcaron de algún modo, absolutamente todas movilizaron algo en mi interior, porque cada alumno y su historia de vida particular me hicieron ver aspectos de la mía que -por el acelere de lo cotidiano- muchas veces pasé por alto”, reflexionó la docente de Jardín América.

Durante el tiempo como maestra domiciliaria, Gabriela ingresó a innumerables casas, algunas con muchas carencias materiales y otras no, el contexto fue muy variado. Según resaltó, el ambiente siempre fue cordial y de mucho respeto. Al ingresar a un hogar, los educadores pasan a convivir con toda la familia.

“Es imposible actuar como si el resto de la familia no estuviera. También la discreción es un pilar fundamental para mantener el profesionalismo”, dijo.

En cuanto al desafío que presenta la modalidad, la maestra destacó que es fundamental garantizar el derecho a la educación de los alumnos en situación de enfermedad. Para lograrlo es necesario poner en marcha acciones que allanen el camino como contener, guiar, acompañar, innovar entre otras que quedan a criterio de cada docente pero que logren un impacto pedagógico positivo. En cuanto a lo social, el gran desafío es la visibilización de la modalidad y poder llegar a todos los rincones de la provincia, garantizando la igualdad de oportunidades.

“Las familias siempre nos reciben con mucho cariño, respeto y por supuesto con una gran expectativa por cómo se desarrolla nuestra tarea. Los alumnos son increíbles y a pesar de la situación por la que atraviesan son muy cariñosos, responsables y respetuosos. En lo personal siempre me sentí muy bienvenida en cada hogar. Ser maestra domiciliaria es lo mejor que me pasó profesionalmente”, describió Gabriela.

Por último, la docente domiciliaria de Jardín América, agradeció a Dios por la oportunidad de servir y también al acompañamiento del coordinador provincial de la modalidad, Andrés Rehe, por su preocupación y dedicación, asesorando y propiciando los lugares de encuentros entre colegas.

“Agradezco a las familias y a todos los colegas que compartimos éste desafío y nos fortalecernos mutuamente, en especial a los de la Escuela Hospitalaria y Domiciliaria Nº 5 de Jardín América que es donde me desempeño, es invaluable el grupo humano que conformamos”, cerró. 

Empatía y entrega de docentes que enseñan a chicos internados y en reposo

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